Había un oso, un oso, ¡un oso!
Era negro, era enorme, ¡cubierto de pelo horroroso!
¡Ven!, pedían las mozas. ¡Ven a la feria, oso!
¿A la feria?, dijo él. Pero si sólo soy un oso.
Negro, enorme, cubierto de pelo horroroso.
Por el camino andaban, siempre de aquí para allí,
tres niños, una cabra y un oso que bailaba,
bailaba dando vueltas, todo el camino a la feria.
¡La feria, la feria que ya está aquí!
Qué dulce que era ella, tan pura y tan bella,
la de miel en el cabello, la doncella, la doncella.
Olió su aroma en el aire. ¡Era el oso! ¡Era el oso!
Negro, enorme, cubierto de pelo horroroso.
Olió su aroma en el aire, parecido a la miel,
y soltó un rugido feroz, amargo como la hiel.
La doncella, la doncella no quiso bailar con el oso:
¡No bailaré nunca con un oso tan espantoso.
La levantó por los aires. ¡Alto y negro era el oso!
Yo quería un caballero, pero tú sólo eres un oso.
Negro, enorme, cubierto de pelo horroroso.
Ella lloraba y gritaba, hasta perder el resuello,
pero él buscó su cabello. ¡Su cabello! ¡Su cabello!
Toda la miel tan contento se puso a lamer de su pelo.
Tanto llanto y tanto grito abandonó tan feliz.
¡Mi oso!, cantó ella. ¡Ven aquí, oso precioso!
Y así se marcharon juntos, la damisela y el oso.
Por el camino andaban, siempre de aquí para allí.