No me voy a explayar con el post y, simplemente, voy a copiar un fragmento de una conversación en una mesa de debate (en un programa de un canal regional) que he tenido el "gusto" de escuchar:
Primero os voy a situar. Se está experimentando un caso algo similar al de Ramón Sampedro, y la persona afectada (la cual tiene tetraplegia y sólo es capaz de mover sus rasgos faciales) se ve en su deseo de morir. Pero como sabéis, la eutanasía es algo que no está permitido aún, y a ello se le une que dicha persona es bastante católica y no se atreve a elegir el camino paralelo a lo que dictan. Entonces, una persona que estaba al favor de la práctica de la eutanasia pregunta a un párroco que se encontraba en la misma mesa de debate:
¿Y qué me dice de esas personas que, por cualquier obra del destino, como puede ser una tetraplegia o una enfermedad degenerativa ya no quieren serguir viviendo y no tienen la capacidad física de suicidarse? ¿No les permitiría la eutanasia? Tiene que seguir viviendo de manera obligada su infierno particular?... Y además, ¿no decís que en el regazo de Dios se encontrará la felicidad eterna? Por qué entonces esa persona no puede elegir ese camino a la felicidad tras la muerte que tanto recordáis?
A lo que el parroco responde:
Esa persona ha de seguir viviendo. No importa el mal estado en el que se encuentre, ha de vivir para soñar.
Tras un breve pero intenso silencio, la mujer que arremetía contra él pregunta:
¿Para soñar? ¿Intenta decirme que esa persona se duerma y sueñe con un mundo maravilloso, en el que todo es bonito y de color de rosa y cuando se despierte se encuentre la penosa situación en la que se encuentra?
Y el párroco, rotundamente, contesta:
Sí.
A mi juicio, esto es lo más absurdo con lo que me he encontrado en años. Compartís su opinión? Creéis que sólo merece la pena vivir para soñar?