Lo mío no son las matemáticas pero, atendiendo a los estudios fiables que citó el presidente Laporta en Sitges, según los cuales el Barça tiene 75 millones de seguidores, podríamos hacer una simple regla de tres y descubriríamos que 1 de cada 86 habitantes del planeta es culé. Nadie puede demostrar,científicamente, cuántos aficionados barcelonistas hay en el mundo, pero la cada vez mayor universalización del club blaugrana hace que estas estimaciones –realizadas por la empresa Sport Markt, un instituto de investigación de mercados de Alemania especializado en deporte y patrocinio– puedan ser reales y absolutamente creíbles.
En este informe se dice, por ejemplo, que en España hay 5,8 millones de seguidores del Barça, los mismos que del Madrid. Y que en Inglaterra, Francia, Italia y Alemania, con 36 millones, los blaugrana doblan a los blancos. De todas formas, los ejemplos acostumbran a ser, en estos casos, más ilustrativos que las cifras. Todos hemos visto por televisión a esos inmigrantes africanos en cayucos y pateras vestidos con una camiseta –antigua y seguramente falsa– del Barça. O a esos turistas japoneses que, además de fotografiar toda la obra de Gaudí, tienen el Camp Nou como parada obligada en su recorrido por la ciudad. O a esos niños de Estados Unidos que piden autógrafos como locos a Ronaldinho, Eto’o, Deco y compañía, cuando allí el fútbol es el quinto deporte, por detrás del béisbol, el basket, el hockey hielo y el fútbol americano.
El Barça es ‘MES QUE UN CLUB’ desde siempre, pero ahora también se ha convertido en el ‘CLUB MES GRAN’. Sus más de 150.000 socios lo confirman y han obligado a la junta directiva a plantearse una nueva ampliación del estadio. Además, la firma del contrato con UNICEF ha llevado el nombre del club blaugrana hasta el lugar más recóndito del planeta como mejor embajador de la solidaridad. La vocación integradora del proyecto que encabeza Laporta ha conseguido que, al amparo de la bandera barcelonista, puedan sentirse unidos hombres y mujeres de cualquier condición y de cualquier nacionalidad. Hay un interés común, que va más allá de los estrictos resultados deportivos –que son vitales, no lo olvidemos–, y reside en el sentimiento de simpatía que despierta este Barça vaya donde vaya.
Se tiene que seguir trabajando en esta línea y conseguir que esos 75 millones se conviertan algún día en 100. Y luego en 200. No se trata de batir récords, pero sí de afianzarse como la institución deportiva más importante y singular del mundo. Este presidente pasará, esta plantilla también, pero el espíritu que se ha desarrollado en los tres últimos años debe mantenerse. Mande quien mande. Porque lo más bonito es poder escuchar a un niño decir: “Yo soy del Barça”. En catalán, en castellano, en inglés o en árabe. Está claro que el lenguaje culé no tiene fronteras.
JAJAJAAJAJAJAAJAAJAJAJAJAAJAAJ LLEVO 5 MINUTOS SIN PODER PARAR DE REIRME .