El colegiado sueco, de 39 años, ganó 7'3 millones con una agencia que gestiona derechos de eventos deportivos para TV
'El dinero no ha cambiado nada. Lo mejor que hice en mi vida es seguir siendo árbitro', asegura
Ser árbitro suele ser una decisión controvertida. No son muchos los que comparten la pasión por "soplar los vientos de la fatalidad del destino", que diría Galeano. Desde el recreo los niños eligen jugar de delanteros, defensas, centrocampistas e incluso algunos se decantan por ponerse bajo los palos. Pero ninguno quiere coger el silbato. Una realidad incómoda que, sin embargo, tiene sus adeptos, como es el caso de Jonas Eriksson, el colegiado designado para pitar el partido entre Manchester City y Barcelona de los octavos de la Champions.
Su caso es especial. Él se viste de negro por divertimento, no porque lo necesite. Su vida la tiene resuelta desde que vendió el 15% de las acciones de la agencia de gestión de derechos de retransmisión de eventos deportivos donde trabajaba.
En total, el sueco recibió 7'3 millones de euros en una operación que le reportó un beneficio innegable. Desde entonces, cada vez que se le ha preguntado, afirma que él se dedica a pitar porque le gusta. Para él no es trabajo, es su hobby. "El dinero no ha cambiado nada, lo mejor que hice en mi vida es seguir siendo árbitro", declaró a Goal.
Y la realidad no desmiente sus palabras. Algunos colegiados ganan entre 70.000 y 80.500 euros al año, cifra que se aleja mucho de lo que podría haber percibido como hombre de negocios, pero que le permite seguir viviendo en su 'bonita' casa de Sigtuna, cerca del mar.
Precedente en San Siro
En el Etihad Stadium se reencontrará con el Barcelona, que, precisamente, no guarda un gran recuerdo de él. Jonas Eriksson ya dirigió el partido que enfrentaba a los culés contra el Milan en San Siro en 2012. En aquella ocasión Puyol y Guardiola lo criticaron por no pitar, al menos, un par de penaltis de los que ellos consideraron claros. Un fallo insignificante que no evitó que el conjunto azulgrana se clasificara para semifinales, donde fue eliminado por el Chelsea.
No obstante, la veteranía del sueco no se pone en duda. Eriksson comenzó a arbitrar en 1994 y consiguió la licencia de la FIFA en 2002, acumulando casi 20 años de experiencia como profesional. Entre sus logros se cuentan su participación en la Eurocopa de 2012 y la última final de la Supercopa de Europa entre Chelsea y Bayern que acabó llevándose el conjunto bávaro.
Sea como fuere, este sueco que estudió periodismo, hizo de empresario y terminó vistiéndose de negro, tendrá la responsabilidad de pitar, quizá, la eliminatoria más complicada de cuantas han tocado en octavos. "Yo tuve una vida fantástica como hombre de negocios, pero disfruto mucho como árbitro de fútbol", concluyó Eriksson en declaraciones a la FIFA. Palabra de un colegiado vocacional.