Cuaderno de Bitácora. Día 5.
Ha pasado. Al fin ha pasado. Cuando toda esperanza parecía perdida, cuando era casi seguro que la sede de Google España ardería en las llamas de la ira, cuando ya casi no me quedaba pelo... pasó. You have an email, me decía una vocecita en la cabeza, que más tarde determiné junto a mi psiquiatra que era el tono asociado a los correos de mi móvil. ¿Sería posible? ¿Tendría al fin mi tracker? ¿Sería un nuevo Humble Indie Bundle de los cojones? Sólo había una forma de saberlo...
Cauto y con las manos aún temblorosas, agarré firmemente el ratón y me dije a mí mismo que el momento había llegado. Suavemente le bajé los pantalones mientras... no espera, que me pierdo, esa es otra historia. Era la hora de comprobar el correo. Tras un par de clicks más de lo debido por culpa del temblor en las manos, y tras cerrar las páginas gays abiertas por el error, ahí estaba, la frase más bonita que jamás me habían dicho: Se ha enviado tu pedido de Google Play del 13-nov-2012.
No me lo podía creer. No, en serio, no me lo creí, así que comprobé el estado del envío con el maravilloso link adjunto en el propio correo. Mis peores temores se confirmaron. Google me la había vuelto a jugar. En su macabro juego, decidió darme un último aliento de esperanza para luego arrebatármelo en el instante final. Según la compañía de repartos, no existía información alguna sobre el número de pedido introducido. Esperé; pasó media hora, una hora, cinco horas... todo seguía igual.
Aquel golpe acabó conmigo, así que decidié llamar a la Suicide Hotline para pedir cita en el rascacielos de la vuelta de la esquina. Por casualidades de la vida, mi llamada se debió cruzar con otra porque me acabaron contestando en chronoexprés. Mi más sentido pésame a la familia de la persona con la se cruzara mi llamada. Ya que estaba, pregunté por mi pedido, y fui informado de que el paquete aún no estaba en su red, que estaba entre mis piernas, pero yo eso ya lo sabía. Debía de esperar a la noche para que entrara en su red. ¿Me estaba tirando los trastos? No lo sé, y en el momento ni me importaba. Acepté esperar unas horas más a regañadientes.
Pasaron siete, ocho, diez horas... Vamos a comprobar de nuevo el tracking, me dije. Y con un sencillo gesto, un simple click, recibí la que de nuevo sería la frase más bonita que jamás me han dicho (soy fácil de impresionar, lo sé). LECTURA VALIDACION EN ORIGEN. Mi pedido existía, era cierto, el teléfono existe. Ahora sólo queda esperar, como si ya hubiera esperado poco.
Lo cierto es que dudo de todo, ya no sé lo que es real y lo que no. No sé si la información de la web es una imaginación mía, no sé si el desayuno que he tomado esta mañana existía, no sé qué hacía un dragón en mi cocina... Tantas preguntas y tan pocas respuestas. Lo único que quiero es, citando a un entrañable personaje ¿de ficción?, mi tesoro...