Messi vuelve a demostrar la clase de jugador que es en un partido de envergadura. Hay que comprenderlo, se enfrentaba al equipo que le ha arruinado la gloria en el final de su carrera deportiva, y sobre todo, al jugador que le ha relegado al segundo puesto del fútbol mundial. De hecho, el fraude argentino solo ha podido entrar en juego una vez ha salido su proxeneta portugués del terreno de juego; tal es la frustración que le produce a Missing enfrentarse a esta bestia mitológica.
Hoy Ronaldo vuelve a dejar claro quién es el que manda, y Messi al único que ha dado trabajo es al que le cambia las espinilleras a Ramos.