Precisamente hoy me ha llegado este mail:
"Soy sevillano y futbolero, me encantan los chistes y no les hago ascos a las invasiones pacíficas de fin de curso. Si tuviera ganas de guasa hasta diría que al Betis le ha caído una murta por pisar el césped y montar una barbacoa donde estaba prohibido. Pero no: lo que el ICONA hubiera sancionado con 600 euros lo ha convertido Competición en la primera clausura de un campo de Primera División desde hace... ¡tres años y medio! Bueno, perdón. Aquello, en diciembre de 2002, fue más bien una no-clausura: el Barcelona recibió una sanción de dos partidos que no cumplió, a pesar y/o gracias al cochinillo. Villar anduvo mareando la perdiz hasta que concedió un indulto, cual gobernador forzudo de Tejas. Y el Camp Nou nunca se cerró.
Hasta ayer, la tropelía administrativa azulgrana había sentado un precedente de acero, de ley salomónica. En tres años y medio, los campos de Primera han visto, entre otras cosas, cómo un petardosaurio dejaba casi sordos a dos atléticos en San Mamés, cómo en Mestalla le abrían la cabeza a un asistente y Megía suspendía el partido; cómo la grada del Calderón cambiaba el cochinillo por la sobremesa, es decir, un botellón de whisky; o cómo en El Sadar se pasó de la sobremesa al aperitivo, aceitera al césped mediante. Nunca hubo cierre ni amenaza de.
Hasta ayer, decíamos, en que le tocó al Betis, a la capital de Andalucía otra vez. Sí, ¡otra vez! Curiosamente, las dos últimos equipos de Primera obligados al exilio son los béticos... y el Sevilla. El mismo año del cochinillo, los sevillistas no tuvieron más remedio que peregrinar a Cádiz, a Jerez, a Jerez y a Jerez otra vez (cuatro encuentros), y la marcha verde paseó sus tortillas por Huelva y el Calderón. Lo acataron como siempre: sonrientes, sin protestar, sin amenazar con la justicia ordinaria y sin escudarse en realidades nacionales que impidieron e impedirán el cierre en otros lugares de España. Pero eso ya se acabó. Ayer me llamaban indignados hasta algunos sevillistas, pendientes en cuerpo y alma como andan de Eindhoven. Les quedaba un hilo de solidaridad y la sensación de que a los sevillanos, a los andaluces, entre tanto chiste nos están tomando por tontos. "Ezta gente ze ríe", le dijo a su apoderado un torero del Guadalquivir que se atrevió con el estoque y acabó revolcado en Nimes. Esta gente de Competición se ríe, sí: han pasado del cochinillo al más puro y duro recochineo. Y a mí se me ha acabado la guasa.
(Publicado hoy miércoles, 10 de mayo de 2006, en el Diario AS por José A. Espina)"
Para mí, es sin duda más grave abrirle la cabeza a un linier, y obligar al árbitro a suspender el partido, que una invasión de campo que obligue a terminar el partido 5 minutos antes. A lo mejor para vosotros no, pero en ese caso estáis enfermos.