La idea surgió cuando se observó que las infecciones víricas naturales o una vacunación eran capaces de provocar la regresión espontánea de los tumores. Estos virus, denominados oncolíticos, tienen la capacidad de penetrar en las células cancerígenas y replicarse en su interior provocando su muerte. Los avances de la ciencia han permitido modificar genéticamente estos microorganismos para que sólo entren en las células tumorales -sin atacar a las sanas- y para que porten genes especialmente útiles para destruirlas.
Uno de estos virus alterados es JX-594, derivado de la vacuna contra la viruela de la compañía Wyeth, modificado por investigadores del Instituto de Investigación del Hospital de Ottawa y de la Universidad de Ottawa (Canadá) para incorporar tres genes que le hacen específico de los tumores, estimulador de las defensas anticancerígenas y fácilmente detectable.
Con él, se ha realizado un ensayo clínico en el que han participado 23 pacientes con diferentes tipos de cáncer (ovario, pulmón, colorrectal, etc.) en estado avanzado. Los participantes, que no respondían a las terapias habituales, tenían la enfermedad muy extendida y presentaban metástasis diseminadas por el cuerpo.
Administración intravenosa
Los responsables del ensayo les administraron una dosis única por vía intravenosa de JX-594 a diferentes concentraciones para comprobar la seguridad del tratamiento y su eficacia a la hora de alcanzar los tejidos tumorales. A los 10 días de la infusión, recogieron biopsias de diferentes partes para comprobar dónde se había 'alojado' el virus.
Siete de los ocho pacientes (el 87%) de los dos grupos que recibieron las dosis más altas mostraban replicación del virus en los tumores y metástasis pero no en las células sanas. Además, en las zonas donde JX-594 se reproducía se detectó la expresión del gen introducido para facilitar su detección.
John Bell, uno de los investigadores implicados, ha manifestado su "entusiasmo" con estos resultados ya que "es la primera vez en la historia médica que se ha demostrado que la terapia viral se replica de forma eficaz y selectiva en el tejido cancerígeno después de una infusión intravenosa".
El hecho de que el virus se administrara por esta vía "es crucial para el tratamiento del cáncer porque nos permite llegar a cualquier tumor en el cuerpo, en contra de lo que ocurre con aquellos [virus] que se deben inyectar directamente en el proceso maligno", subraya Bell. En resumen, podría sentar las bases de una terapia sistémica con virus para los pacientes con cáncer. Además, "es importante porque demuestra que podemos usar esta estrategia para lograr la expresión de genes concretos en un tumor, abriendo así la puerta a un nuevo abanico de terapias dirigidas contra el cáncer", añade. Es decir, podrían incorporar genes que hicieran a los tumores más susceptibles a la quimioterapia, por ejemplo.
Freno a la enfermedad
Pero los autores fueron un paso más allá en su estudio y analizaron la actividad antitumoral de JX-594. Es decir, si el virus había frenado la evolución de la enfermedad. Seis de los ocho pacientes tratados con las dosis más altas vieron como sus tumores se estabilizaban o disminuían de tamaño tras el tratamiento.
"Pese a las limitaciones, estos resultados demuestran de manera convincente la liberación y replicación exitosa de un virus oncolítico en las zonas de metástasis", destaca Evanthia Galanis, especialista en oncología de la Clínica Mayo (EEUU), en un editorial que acompaña al trabajo.
Este ensayo no es el único en marcha con virus oncolíticos. Hay varios proyectos que están en fase III -la última antes de poder alcanzar el uso clínico-, de donde podrían salir las primeras viroterapias aprobadas en EEUU y Europa, "generando nuevas y valiosas herramientas clínicas para los oncólogos", concluye Galanis.