“Siempre reflexiono sobre las experiencias que vivo. Y sin duda alguna, la experiencia de completar un ciclo de más de diez años en el Fútbol Club Barcelona es digna de ser reflexionada.
Mis seres más cercanos conocen las razones de mi gran pasión por la escritura. Una de las principales, es que a diferencia del rectángulo verde del terreno de juego, sobre el rectángulo blanco de una hoja, siento que no tengo límites algunos, excepto aquellos que yo mismo decida imponerme. Aquí mi alma puede expresarse incondicionalmente.
No tengo 90 minutos en los que comprimir mis intenciones. No tengo árbitros que juzguen de correctos o incorrectos mis actos, ni una posición fijada en el territorio desde la cual, restringido, deba cumplir mis funciones y llevar a cabo los objetivos planteados. No tengo órdenes que me indiquen como o por donde tengo que desplazarme. No tengo tácticas específicas, ni reglas, ni ruidos, ni miedos a fallar, ni dependencias externas, ni cientos de ojos a los que satisfacer. Estoy solo conmigo mismo, con los pros y los contras que eso conlleva, disfrutando del verdadero sabor de la libertad.
Respecto a los numerosos mensajes de connotación dramática que he recibido, desearía remarcar firmemente que salir del Barça no es ningún drama, ni lástima, ni pena, ni fracaso alguno, ni la más diminuta causa de tristeza. Salir por obligación de tu país, tener que abandonar tu hogar y tu familia por la constante amenaza de bombas, llamas y disparos…eso si que es terrible. La pobreza, la hambruna, la destrucción medioambiental: Todo eso si es un terrible fracaso colectivo de TODOS nosotros. Una triste tragedia humana que da lástima, pena, y además carece de nuestra empatía.
Recuerdo mi llegada al Barça hace más de una década. Lo primero que tuve que hacer era cortarme la melena que con 12 años llevaba colgando hasta la mitad de mi espalda. Mantuve el cabello largo durante toda mi infancia; era algo que me caracterizaba. Pero el requerimiento del club era tan serio que hasta que no lo cumpliese, no jugaría.
Yo no entendía nada. ¿Qué tenía que ver mi pelo con el fútbol? Entonces me explicaron que aquí no querían que los jugadores, sobretodo los más pequeños, llamásemos la atención por nada más que no fuera nuestro fútbol. No querían que los niños destacásemos por encima de los demás por lucimientos extra-deportivos. Tampoco estaba permitido llevar pendientes, piercings, tatuajes, peinados largos, teñidos o llamativos…
En definitiva, el conjunto de excepcionales profesionales que estaban a nuestro servicio, además de enseñarnos a jugar a fútbol probablemente de la mejor manera que existe en el planeta, también nos enseñaban a huir de la farándula materialística y a ser buenas personas; educadas y honradas. Nos ayudaban a cultivar valores como la humildad, el respeto, la cortesía, la solidaridad, la unión, el compañerismo, la generosidad… Y sobre aquellos comportamientos de jugadores que se desviaban de ésta trayectoria, se ejercía una ejemplar criterio de re-orientación educacional.
Desde un primer instante y hasta el último día, me he ido desarrollando en el Barça bajo el entendimiento de que para llevar éste escudo con orgullo y honradez, más allá de cumplir con una serie de exigentes requisitos futbolísticos, también implica representar un conjunto de valores humanos, alinearse con un noble código de comportamiento y defender una manera determinada y única de hacer las cosas:
Esa filosofía tan especial con la que se ha construido ésta entidad y que tantos éxitos ha traído a todos los niveles a lo largo de su historia.
Me marcho con la alegría de saber que mi fútbol ha sido etiquetado de “ADN Barça”, y mi persona reconocida como ejemplo de los valores que integra y fomenta la Masía. Siempre he intentado mantenerlos presentes en mi conducta aún cuando sentía que ya no se les prestaba tanta atención ni se invertían tantos esfuerzos en potenciarla.
En diez años he podido experimentar cambios desde dentro del club. Para mi nunca será fracaso que cualquier equipo del Barça no gane un partido o no conquiste un titulo, pues eso forma parte de la naturaleza cíclica de ésta vida-unas veces ganas y otras pierdes- aún que el Barça sigue siendo el Club que más victorias y conquistas lleva regalándonos del mundo en los últimos años y sin duda lo seguirá haciendo en el futuro.
Pero que desde fuera se haya cuestionado su esencia, que se haya puesto en duda esa filosofía, debilitando la creencia en los valores que el Barça encarna, eso si me ha dolido. Supongo que no será por casualidad. En ésta sociedad la seducción del resultadismo inmediato es muy tentadora y cada vez atrapa a más gente en su trampa. Y el no conseguir resultados inmediatos a menudo nos conduce a una desesperación que acaba cegándonos y obligándonos a cambiar nuestras formas, dejando muchas veces en un segundo plano nuestros valores y principios esenciales.
En el mundo del fútbol éstos mecanismos se desarrollan velozmente y las esencias se encuentran en peligro de extinción. Quiero pensar que el Barça nunca ha caído en esas trampas, y en el que caso de que lo haya hecho, que rápidamente recupere la esencia, que no la pierda nunca de vista, que siga invirtiendo grandes esfuerzos en protegerla, alimentarla y fortalecerla, no solo con vídeos o imágenes y desde la superficialidad del marketing, sino en la verdadera práctica cotidiana con todos los jugadores y miembros del club, como muchos hemos experimentado formando parte de él.
Para los más pequeños y jóvenes…
En alguno momento todos nos volvemos víctimas de la rutina y caemos presos en la normalización del lugar en el que nos encontramos día tras día. Pero de vez en cuando, alzad vuestra mirada desde cualquier parte de la Ciudad Deportiva y clavarla durante unos segundos sobre el escudo que se alza en el cielo de Sant Joan Despí: recordad donde estáis, lo privilegiados que sois y lo que significa estar en el Barça.
Aprovechad ésta privilegiada posición, no para aumentar vuestros seguidores en instagram y twitter, para comprar y lucir coches espectaculares, comer gratis en restaurantes y presumir de la glorificación que ésta sociedad os concederá. Sino para acumular experiencias únicas, mejorar como futbolistas y sobretodo crecer como personas aprendiendo de los valores que aquí se enseñan.
Ésta sociedad os tratará de forma diferente solo por que lleváis éste escudo en el pecho. Intentar pensar qué es lo que podéis regalar vosotros a la sociedad. Porque dar patadas a un balón no es razón suficiente por la que debamos ser tratados de manera más especial que el resto de ciudadanos, pero tal vez por ser personas de grandes valores sí. Y en el Barça éstos valores que podéis extender sobre todas las otras áreas de la vida, se enseñan. Al menos a mi me los enseñaron.
Para las chicas…
No calléis y luchad por la completa igualdad de todo tipo de recursos, tratos, y atención que recibe el sector masculino. Tenéis mi eterno apoyo! El fútbol tiene poder para equilibrar la balanza entre hombres y mujeres en la sociedad.
Para los Grandes…
Gracias por ser los mejores, por tratarme como a uno más cada vez que subía a entrenar con vosotros, por disolver y extender año tras año nuestra concepción de los límites en el fútbol. Vuestra capacidad de influencia es incalculable. Con muy poco podéis conmover e inspirar a millones de personas. Ese gran poder puede ser utilizado para generar inmensos impactos tanto negativos como positivos en el mundo. Por eso os animo a tomar conciencia y responsabilidad de él. Os invito a bajar a las trincheras a veces, a participar en los aspectos sociales y sensibilizaros con nuestra humanidad. Hay millones de niños (la generación del futuro, con la que vuestros hijos crecerán) que seguirán vuestro ejemplo. Es triste que los futbolistas seamos los héroes de la sociedad, pero es la realidad. ¿Qué haremos al respecto?
El resultado final del cocktail de emociones, pensamientos y recuerdos que ha desatado éste suceso en mi interior, es un repleto y profundo sentimiento de gratitud: Hacia el Club, hacia todas las personas que he conocido en él, y hacia la Vida. Salgo feliz e inmortalizado en busca de nuevos caminos, retos, experiencias, conocimientos, propósitos!
Infinita Gratitud a todas las personas encargadas de cuidar nuestros terrenos de juego, las que se encargan de mantener limpias nuestros vestuarios e instalaciones y a las de seguridad, que a veces parece que pasan desapercibidos como si fueran fantasmas. Son imprescindibles!
Infinita gratitud a todos los compañeros, entrenadores, físios, médicos, utilleros que he tenido desde Infantil B hasta mi tercer año en el filial. Os considero a todos vosotros maestros espirituales, pues de cada uno me he llevado una enseñanza de vida.
Esto no es una carta de despedida. Pues en un futuro, si no es como jugador será de la forma que sea, el Barça y yo volveremos a trabajar juntos en el objetivo de construir un mundo mejor a través del Fútbol!
Visca el Barça. Visca Catalunya”.