El brote de hanta comenzó hace unos días en la cárcel El Manzano de Concepción, donde dos reclusos han fallecido durante los últimos días. Héctor Rodrigo Soto, de 30 años, y José Miguel Ortega, de la misma edad, perdieron la vida como consecuencia de sendos paros cardiorrespiratorios provocados por la enfermedad que transmiten los roedores silvestres.
El ministro de Salud, Jaime Mañalich, ha indicado que otros tres reclusos se han contagiado y que dos de ellos se encuentran hospitalizados. Según el titular de salud, el resto de presos se halla bajo observación y serán trasladados a un centro médico ante cualquier síntoma de la enfermedad.
Las autoridades sanitarias han decidido distribuir cloro y mascarillas entre los vecinos de las zonas aledañas a la cárcel El Manzano, para tratar de controlar la transmisión de la enfermedad. Se estima que hay 37 personas, entre reos y gendarmes, que estuvieron en una situación de riesgo.
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Por los estudios que se han hecho hasta el momento parece que los ratones se establecieron en los conductos de agua potable. Además de los dos fallecidos de Concepción, una tercera víctima ha muerto en la Octava Región o Región de El Bío-Bío. La persona falleció en el hospital de la ciudad chilena de Los Ángeles, después de disfrutar de unas vacaciones en la localidad de Huépil.
Las autoridades han informado de que se han detectado tres casos más en zonas rurales de La Araucanía, los cuales permanecen internados en el Hospital Regional de Temuco.
La seremi (Servicio Regional Ministerial) de Salud de la Araucanía, ha declarado alerta sanitaria preventiva al norte de la región, en la frontera con El Bío-Bío. El año pasado, hubo nueve casos de hanta en la Araucanía, de los cuales cinco fueron mortales.
En busca de agua potable tras los incendios
A los casos de Bío-Bío y Araucanía se añade otro en la Región del Maule, donde permanece hospitalizado un niño menor de siete años. El subsecretario de Salud, Jorge Díaz, ha señalado que una de las razones por las que los ratones de cola larga han ingresado a las zonas urbanas, podría ser los incendios forestales que están afectando al sur del país.
"Evidentemente existe alguna alteración ecológica del grupo de ratones que tiene probablemente que ver con desplazamientos en busca de agua y en busca de alimentos. Una de las razones que hemos visto como muy posible es que los incendios forestales que han ocurrido en el entorno de esta zona hayan desplazado mayor cantidad de población de ratones y eso ha hecho posible el contacto con el ser humano", dijo el subsecretario al diario chileno 'La Tercera'.
El subsecretario de Salud añadió además que "el ratón de cola larga es bastante tímido y no ingresa habitualmente a los domicilios, tampoco en la zona urbana misma, sino que más bien se mantiene en la periferia", por lo que debe existir alguna razón para que se acerquen a zonas más habitadas.
El subsecretario de Salud, Jorge Díaz, ha llamado a la población a extremar las medidas de limpieza para evitar contagios, y ha pedido paciencia y tranquilidad: "Hay que decirle a la población que en esto hay que tener tranquilidad, que esto es un problema que en Chile es endémico, que está permanentemente en nuestro país, que hemos convivido con los ratones colilargos durante mucho tiempo y con la infección por virus hanta, por lo que podemos evitar el riesgo".
Entre las principales vías de contagio de la enfermedad se encuentran: respirar aire contaminado con deposiciones, orina o saliva de ratones infectados por el virus; manipular roedores; hallarse en bodegas, galpones o casas que han estado cerrados o sin ventilación; formar parte de actividades agrícolas o forestales (quitar la maleza, tala de bosques, cosecha); la demolición o desmantelamiento de construcciones donde hay roedores silvestres; y actividades al aire libre en zonas rurales contaminadas por los roedores silvestres (nidos, establos, cúmulos de leña).
Los primeros síntomas de la enfermedad son similares a los de una gripe y culminan en complicaciones renales y pulmonares que pueden acarrear una parada cardiorrespiratoria. La enfermedad, descubierta en la década de los 60 por un médico coreano, se manifiesta en las personas entre una semana y 45 días después del contagio, por lo que su detección se hace complicada.