Más de 22.000 fragmentos de basura pululan por el espacio, según datos de las principales agencias espaciales que tienen previsto reunirse entre los próximos 7 y 9 de junio en Madrid en la I Conferencia Europea sobre Vigilancia Espacial.
A la conferencia asistirán representantes de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y de las agencias espaciales de Estados Unidos (NASA), Alemania, Francia, Japón, Reino Unido, Canadá, China y Corea del Sur.
También intervendrán ingenieros y expertos del sector privado, como Nicolas Bobrinsky, responsable de la fase preparatoria del programa europeo para seguridad espacial SSA (European Space Situational Awareness Preparatory Programme).
Según los datos de las citadas agencias, se estima que la cantidad de fragmentos que pululan, desde pedazos de sólo unos centímetros hasta satélites enteros ya en desuso, se triplicará en los próximos 20 años.
Entre los temas que se abordarán en la citada conferencia se encuentra el de la amenaza que supone la basura espacial para numerosos servicios que dependen del espacio -desde las telecomunicaciones a la predicción del tiempo-.
Además se expondrán otros riesgos para el correcto funcionamiento de los satélites y se revisarán las ideas y conceptos actualmente sobre la mesa para evitar que siga proliferando la basura espacial, para monitorizar con más precisión su trayectoria y para establecer sistemas eficaces de alerta a los operadores en caso de posibles impactos.
Entre éstos se encuentra el de la creación de un catálogo común que incluya datos sobre vigilancia y seguimiento de los fragmentos de basura espacial, y para determinación de su órbita.
En opinión de Emmet Fletcher, director del segmento de Vigilancia Espacial del programa SSA de la ESA, una colisión con un objeto tan pequeño como una moneda "puede destrozar un satélite y además crear, en el proceso, miles de piezas adicionales de basura espacial".
La SSA no solo se ocupa de la basura espacial sino también de la reentrada en la atmósfera de objetos en órbita; de las colisiones en órbita, así como de la vigilancia de meteoritos susceptibles de chocar contra la Tierra.