Espectacular producción de ciencia ficción que logra entretener y emocionar al espectador.
En esta casa esperábamos con especial ansia el momento en que pudiéramos echarle el ojo encima al metraje completo de “Interstellar”, más allá de las espectaculares y prometedoras imágenes del tráiler. Tras el pase de prensa de la mañana del lunes, os ofrecemos esta crítica sobre ella, con dos contenidos muy diferenciados: por un lado, el habitual comentario sin spoilers, con apenas unos pocos detalles de la trama, y en segundo lugar, unos párrafos sobre la buena ciencia que esconde esta película, y cómo no, sobre algunas incongruencias en este tema. Esta última parte puede contener además algunos detalles de la trama, y por esta razón trazaremos una línea entre un contenido y otro, para que podáis ignorar el segundo, si es vuestro deseo.
La película dirigida por los hermanos Christopher y Jonathan Nolan, basada en una historia del conocido físico teórico y divulgador Kip Thorne, se centra en un futuro distópico, en el que la Tierra se ve asolada, merced al cambio climático potenciado por el ser humano, por plagas constantes y fenómenos metereológicos extremos, hasta un punto crítico. El alimento escasea, y tras cruentas guerras a escala global, con millones de muertos por las armas y el hambre, los pueblos del planeta han consensuado la abolición de los ejércitos y el gasto superfluo en maquinaria potencialmente no útil, y basado sus economías y educación en las industrias básicas, sobre todo en la agricultura.
Sólo los más dotados intelectualmente reciben becas para asistir a la Universidad. El resto de ciudadanos, al menos en los EEUU –el único país que se nos muestra-, sólo tiene futuro en la agricultura. A los niños se les reprueba por tener cualquier tipo de pensamiento crítico o ejercer alguna actividad intelectual que no esté relacionada con ella. Todos los esfuerzos van encaminados a proveer a la humanidad de sustento material básico, todo lo demás es secundario o visto como nocivo.
El maíz se ha convertido casi en el único alimento cultivable a gran escala, e incluso este pilar básico de la dieta estadounidense –y de muchos lugares del planeta- se ve amenazada, merced a la expansión de las tormentas de arena, que cubren ciudades y pueblos cada día, y por plagas contra las que no es posible luchar, salvo incendiando las cosechas.
Como consecuencia, cada vez hay menos plantas y la Tierra produce menos oxígeno. El polvo y el humo, habituales en pueblos y ciudades, ocasiona enfermedades de pulmón y dificulta la vida. El planeta se hace más inhabitable cada año que pasa, así que urge encontrar una solución definitiva. Un agujero de gusano, recientemente descubierto en el Sistema Solar, parece ser para las autoridades la respuesta a sus plegarias.
Pero los agujeros de gusano no proveen de comida, Interstellar que se sepa, así que la familia de Joseph A. Cooper (Matthew McConaughey) ha de vivir el día a día. Su esposa falleció hace años, dejándole al cargo de sus jóvenes hijos: Murph (Mackenzie Foy / Jessica Chastain) y Tom (Timothée Chalamet / Casey Affleck). Antiguo ingeniero y piloto de la NASA, Cooper hace años que ejerce de granjero, como la práctica totalidad de humanos en edad de trabajar, y no tiene contacto alguno con sus antiguos compañeros. La NASA ha cesado su actividad, como el ejército, y su vida pasa entre mazorcas de maíz y tormentas de polvo. Pero cada vez es más difícil sobrevivir a la dureza del campo… hasta que un acontecimiento cambia su vida de nuevo.
Como veis, no os cuento demasiado de la historia en sí. Alguien podría echarme en cara que estamos ante casi tres horas de metraje, con abundante acción y requiebros del guión, y que podría ser más explícito con la trama. Quizá sea tarde para vosotros, pero creo que lo mejor es que vayáis a verla sin saber nada más sobre ella, aparte de esta breve exposición, y la crítica habitual, que paso a compartir. Los más valientes podrán disfrutar, más adelante, y como digo, de forma separada, de detalles más jugosos. No estamos aún en ese punto.
“Interstellar”, en primer lugar, es una película espectacular en todos los aspectos, vibrante, visualmente sobrecogedora, con abundante acción y drama, y un argumento en parte ya visto en otras producciones del género de la ciencia ficción, pero desarrollado de forma más madura. Me atrevería a decir que cumple con las expectativas que despertó en su día “Gravity” y que no terminó de cumplir del todo (aunque estuviéramos ante una película soberbia en algunos aspectos). Destaca tanto en los aspectos técnicos como en los humanos, y en ocasiones apabulla con tanto despliegue visual y con diálogos profundos y transcendentes –a veces demasiado.
La película de los hermanos Nolan, en casi tres horas de metraje, desarrolla una trama que se cocina a fuego lento y se toma su tiempo con los personajes, incluso con los secundarios, a los que dota de profundidad poco vista en las producciones del género que se estrenan en pantalla grande. La situación general de la Tierra y los esfuerzos por poner remedio a los problemas se desgranan poco a poco, a medida que Cooper va quemando etapas. No es esta una película que aproveche para soltarnos el típico argumentario catastrofista y a continuación pase la no menos habitual sucesión de secuencias de acción protagonizadas por los héroes de turno. Los protagonistas de “Interstellar” no tienen nada de heroicos, y la tecnología de la que disponen está lejos de la exhibida en Star Trek, Star Wars, etc. Son humanos desesperados embarcados en la búsqueda de la supervivencia de la especie…
Estamos ante una película seria, que no juega la bazaInterstellar de la espectacularidad como única carta con un argumento resultón pero falto de consistencia. Los Nolan han meditado bien qué querían conseguir y cómo deseaban hacerlo, y el resultado es una cinta que merece, y con creces, una entrada de cine. Que logra impactar y emocionar, apelando a imágenes infartantes, a una acción trepidante, y al corazón y al cerebro del espectador. En ocasiones se excede con la lágrima o la grandilocuencia de algunas escenas, pero en general hay mucho equilibrio entre acción y diálogos, con algunas perlas de humor negro que aligeran algo la densa trama.
El elenco de actores ayuda a una inmersión plena del espectador en la historia. Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Michael Caine, John Lithgow, Matt Damon… todos ellos hacen un magnífico trabajo, en especial los dos primeros, protagonistas absolutos de la cinta, antes vistos como secundarios sin demasiado brillo y últimamente reivindicados como actores de talento, gracias a “True Detective” y “Los miserables”. La ambientación, tanto en la Tierra como en el espacio profundo, está muy conseguida, con una fotografía casi perfecta, hiperrealista y llena de matices, sin aspecto por pulir; la combinación de todos estos elementos nos hace abrir la boca de puro asombro en más de una secuencia, puedo asegurároslo.
Quizá el único pero –junto a ciertos temas científicos- de “Interstellar” sea la banda sonora, firmada por Hans Zimmer y Thomas Bergersen, y que en más de una secuencia os pondrá de los nervios, con acordes agudos y repetitivos, que acompañarían excelentemente con un viaje de ácido. Quizá fuese ese el efecto que perseguían, pero os puedo asegurar que en algún momento sentí ganas de golpearme la cabeza con algo, para dejar de oírla. También es cierto que en el pase de prensa a alguien se le ocurrió la genial idea de ajustar el sonido al máximo, con lo cual a veces nuestros corazones tendían a sincronizarse con los acordes de la banda sonora, y cada explosión o golpe lo sentíamos como propio…
El metraje se hace largo, debido a la intensidad de las emociones que nos hace sentir y del relativo abuso de las escenas emotivas, que en ocasiones lastran el ritmo narrativo, aunque sin llegar a interrumpirlo. Es sin duda uno de los grandes desdoros de la película, en particular para quien huya de este tipo de escenas.
Se habla mucho del 3D, pero realmente no hace falta para lograr transmitir al espectador sensaciones apabullantes, o la dimensión completa de las imágenes. Basta con plantearse las escenas con sentido, y cómo no, tener a tu disposición un jugoso presupuesto para mostrarlas como es debido. Parece claro que en esta película querían conseguir esa espectacularidad pero al mismo tiempo ser, en cierta forma, realistas. Al menos, todo lo apegado a la realidad que puede estarse con una distopía que se desarrolla en buena medida en el espacio profundo, claro. Sin 3D, logra, como decía, que abramos la boca en muchas secuencias, y que al mismo tiempo se note que, incluso en ciencia ficción, la tecnología puede tener un límite. El interior de las naves hace uso de esa sobriedad que se ve últimamente en estas películas, en un estilo muy alejado de Star Trek o Star Wars, por poner dos ejemplos. La tecnología –con detalles que conoceréis en la sección que contiene spoilers- recuerda en su aspecto a la disponible en lo que llevamos vivido del siglo XXI, con detalles más avanzados, pero no nos chocan sus paneles de control, ni su diseño ni sus funciones. Podemos reconocernos en ellos; simula un realismo con el que podemos conectar.
En “Interstellar” veremos agujeros de gusano, agujeros negros, exoplanetas con climas extremos… en la sobrecogedora inmensidad del espacio. El aspecto visual de estas escenas, y en parte la ciencia que hay detrás de estas singularidades y fenómenos varios, han contado con el asesoramiento del físico teórico y divulgador Kip Thorne, especializado en astrofísica relativista y física gravitacional. Hasta 2009 ocupó la cátedra Feynman en el Instituto Tecnológico de California, es colega y amigo de Stephen Hawking, con quien cruza sonadas apuestas sobre Física. Thorne defiende que se puede viajar en el tiempo hacia adelante gracias a los agujeros de gusano, y busca las predichas ondas gravitatorias, en un intento más por conciliar la física gravitatoria con la mecánica cuántica.
La película cuenta, pues, con el asesoramiento de una conocida figura en el campo de la física teórica, que, como veremos después, es aprovechado para algunas cosas, y apartado para afirmar otras…
En fin, tanto si buscáis una producción de ciencia ficción espectacular, que os emocione, e incluso que en buena parte se concilie con la ciencia especulativa que poseemos, “Interstellar” es vuestra película. Si huis de las cintas que duran casi tres horas, no soportáis que los argumentos se cuezan a fuego lento o que os provoquen alguna lágrima de vez en cuando, no os recomiendo que la veais. Esta película apela a todas las emociones básicas humanas, y algunos la disfrutarán mucho y otros no la soportarán. Me atrevo a decir que no hay término medio, o la amas o la odias. Avisados quedais.
Y ahora… … la sección con SPOILERS.
¿Seguro que deseais seguir?
Bien, adelante pues. Os he avisado…
spoilerHay que descubrirse el sombrero tanto por los efectos especiales como por la ciencia que esconden. Me atrevo a decir que jamás había visto en una pantalla de cine singularidades como un agujero negro o uno de gusano tan bien reflejados, incluso con la utilización de modelos que se usan en física para describir los fenómenos que tienen lugar en ellos y en sus afueras. Por otro lado, hay sombras…
InterstellarEl primer aspecto que me encandiló de “Interstellar” es el lanzamiento de la nave desde la Tierra. Utilizan un cohete desechable de varias fases con combustible líquido, nada que no hayamos visto en nuestra realidad; en lugar, por supuesto, de las naves futuristas que podemos ver en otras películas o series, que despegan solas de nuestro planeta, con sus propios propulsores –de combustible virtualmente infinito, y emprenden viaje al espacio profundo como si nada. Ya hemos hablado del realista interior de las naves y módulos varios, por no hablar del sistema de acoplamiento, todo bastante familiar, y consistente con las necesidades energéticas y los desafíos que la tecnología actual debe superar cada vez que sitúa un ingenio humano en el espacio.
Hay un momento en que los protagonistas se acercan mucho a un agujero negro, con el fin de bordear el horizonte de sucesos y tomar impulso, acelerando la nave. Ese agujero negro puede verse incluso en el tráiler, como una especie de combinación de dos círculos perpendiculares, enormes y brillantes. Pues bien, han utilizado para representar este agujero negro exactamente el modelo teórico de las distorsiones que se producen en el disco de acreción de esta singularidad, incluso con las desviaciones que la enorme gravedad de este fenómeno induce en la luz, como ya predijo Einstein.
Como sabréis, un agujero negro es una singularidad deInterstellar una masa tan enorme, que nada que se adentre en el horizonte de sucesos se libra de su atracción. Sin embargo, algunos objetos bordean este horizonte de sucesos, y logran escapar de él sin adentrarse. En la película, puede verse cómo algunos rayos de luz del horizonte de sucesos son desviados, gracias a la enorme masa del agujero negro, y dan una vuelta completa alrededor del agujero negro antes de escapar de su atracción, formando un disco alrededor del primero. Hasta tienen en cuenta el punto de vista del observador, a la hora de mostrarnos la enorme brillantez de los haces de luz que recibe la pupila de los exploradores. Esta es una de las secuencias más impactantes, y comprobar cómo está basada en la realidad tal y como creemos conocerla, es una experiencia muy poco habitual.
En otra escena, los viajeros interestelares atraviesan el agujero de gusano, un puente entre dos agujeros negros que, teóricamente –jamás se ha observado uno-, puede significar un “atajo” en el espacio-tiempo, que nos permitiría recorrer grandes distancias en muy poco tiempo. Este puente se establece –siempre teóricamente- entre dos agujeros negros conectados, que colapsan el espacio-tiempo debido a su enorme gravedad, y logran curvarlo para producir este fenómeno. Pero antes de atravesarlo, han de entrar en él. Pues bien, en esta escena podemos ver el fenómeno de lente gravitatoria que se produce cuando un objeto masivo logra curvar la luz que llega a sus inmediaciones, y es apreciado por un espectador. Esta escena está reflejada de manera espectacular, didáctica y bastante fiel con la física que conocemos. El paso del agujero de gusano no se produce como estamos acostumbrados en otras películas o series, sino de forma mucho más detallada, menos alegórica, más… realista –si puedo usar esta palabra para describir algo que jamás hemos visto-. Es algo que sólo he visto de forma aproximada en grandes producciones divulgativas, pero os puedo asegurar que nada que ver con esto.
InterstellarYa veis que de momento, no puedo hablar mejor de los fundamentos físicos de “Interstellar”; acertados elementos clásicos mezclados con otros llamativos y que jamás habíamos podido ver antes en el cine. Sin embargo, la cinta tiene otras peculiaridades que chocan frontalmente con la física elemental que conocemos, y me hace preguntarme hasta qué punto han tomado en cuenta el asesoramiento de Kip Thorne. En primer lugar, el uso de la velocidad de la luz como herramienta para los viajes interestelares y su efecto en el envejecimiento de los protagonistas, familiares y amigos, es… extraño.
En la película -y recordad que ya mencioné que esta parte debía contener algunos spoilers-, se refleja que quienes viajan a la velocidad de la luz envejecen más lentamente que quienes no lo hacen, por efecto de la dilatación del tiempo por velocidad. Este es un efecto que ya predijo Einstein, y que en aceleradores de partículas han certificado después. Al atravesar el agujero de gusano a velocidades cercanas a la de la luz, envejecen de forma más lenta que aquellos que se han quedado en la Tierra.
También se produce otro fenómeno, el de la dilatación Interstellardel tiempo por gravedad, confirmado con relojes atómicos situado en aviones a distinta altura. Pues bien, en la película se utiliza un planeta muy próximo a un agujero negro para afirmar que, en la superficie de dicho planeta, los protagonistas, gracias al tirón gravitatorio de esta singularidad, “ganarán” años con respecto a quienes no han estado allí. Es decir, tanto los habitantes de la Tierra como los viajeros que se han quedado en la estación orbital envejecerán más que ellos, dando a entender que la dilatación del tiempo por gravedad es la responsable.
Si la dilatación del tiempo por gravedad se produce en este caso, habría que llegar al horizonte de sucesos para que el reloj de la persona que allí está se “parase”, y se “ralentizaría” más a medida que se aproxime. Es decir, según mi humilde opinión, el efecto del enorme tirón gravitatorio del agujero negro en ese planeta no sería tan excesivo como para desencadenar un efecto similar al que se produce con la dilatación del tiempo por velocidad, y lo que se muestra en la película, en este caso, no tendría sentido. Si mi argumentación es falsaria, agradecería que algún físico me la rebatiese… soy un simple aficionado.
InterstellarPor otra parte, al final de la película utilizan una vuelta atrás en el tiempo para despejar uno de los enigmas de la película y “salvar al mundo”, algo no sólo contrario a la gran mayoría de postulados y teorías, sino a los propios estudios de Kip Thorne, el asesor científico de la película. Si bien Thorne es flexible en cuanto a los posibles viajes temporales –o más bien, entusiasta-, se muestra contrario a que el tiempo pueda ir hacia atrás, a que podamos visitar el pasado. Parece ser que, en este punto, no le hicieron mucho caso…
También en la película, al final –tremendo spoiler, vuelvo a avisar- Cooper se comunica con su hija hacia atrás en el espacio tiempo, manipulando con las manos unas hebras figuradas, y comunica datos cuánticos () con código morse (agárrense, que hay curvas pronunciadas), mostrado gracias al movimiento del segundero de un reloj. Más tarde, ella utilizará esos datos para encontrar la clave de una teoría gravitacional que se concilie por fin con la mecánica cuántica. Imagínense la cantidad de datos que puede transmitirse con código morse –ya ni me meto comunicar simultáneamente dos estados del tiempo-, y qué tipo de datos cuánticos (sea eso lo que sea) o qué cantidad pueden ser teletransportados de un sitio a otro. No hablamos de entrelazamiento cuántico, sino de información cuántica… vamos, cifi especulativa de la gorda.
En fin, pese a estos –siempre en mi opinión- tropiezos, estamos ante una estupenda y didáctica muestra de ciencia ficción en buena parte basada en física especulativa.