No aportan nada positivo al mundo, solo idolatría ciega y amor al dinero y la opulencia, así como idiotez mental y degeneración cultural. Fomentan el individualismo y la competitividad, proporcionan pocos empleos y contribuyen con sus ganancias desmedidas a la desigualdad social.
Deberían morir todos y el mundo sería un lugar mejor donde vivir.