Las primeras pruebas del cortexiphan en niños no habían terminado de ser un éxito. A pesar de que algunos de los pequeños tratados en Wooster y en Jacksonville habían dado muestras de habilidades especiales, su poder mental todavía distaba mucho de alcanzar aquel que Walter y William creían innato al ser humano. Los niños eran demasiado mayores, sus mentes ya estaban condicionadas por sus experiencias. La única manera de comprobar que la capacidad de la mente humana en el momento de nacer era infinita era experimentando con niños que todavía no habían sido contaminados por los vicios de la experiencia. Es decir, con recién nacidos.
Para la tercera serie de pruebas, Walter y William seleccionaron cuidadosamente a doce bebés varones, a los que bautizaron como cada uno de los meses del calendario. Tras inyectarles cortexiphan en vena, demostraron que las teorías de Belly eran correctas. Los poderes de aquellos niños eran asombrosos: podían ver el futuro, saltar entre universos, mover objetos con la mente o atravesar paredes. Pero eran seres tan perfectos y poderosos que ya no quedaba el menor atisbo de humanidad en sus corazones. El potencial de sus mentes era infinito y, sin embargo, se habían vuelto incapaces de sentir emociones. Walter, horrorizado al ver las consecuencias de sus actos intentó destruir a sus creaciones. Pero eso era algo que Carla, su ayudante, no estaba dispuesta a permitir.
La pelea terminó con el cadáver de la señorita Warren en medio del laboratorio. Los doce niños pequeños utilizaron sus poderes para huir, fugándose a diferentes puntos del espacio-tiempo. Walter, ahora consciente de que el único monstruo presente en aquel laboratorio era él mismo, le pidió a su amigo Belly que removiera de su cerebro aquellas partes que albergaban toda la información de lo sucedido. Acto seguido, las autoridades internaron a Walter en el hospital psiquiátrico St. Claire's.
En los años siguientes, William Bell se dedicó a buscar a los niños a lo largo del mundo. Tras ser encontrados, eran conducidos al Massive Dynamic Experimental Campus, donde se les enseñaba a controlar sus habilidades. Uno de aquellos niños, aquel que habían apodado como September, fue encontrado en 2009 en el sótano de un edificio abandonado. Enseguida formó una conexión empática con Olivia Dunham, la agente del FBI encargada de su caso.
Años después, September y sus compañeros se convirtieron en los Observadores, un grupo de vigilantes interdimensionales dedicados a velar por la integridad del continuum espaciotemporal. Y aunque su misión es no interferir en los acontecimientos, a September no le agradan los futuros que ha visto: en todos ellos Olivia muere en trágicas circunstancias. Una verdad que el calvo no quiere asumir: la chica no puede morir porque "es importante". Pero September tiene una corazonada. Y es que tal vez la clave para la salvación de Olivia resida en rescatar a un chico que estaba destinado a morir siendo un niño...
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