El ser humano está propiciando la sexta extinción masiva en la historia de la Tierra
La biodiversidad del planeta es la más alta en la historia de la vida. Sin embargo, desde 1500, más de 320 vertebrados terrestres se han extinguido.
La biodiversidad actual del planeta, el producto de 3.500 millones de años de ensayo y error evolutivo, es la más alta en la historia de la vida. Pero puede estar llegando a un punto de inflexión. Un grupo de científicos advierte de que la pérdida y el deterioro de los animales está contribuyendo a lo que parece ser los primeros días de la sexta extinción biológica masa del planeta.
Desde 1500, más de 320 vertebrados terrestres se han extinguido. Las poblaciones de las especies restantes muestran una disminución promedio del 25% en abundancia. La situación es igualmente grave para la vida de los animales invertebrados. Según informa un estudio sobre el impacto de los humanos sobre el número de animales en declive, este descenso importa por los enormes beneficios que los invertebrados, como insectos, arañas, crustáceos, babosas y gusanos, tienen en la vida diaria de los hombres, como la polinización y el control de plagas en los cultivos, la descomposición y el ciclo de los nutrientes, la filtración del agua y la salud humana.
Los invertebrados son vitales para la filtración del agua y la salud humana
El estudio, publicado en la revista 'Science' y liderado por el 'University College London' (UCL), en Reino Unido y las universidadades de Stanford y de California en Santa Bárbara (UCS, ambas en California, Estados Unidos, se centró en la desaparición de los invertebrados, en particular, porque los grandes vertebrados se han estudiado ampliamente. Encontraron cambios generalizados similares en ambos, con una disminución en curso en los invertebrados que sorprendió a los científicos, ya que, anteriormente, habían sido vistos como los supervivientes de la naturaleza.
Esta decadencia en el número de invertebrados se debe a dos factores principales: la pérdida de hábitat y la alteración del clima a escala global. Slo en Reino Unido, los científicos observaron que en las zonas habitadas por insectos comunes, como escarabajos, mariposas, abejas y avispas, se ha producido un descenso de entre el 30 y el 60% en los últimos 40 años. La disminución de estas especies pone en peligro, en gran medida, la capacidad de la naturaleza de proveer a los seres humanos de cosas que necesitan.
Menos polinizadores
En términos económicos, estos animales proporcionan servicios importantes a los humanos, a menudo, de miles de millones de euros. Por ejemplo, se requiere la polinización de los insectos en el 75% de todos los cultivos alimentarios del mundo y se estima en un valor de aproximadamente el 10% del valor económico de toda la oferta de alimentos del mundo. A nivel mundial, los polinizadores parece estar disminuyendo fuertemente en abundancia y diversidad. El valor del control de plagas por los depredadores nativos solo en Estados Unidos se estima en 4.500 millones de dólares (3.337 millones de euros) al año, unos costos que podrían aumentar con la disminución del número de depredadores.
Además, los insectos y los vertebrados (como las aves) son importantes para el ciclo de los nutrientes y llevarlos a través de largas distancias, sin los cuales la integridad de las funciones de otros ecosistemas, como la productividad de las plantas, podría verse comprometida.
Por su parte, la disminución de las poblaciones de anfibios ha conducido a un aumento de las algas y la biomasa de las aguas residuales, lo que a su vez reduce la absorción de nitrógeno. También la caída del número de invertebrados se conoce por poner en peligro la producción de alimentos al reducir la polinización, la dispersión de semillas y la depredación de insectos, pero el impacto que la continua pérdida de animales, incluyendo invertebrados, tiene sobre la propagación de las enfermedades humanas debe entenderse mejor como una prioridad.
Los científicos creen que hay una creciente comprensión de cómo los ecosistemas están cambiando, pero para hacer frente a estos problemas, se necesitan mejores predicciones del impacto de los cambios junto con políticas efectivas para revertir las pérdidas actualmente observadas. Con este enfoque, puede priorizarse la conservación de las especies para proteger los procesos que sirven a las necesidades humanas y promoverse campañas de éxito a mayor escala para efectuar un cambio positivo a nivel mundial.
Más riesgos de transmisión de enfermedades
"Nos quedamos impactados al descubrir pérdidas similares en los invertebrados a las de los animales más grandes, ya que se pensaba anteriormente que los invertebrados eran más resistentes. Aunque no entendemos completamente cuál será el impacto a largo plazo de la disminución de estos números, en la actualidad nos encontramos en la posición potencialmente peligrosa de perder una parte integral de los ecosistemas sin saber qué papel juegan", afirma Ben Collen, autor del estudio y experto en Biociencias de UCL.
A ello, Rodolfo Dirzo, del Instituto Stanford Woods para el Medio Ambiente de la Universidad de Stanford y autor principal del estudio, añade: "Cuando la densidad humana es alta, se producen altas tasas de defaunación, alta incidencia de roedores y, por tanto, altos niveles de patógenos, lo que aumenta los riesgos de transmisión de la enfermedad. ¿Quién iba a pensar que solo la defaunación tendría todas estas consecuencias dramáticas? Puede ser un círculo vicioso".
Fuente: 20 Minutos
Fuente alternativa: Sciencemag
Opinión propia: No es dudable ni cuestionable el hecho de que el ser humano ha provocado muchos problemas a nuestro planeta. Hemos contaminado el ecosistema (algunos incluso de forma catastrófica, véase Chernobyl, Fukushima y demás), hemos ensuciado los océanos de una manera inimaginable, y hemos acabado directamente con muchas especies. Y lo peor, indirectamente, con muchísimas más.
No es de extrañar que podamos considerar lo que sugiere la noticia: que estamos siendo no sólo partícipes, sino más bien autores, de una nueva extinción masiva en nuestro planeta. Está claro que no se puede exagerar; esto dista enormemente de asemejarse a las grandes extinciones que han habido, pero el daño está hecho, y no sabemos por cuánto tiempo seguiremos haciéndolo. Esto podría ser el principio de algo mucho mayor -y peor- si no se le ponen trabas en seguida.
Esperemos que la conciencia ecológica aumente en los próximos años y las siguientes generaciones, o terminaremos llegando a un punto de no retorno donde los perjudicados ya no sean los animales o el ecosistema, sino nosotros.