Hace mucho tiempo los colores y formas alternaban a una velocidad de vértigo, el cielo estaba en el suelo y vivíamos en las nubes fumando hierba. Los monos iban en helicópteros y detenían a los pobres que, a falta de alimento se comían las nubes en las que vivían. Eran tiempos difíciles para todos, la hierba estaba muy cara y era difícil de pillar, la gente moría al caerse de las nubes y llegar al ardiente centro de la Tierra.
En una de las barriadas más chungas donde los nubarrones eran densos y electrocutaban, y los niños yonkis se pinchaban nubes en las esquinas, vivía en una humilde nube un muchacho llamado Canuto. Canuto era un chico sano, sólo fumaba marihuana de la buena y siempre iba en buena compañía, su mejor amigo era su vecino de toda la vida, Pitillo, con quien el que tenía muchas cosas en común.
Un día, iban Canuto y Pitillo flotando entre las nubes cuando se encontraron con un elefante mágico. Tenía un extraño aspecto, su trompa echaba humo y sus ojos estaban iluminados con fuego, llevaba puesto un poncho y unas calzonas deportivas.
-¡Hola! ¡Soy el elefante mágico y os concederé un deseo! - les dijo el elefante.
Canuto y Pitillo se miraron asombrados y empezaron a reirse, estaban muy morados.
-¡Mira eso Canuto! ¡Un elefante que habla!
Y siguieron su camino ignorando al elefante.
El elefante se hinchó de la furia y gritó.
-¡Os mataré cabrones! ¡Juro que me vengaré de vuestra desfachatez! ¡Hoy no dormiréis tranquilos!
Canuto y Pitillo siguieron su camino descojonándose del pobre elefante.
Llegó la hora de dormir, y mientras Canuto y Pitillo mantenían relaciones homosexuales escucharon un ruido en la ventana.
-¿Qué ha sido eso? - exclamó Canuto.
-Nada, sigue con lo que estabas haciendo. respondió Pitillo.
De pronto, una llamarada entró por la habitación y el elefante que se encontraron esa misma tarde se materializó ante ellos.
-¡Oh no! - gritaron ambos.
-¡Muajajaja! ¡Ahora me toca a mi reir! ¡Preparaos para sufrir! - dijo el elefante con voz tenebrosa.
El elefante empezó a lanzar humo a gran presión, cubriendo la habitación con una densa humareda de THC. Canuto y Pitillo empezaron a ahogarse entre toses mientras pillaban el morado de su vida, hasta que finalmente quedaron inconscientes en el suelo.
Nunca más se volvió a saber de ellos, a día de hoy todavía se le cuenta la historia en los pueblos a los niños, entre nubes de humos formadas por canutos de marihuana, que recuerdan a la época en la que la gente vivía en las nubes.