Ahora que todo el mundo está hablando de Making a Murderer es buen momento para recuperar una de las producciones que iniciaron la pasión por los entresijos de los casos criminales y procesos legales el año pasado.
A principios de 2015 la HBO estrenó The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst, una serie documental de 6 episodios en la que se narraba la vida de Robert Durst, heredero de una de las familias más ricas de Nueva York, quien se vio envuelto en una investigación policial tras la desaparición de su esposa en 1982 y cuyas repercusiones han llegado hasta hoy.
La producción corre a cargo del director Andrew Jarecki, responsable de los documentales Capturing the Friedmans (sobre una familia de pedófilos, muy recomendable y aterrador) y Catfish. Previamente, Jarecki había adaptado este material en la película Todas las cosas buenas, con Ryan Gosling y Kirsten Dunst, pero ahí está todo el caso resumido en dos horas y es un churro; con esta serie pudo narrar todo lo ocurrido y ofrecer todos los detalles.
Episodios
Chapter 1: A Body in the Bay
Chapter 2: Poor Little Rich Boy
Chapter 3: The Gangster's Daughter
Chapter 4: The State of Texas vs. Robert Durst
Chapter 5: Family Values
Chapter 6: What the Hell Did I Do?
Canal + la emitió hace unos meses bajo el título de El gafe.
El documental combina trabajo de investigación con material de archivo, entrevistas al propio Robert Durst y su entorno y reconstrucciones de los hechos, narrando desde la infancia de su protagonista hasta la conclusión final del juicio. Cuando se estrenó fue todo un fenómeno y durante seis semanas tuvo a millones de personas enganchadas a la HBO con el rostro perplejo ante lo que estaban viendo.
Os recomiendo una cosa: NO leáis absolutamente nada sobre el caso real y poneros a verla. La historia es tan intrincada y llena de giros locos que parece mentira que sucediese de verdad y está estructurada de tal manera que cada episodio os dejará con ganas de ver el siguiente, hasta llegar a su emocionante final. Yo la vi comiéndome algún spoiler y, aun así, cuando llegué a los dos últimos episodios estaba mordiéndome las uñas y al borde del asiento; te deja a cuadros ver la personalidad de Durst.