Siempre me ha interesado el aspecto artesanal de la producción del cine desde la creación del guion hasta la elección del objetivo, y aprecio tanto un buen montaje como una iluminación adecuada. Y sé que en este foro hay muchos como yo que disfrutan con los “cómo se hizo”, y casi tanto o más que con la propia película.
El problema que plantea esta afición es que en ocasiones resulta complicado suspender la incredulidad cuando eres consciente de los desequilibrios técnicos de una película, constituyendo ese análisis desmedido un inconveniente a la hora de disfrutar de la película.
Por otra parte, cuando das con una película en la que cada apartado es sobresaliente, la suma de sus partes te resulta tan satisfactoria que es probable que también la disfrutes más que otro espectador que no sea igual de consciente de tanto cuidado por el detalle.
Entre esas dos aguas me muevo a veces y no soy capaz de decidir si sería mejor enfrentarse a una película con los ojos de un niño o con los de un crítico. ¿Qué opináis?