Esta serie ha recreado un mundo con unas reglas más o menos maleables, que influyen a unos personajes muy curiosos y que pueden ser del agrado del espectador o no serlo, pero siempre ha intentando mantenerse viva y ser, sobre todo, autocrítica con sus defectos, motivo por el cual hayan incluso bromas internas sobre los enemigos y temporadas más flojas del show (véase los leviatanes y los Hombres de Letras de Inglaterra); sin embargo, hay una serie de elementos que se han encargado de darles un sentido fijo y un acabado óptimo en esta resolución de la serie.
-El plot armor: Uno de los aspectos que más me chirriaban a medida que incrementaba la peligrosidad de los enemigos, era el hecho de que NUNCA se emplease a fondo ese poder para acabar con los Winchester. Muchos enemigos posteriores a la séptima temporada eran capaces de eliminar a los débiles con el simple chasquido de los dedos, algo que Dios y los arcángeles realizaban siempre, entre muchos otros (no, Thanos, no fuiste el primero); sin embargo, siempre se han empleado empujones, lanzamientos al aire, etc., cuando se trataba de los valerosos hermanos. En esta temporada por fin se aclara ese detalle al explicar que Dios siempre se encargaba de defender a los hermanos con toneladas de "suerte" para así eludir la muerte en las centenares de misiones que llevaban a cabo.
-Determinismo vs Libre albedrío: Una reflexión bastante intrigante que tuve al meditar sobre el "El canto de cisne" (último capítulo de la quinta temporada) consistía en si el sacrificio de Sam fue elección propia o había sido escrita por Dios. A efectos prácticos, una respuesta u otra no varía mucho, ya que todo entraba dentro del juego metafísico elaborado por el Grandísimo; sin embargo, si se trataba del primero caso eso indicaría que la heroicidad y el acto de sacrificio eran reales, en cambio, si todo estaba predestinado eso indicaría que ninguna de las elecciones de los hermanos, ni siquiera las más trascendentales, surgieron de su furor interno, sino de las escrituras deterministas de Dios. Tanto ellos como todos los demás fueron marionetas todo el tiempo.
En esta temporada se aclara la duda, Dios redirige la vida de los hermanos todo lo que desea con sus manipulaciones y movimientos invisibles, pero existen puntos clave en los que entra en juego la elección y, tanto Dean como Sam, tienen la capacidad de adoptar el camino más inesperado, aquel que no le gusta a Dios, que suele ser aquel que está acorde con sus férreos principios. Tan ellos como Castiel, sobre todo este tercero, son los personajes con más control de su propia vida y, tras la reconversión de Jack en Dios, todos los seres vivos escapan de las escrituras deterministas divinas.
-Los territorios metafísicos: Aparte del mundo terrenal, existen el cielo y el infierno (y el purgatorio, pero ahora mismo no nos interesa esta región). El infierno siempre nos ha sorprendido por su incontenible actividad, los demonios hacían lo que querían con los humanos a base de tratos demoníacos y en muchas ocasiones se escapaban a la superficie, o maniqueaban para tener influencia o control más allá de su territorio (tenemos de ejemplo a Crowley, el demonio de ojos amarillos, otros demonios superiores, Lilith... algunos de ellos manipulados por el plan de Dios); no obstante, una vez Rowena se convierte en la líder suprema del infierno, esta logra sellar a todos los demonios y cesa la actividad externa, evitando escaramuzas y grandes planes de dominación. El infierno pasa a ser esa cárcel metafísica que estaba planeada ser desde un inicio.
El cielo, en cambio, tenía unas características bien extrañas. Las almas allí tenían el seguro de ser felices, pero de una manera peculiar, estaban encerradas cada una en su propio paraíso ideal rememorando hasta el infinito los mejores momentos vividos, lo que, a fin de cuentas, implicaba una soledad eterna y el eterno retorno, sin poder llevar a cabo nuevas acciones, estando limitadas por completo. Con la modificación llevada a cabo por Jack y Castiel, el cielo pasa a ser un mundo abierto en el que todas las almas pueden interactuar entre sí, aparte de mantener esa capacidad de recibir aquello que deseen.
-Los entes cósmicos: El vacío, la oscuridad y Dios tenían necesidades. El vacío solo quiere dormir y, una vez fue despertado en la catorceava temporada, acaba realmente crispado e iracundo. Cuando Jack pasa a liderar el universo logra que todo termine en su sitio, saca a Castiel del vacío y, con ello, esta entidad puede volver a dormir. La oscuridad, en cambio, si bien en un inicio deseaba destruir todo a modo de venganza, después descubre el placer de vagar por el universo adelante y se apiada de la existencia. Entre una cosa y otra acaba decepcionada y se une a Dios, es con la llegada de Jack que encuentra de nuevo el equilibrio y se mantiene estable. Respecto a Dios es mejor hablar de Él aparte.
-La esencia de Dios: Dios, en esta obra audiovisual, es una entidad inconmensurablemente poderosa pero, sin lugar a dudas, que es imperfecta para los cánones de idealización humana. Dicho hasta la extenuación, Chuck no es más que un dios caprichoso, egocéntrico y manipulador, que su único fin es sentirse a gusto y vanagloriarse de sus propias obras, la Creación y el destino. Sin embargo, pese a tener un poder abrumador, su capacidad para diseñar su universo (o multiverso) deja que desear ya que está lleno de imperfecciones. Sus primeras creaciones vivas fueron los leviatanes, y acabo tan harto de su instinto devorador que creó el purgatorio para encerrarlos y abandonarlos. Los seres angelicales fueron creados para el mantenimiento del mundo y, sobre todo, para que tuviesen obediencia absoluta respecto a los designios de Dios, motivo por el cual ningún ángel (excepto Castiel) era realmente libre. Después se aburrió de ellos y prefirió crear algo lleno de emociones y capaces de vivir todo tipo de situaciones, lejos de la robótica personalidad de los ángeles, y esto fue la Humanidad, aunque también se aburrió de ella y, aprovechando su maniqueísta tendencia a regular la Creación, ideó una historia para que todo girase en torno a los Winchester (su nacimiento estuvo destinado a producirse) y así confrontar el Bien y el Mal en una batalla épica.
Es en este punto en el que los hermanos empiezan a mostrar su capacidad de decisión (junto con Castiel) y sorprenden a Dios, lo que conlleva a seguir escribiendo sobre ellos y mantenerlos vivos (las continuas resurrecciones de Castiel) hasta que, en un giro inesperado, no hacen lo que Él había visualizado y la confrontación termina en enemistad, iniciando el fin de todo.
Pese a que Chuck sea Dios, no se trata de una entidad absoluta, solo lo es en apariencia en las escalas menores, esto conlleva a poseer una parcial omnisciencia, omnipresencia, omnipotencia y bondad. No es omnisciente porque, aunque pueda prever todas las posibilidades, no sabe la elección que van a dar los seres de libre albedrío (Sam, Dean y Castiel) ni tampoco la de otros entes cósmicos (Oscuridad y Vacío) aunque sí que puede llegar a manipularlos. Tampoco puede conocer su propia muerte ni las circunstancias relacionadas con la misma. No es omnipresente ya que, aunque su esencia esté en toda la Creación no está en el Vacío ni tampoco está localizado constantemente en todas partes. No tiene omnipotencia porque no puede vencer a la Oscuridad ni tampoco puede manipular toda la realidad de manera inmediata, motivo por el cual tarda tiempo en destruir el multiverso. Por último, no tiene bondad ya que las acciones buenas las lleva a cabo únicamente por necesidad de su historia.
Lo magnífico de que Chuck se convierta en Dios es que este sí que tiene bondad al poseer alma y empatía (a diferencia de Dios, que lo dice claramente en la temporada catorce).
-El desenlace de los hermanos: Aquí es donde puede haber una disputa de opiniones sobre si ha sido bueno o no el final, pero lo cierto es que, más allá de los gustos personales, es el final que anunciaba la serie desde el inicio. En la primera temporada e, incluso, en el primer episodio, se dice entre líneas qué es lo que desea más cada uno de los protas. Sam quiere una vida normal y Dean quiere una vida familiar y feliz haciendo las pequeñas cosas que le agradan. Si bien el penúltimo capítulo anunciaba un final de pura libertad en la carretera, lo cierto es que ninguno de los dos cumpliría por completo su sueño.
Al morir Dean este se libra de la caza, que era lo único que sabía hacer pero que también era su fuente de penas y desgracias, y, a cambio, obtiene la tranquilidad del paraíso, en el cual iba a estar con TODOS sus seres queridos. Su padre, su madre, Bobby, Castiel, otros conocidos importantes... Sam, en cambio, recibe la muerte de Dean, pero de los dos hermanos es el único que sería capaz de sobrellevar la pérdida, algo que ya se había demostrado previamente en diversas ocasiones. Sam es capaz de seguir adelante, Dean se volvería loco por recuperar lo perdido y, al ver que no lo consigue, entra en una espiral de autodestrucción. A cambio gana una vida normal, se sobreentiende que con Eileen (la cual no sale por cuestiones de CoVid) y con un hijo. Esto se debe a que los grandes males del mundo están solventados y ningún demonio u otra criatura realmente peligrosa iría tras de él o de su familia. Al final, cuando la muerte llegase, se reencontraría con Dean en el paraíso y, de esta forma, los dos hermanos vuelven a estar juntos para el resto de la eternidad.