Fue un cara a cara con Barrientos
Me quitó la silla cuando iba a sentarme, segundo día en instituto nuevo. Sabía que no podía dejar pasar esa humillación, me levanté, abochornado y dolorido, las risas aumentaron, mire al chico –dos cabezas me sacaba y estaba formado– y levantandole el dedo de forma autoritaria le dije: eso no se hace.