"Durante los últimos 25 años he estado estudiando los juegos de azar y creo apasionadamente que estos juegos en su forma más extrema son tan adictivos como cualquier droga.
El costo social y de salud de los problemas de juego es enorme y tiene muchas cosas en común con las adicciones más tradicionales; por ejemplo, cambios en el estado de ánimo, problemas de relación, absentismo laboral, violencia doméstica y bancarrota.
Los efectos en la salud, para los jugadores y sus parejas, incluyen ansiedad y depresión, insomnio, trastornos intestinales, migraña, problemas vinculados al estrés, malestares estomacales y pensamientos suicidas.
Si las conductas como el juego de azar pueden convertirse en una adicción genuina, en teoría tampoco hay razón que impida que algunas personas se conviertan en adictos genuinos a actividades como los videojuegos, el trabajo o el ejercicio.
La investigación sobre jugadores patológicos muestra que estas personas, cuando se ven sometidas a abstinencia de juego, presentan al menos un efecto secundario físico, que puede ser insomnio, dolor de cabeza, pérdida de apetito, debilidad física, palpitaciones, dolor muscular, dificultad para respirar y escalofrío.
De hecho, comparados con los adictos a drogas, los jugadores patológicos parecen experimentar más efectos físicos por abstinencia cuando intentan dejar su conducta.
Entusiasmo exagerado o adicción
Pero entonces, ¿cuándo se convierte en adicción el entusiasmo excesivo por una actividad?
Puedo pensar en muchas personas que se comprometen excesivamente en actividades pero no las clasifico como adictas porque no parecen experimentar ningún efecto perjudicial por llevar a cabo esa conducta.
En resumen, la diferencia fundamental entre un entusiasmo excesivo y una adicción es que los entusiasmos sanos enriquecen la vida pero las adicciones la empobrecen.
Para que cualquier conducta pueda ser definida como adictiva, tiene que haber consecuencias específicas, como el que ésta se vuelva la actividad más importante en la vida de la persona o la única forma con la que puede mejorar su estado de ánimo.
Además, pueden sentir la necesidad de incrementar gradualmente la cantidad de tiempo que le dedican a esta actividad porque si no lo hacen comienzan a experimentar síntomas psicológicos de abstinencia.
Esto puede conducir a conflictos con el trabajo y las responsabilidades laborales. El individuo puede incluso experimentar "recaídas" si intenta renunciar a su actividad.
La forma en la que se desarrollan las adicciones, ya sean químicas o conductuales, es compleja.
Una conducta adictiva se desarrolla por una combinación de la predisposición biológica/genética
de la persona, el ambiente social en el que se desenvuelve, su constitución psicológica -como factores de personalidad, actitudes, expectativas y creencias- y la propia actividad.
Muchas adicciones conductuales son adicciones "escondidas". A diferencia, por ejemplo, del alcoholismo, esas no muestran síntomas obvios, como hablar con dificultad o no poder caminar en línea recta.
Sin embargo, una adicción conductual es un asunto de salud que necesita ser tomado seriamente por todos los profesionales de la salud.
Si el principal objetivo de los médicos es cuidar la salud de sus pacientes, entonces la concientización sobre las adicciones conductuales y los problemas las rodean debe ser una parte importante de su conocimiento y entrenamiento básicos.
Las adicciones conductuales pueden ser tan graves como las adicciones a las drogas".