Hay un tema que se me viene a la cabeza a la menudo, y seguro que a vosotros también: ¿qué ha causado, a lo largo de incontables milenios, que poseamos una capacidad intelectual y creativa muy por encima de la de otros animales? Esto habitualmente nos lleva hacia otra pregunta: ¿hay algún agente externo que haya influído en ello de alguna manera? Por ejemplo, sabemos con cierta certeza que el ser humano empezó a mejorar su capacidad craneal cuando empezó a cocinar la comida, lo que requería masticar menos, y en definitiva hizo que con el paso de las generaciones, la mandíbula se aminorase, dejando más espacio para la cavidad craneal del cerebro.
Una pregunta hace saltar siempre a otra pregunta, y la próxima que se me vino a la mente, fue la siguiente: ¿y si el arte, como máxima expresión de la subjetividad humana, ha desempeñado también un importante papel en ello?
Al igual que nuestro estudio de la realidad a través de la lógica, las matemáticas y el raciocinio en general ha afectado en gran medida al arte (por ejemplo, a composiciones musicales, a mejores técnicas de cincelado en esculturas, o técnicas de pintura hiperrealistas), es posible que este efecto no acabe ahí, y que estas expresiones artísticas también alimenten nuestro lado racional de alguna manera, de forma que la cognición objetiva y racional, y la subjetiva y artística, formen un bucle retroalimentativo.
La música y su efecto sobre la mente
Schopenhauer, famoso filósofo existencialista pesimista, decía que "La vida no tendría sentido sin música". Otros famosos filósofos como Albert Camus o Nietzsche alegaban que de todas las artes, la música y la danza hacia ella, era la expresión más humana de todas. Me encanta cómo Camus alegaba que el baile era "la mayor rebelión contra el absurdo de la existencia". Por otra parte, el importante físico Feynman, ateo declarado y claro defensor de la "falta de razón" de cualquier cosa, era famoso por bailar y cantar en público siempre que se le brindaba la ocasión, ya que él mismo decía que eso era la verdadera vida.
En la imagen de arriba tenemos a Wolfgang Amadeus Mozart, uno de los más brillantes compositores de todos los tiempos. Un claro ejemplo de cómo el raciocinio y las matemáticas, unidas a esa curiosa aleatoriedad que nos brinda la subjetividad de nuestra mente, pueden crear piezas musicales excelentes y que sentaron las bases de la música tal y como la conocemos. A su música, junto a la de otros músicos clásicos, se les atribuye popularmente un efecto ampliamente positivo sobre la psique e incluso sobre el intelecto, que aunque a falta de evidencias rigurosas de estas afirmaciones, sí ha demostrado muchas veces ser útil para la relajación y para arduos trabajos mentales, para incontables individuos.
Es casi obligatorio hacerse una pregunta en estos instantes: ¿han afectado músicos como Mozart, Beethoven, Bach, Chopin, Vivaldi... a cómo nuestras mentes trabajan? Desde luego, descubrieron melodías y estructuras musicales que luego serían usadas por incontables músicos para sus composiciones, por lo que está claro que han afectado al arte musical de una manera notable. A sabiendas de que la música nos afecta notoriamente al estado de ánimo, y que éste a su vez condiciona nuestras interpretaciones y respuestas a los estímulos, podríamos decir que en efecto, podría haber cierto grado de efecto de sus creaciones sobre cómo nuestras mentes trabajan. Al menos, para los que escuchamos música con cierta asiduidad.
Me parece harto curioso como la correcta armonía musical puede afectarnos de esa manera. Ondas sonoras, vibraciones en el aire, que se traducen en alteraciones del comportamiento, gracias a una interpretación de nuestra mente que, simplemente, reacciona ante ellas de una forma específica. Sin tener que irnos a los clásicos, podemos notar cómo nuestro comportamiento cambia cuando escuchamos cualquier canción, sea del género que sea. Especialmente, si dicha canción nos gusta, o nos provoca una respuesta emocional.
Otro ejemplo de ello, lo podemos encontrar en movimientos musicales más recientes, como por ejemplo, el punk. Su música es sucia, irreverente, no tiene por qué seguir las escalas armónicas con precisión, ni tan siquiera tocar una melodía que sea pegadiza. Simplemente, con unas fundación musical simple, siguiendo los ritmos en cierta medida y expresando melodías básicas, es capaz de imbuir un estado mental distinto a quien lo escucha y lo disfruta. Y lo curioso, es que es un estilo musical que bebe mucho de nuestro lado racional, pero de una forma totalmente distinta a como lo hace la música de Mozart y los clásicos.
Es un estilo musical que, en lugar de centrarse en la belleza musical, se centra en el mensaje. Cuando pensamos en el punk, independientemente de que lo disfrutemos o lo aborrezcamos, se nos vienen a la cabeza inmediatamente palabras como "rebeldía", "reivindicación", "lucha" y "activismo". Lejos de haber una paradoja del huevo o la gallina, en el punk podemos identificar que el género ha nacido del mensaje antiimperialista y antifascista que ya comenzaba a asentarse alrededor de los 70 del siglo pasado. Pero a día de hoy, una parte nada deleznable de quienes promueven estos mensajes, han llegado a ellos a través de su música. Expresión ideológica a través del arte... curioso, ¿no?
Creo que cualquiera que tenga unas nociones mínimas de arte sabrá que esto no es, ni mucho menos, el primer caso de ello. Arte e ideología siempre han ido de la mano, siendo la segunda el motor de la primera, pero...
... ¿nos estamos yendo del tema? No, no. Recordemos la pregunta anterior, ligeramente transformada a una versión más general: ¿ha afectado el arte a cómo nuestras mentes trabajan? Bien, pues si hacemos síntesis de lo comentado hasta ahora...:
- El arte modifica nuestro estado anímico, y por tanto, nuestra cognosción.
- El arte actúa habitualmente como medio de expresión de valores racionales (ideológicos, filosóficos, etc).
- El arte se ve afectado por nuestro raciocinio (matemáticas, cosmovisión personal...).
Indudablemente, esto me hace llegar a la conclusión, por supuesto desde una perspectiva agnóstica y sin aseverar nada, de que muy probablemente el arte, en efecto, afecte a cómo pensamos. Se convierte en el motor de muchas de nuestras acciones, y nos hace ver el mundo de forma distinta. Nos acerca formas de ver las cosas que no conocíamos, expresadas en medios llenos de subjetividad y cierta aleatoriedad, que facilitan que nuestra mente capte dicha información y asocie una respuesta anímica (la de la percepción de la pieza artística que estamos observando) con su pieza racional y objetiva. Y esto probablemente no sólo sea aplicable a la expresión textual, sino también a estructuras matemáticas y lógicas como las que percibimos en la música clásica, cuadros hiperrealistas o abstractos, y otras formas de arte.
En definitiva: creo que el arte es una "ayuda" de la que nuestro raciocinio echa mano, para extenderse e incluso "procesarse" en nuestras mentes. El lenguaje es algo parecido también, pero quizá el arte sea... nuestro lenguaje más primitivo.
Bueno, esa era mi reflexión. ¿Qué pensáis sobre ello? ¿Qué papel juega el arte en nuestro intelecto y raciocinio, para vosotros?