Viernes noche. Pero no un viernes cualquiera. Esta noche no habrá WOW, Doritos y Mediavida. Te preparas para la ocasión con ducha y rasurado genital. Luego te vistes con tus mejores galas: zapatillas del mercadillo limpias, camisita de pillar y pantalones a cuadros. Por encima una blazer que pillaste en las rebajas del Carrefour. Completas el conjunto con unas gotas de Acqua di Gio. Caminas por tu habitación y te paras frente al espejo. Estás rompedor, hoy pillas seguro.
Has quedado con los atrapados de tus amigos a las 23.30. Cuando llega el último os dirigís al primer garito, un local lleno de sartencitas y copas de garrafón a 7€. Algunas se te acercan al ver tu cuerpo apolíneo, forjado por los dioses gracias a horas de entrenamiento en el gimnasio. Pero tú las rechazas. Eres un alfa y unas niñas de 16 años no podrían dominar tu rabo de 30 cm.
La noche avanza. Pululáis por todos los antros de la zona hasta acabar en la más recóndita discoteca, bien escondida. La música mákina y las luces estroboscópicas harían las delicias de dj Pastis. Las dos rayas de coca colombiana que te acabas de meter en el baño también aportan lo suyo. Caminas por la pista valorando el ganado. Sabes que es el momento, lo hueles.
Y allí la ves. Apoyada en la pared junto a un par de amigas, ves a la chica sobre la que quieres derramarte esta noche. Viste unos pantalones vaqueros claros que realzan un culo redondito y un jersey negro de cuello alto. Haces una seña a tu compinche para que distraiga a las amigas y te lanzas a por tu presa. La obnubilas con tus conocimientos. Marx y Engels, dallasreview y enanos térmicos. No hay mujer que se resista a tu labia. Ni siquiera tienes que dar tú el paso, es ella la que te propone ir a su casa para seguir hablándole de Wall Street y los beneficios de bajar el SMI para general empleo de calidad.
Por la calle caminas a su lado y contemplas su delicado rostro. Piel blanca, pómulos altos y un pequeño lunar bajo el ojo derecho. El resto de los transeúntes te mira a ti. Hoy te llevas el premio gordo, eres un jodido triunfador.
Al llegar a su piso te señala el dormitorio y ella va al baño a empolvarse la nariz. Te acomodas en la cama y esperas. Al rato, vuelve. Se abalanza sobre ti y la besas, a lo cual ella te devuelve el beso con ganas. Te suelta el cinturón y mete la mano en tu boxer. Estás a tope. Saca tu miembro de su escondite y te masturba con suavidad mientras te mira con ojos de lujuria. A continuación se agacha y comienza a chuparla con delicadeza.
Tras unos minutos, se aparta de tu rabo y vuelve a besarte. Aprovechas para quitarle el jersey y la camiseta, mostrando un sujetador blanco con delicados puntos de encaje. Con otro movimiento lo desabrochas y sacas a la luz unos pechos pequeños, de pezones rosados. Con un solo lametón de tu lengua se ponen erectos. Con un suave mordisco, haces que ella gima entre tus brazos.
Bajas lentamente de su pecho a su ombligo, juegas con él y vuelves a subir. Pasas de nuevo por sus tetas y llegas a su cuello. Aquí te percatas de algo extraño. Tiene nuez. La preciosa dama con la que compartes cama tiene nuez. Eso explica su dulce voz de butanero.
Así que hoy es ese día. El día en el que lo harás con una sirena. Pero no hay tiempo para pensarlo. Ella te empuja la cabeza con su mano para que bajes y le devuelvas el favor oral que te ha hecho. Cuando llegas a la altura de su vientre ella está soltando el cinturón y de un solo movimiento se baja el pantalón y la ropa interior.
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