Jamás pensé, que incluso con la que está cayendo, me vería en la situación de que alguien me diera la oportunidad de trabajar y no sentir ningún tipo de ilusión y/o motivación. A cada rato que tengo la mente libre me bombardea un sensación frustración y asqueamiento. Y para colmo, y es lo que más me raya, es que todo el mundo que me rodea me dice que es una oportunidad que no se puede dejar escapar. Se podría decir que he aceptado y voy a este trabajo más que por mí, por los demás, que ya es triste.
El caso es que este trabajo es desarrollar las tareas de administración de un pequeño almacén de barrio, y ya entendemos que en los pequeños comercios todos curran de todo, y hay que ayudar en otras tareas. Asi que aparte de la gestión del negocio (facturación, control de costes, precios y demás cosas), pues toca ser cajero, mozo de almacén, reponedor, etc etc. En sí eso no me molesta, quitando quizás el primer mes en las que el cuerpo de tiene que habituar a dicha rutina, pero lo que siento que me come por dentro es la jornada de trabajo y la rutina de vida que me está generando. El horario es el que se estila en almacenes, 9 a 14 y 17 a 9 y media, de lunes a domingo, non-stop (bueno sí, tienes un día de descanso a elegir de la semana), en resumen, me casco 60 horas semanales fácil, más los tres cuarto de hora en ir y volver, o lo que es lo mismo, mi tiempo de descanso útil es de 14:45, a 16:15. Muchos apechugarían, incluido yo, si hubiera un buen sueldo detrás, pero es la fantástica cifra del sueldo mínimo (no veo ni una extra tampoco), y para rematar veo la facturación de la empresa, y podría dar para subir el sueldo o meter más gente.
En dos meses que llevo, mi estado anímico está por los suelos, y busco el consuelo que voy cogiendo rodaje y experiencia en el puesto de trabajo principal (tengo estudios de administración, pero tenía 0 experiencia, aunque ahora con 2 meses es como si nada).
Tengo un cacao enorme por la gilipollez que todo el mundo me dice que continúe, y eso me hace pensar que soy un flojo y que me estoy quejando por quejar. Y aquí estoy, un triste sábado para mí (o domingo, o yo que sé, porque para mi todos los días son iguales), pensando en que mañana ooootra vez, tengo que ir a currar.
En resumen, ¿soy yo el que está obsesionado? o me da la sensación de que hay que aceptar cualquier trabajo a toda costa, que es, bajo mi punto de vista, lo que me transmiten los demás.