Tener continuamente a nuestro lado a una mujer, un ser encantador que está ahí precisamente porque necesitamos de él, y porque no puede pasar sin nosotros, conocer que somos indispensables a aquel ser a quien necesitamos; poder medir incesantemente su afecto, por la cantidad de presencia que nos da, y decir: pues que me consagra todo su tiempo, es que tengo todo su corazón; ver el pensamiento a falta de la fisonomía; comprobar la fidelidad de un ser en el eclipse del mundo; percibir el crujido de un vestido como un ruido de alas; sentir ir y venir, salir, entrar, hablar, cantar; y pensar que uno es el centro de esos pasos, de esa palabra, de ese encanto; manifestar a cada instante su propia atracción; conocerse uno tanto más poderoso cuanto es más impotente, y llegar a ser en la oscuridad, el astro a cuyo alrededor gravita aquel ángel, pocas felicidades igualan a esta.
La dicha suprema de la vida es la convicción de que somos amados, amados para nosotros mismos; mejor dicho, amados a pesar de nosotros; esta convicción la tiene el ciego. Ser en su desgracia servido, es ser acariciado. ¿Le falta algo? No, tener amor es no perder la luz. ¡Y qué amor! Un amor formado enteramente de virtud. No hay ceguera donde hay certidumbre. El alma a tientas busca al alma, y la encuentra. Y aquel alma encontrada y experimentada es una mujer: os sostiene una mano, es la suya; una boca roza vuestra frente, es su boca; oís cerca de vosotros una respiración, es ella. Tenerlo todo de ella, desde su culto hasta su piedad; no ser nunca abandonado, tener esa dulce debilidad que os socorre, apoyarse en esa caña inquebrantable, y poder tomarla en los brazos como un Dios palpable, ¡qué arrobamiento!. El corazón, esa celeste flor oscura, cae en un desvanecimiento misterioso. ¡No se cambiaría esta sombra por toda la claridad! El alma ángel está allí, sin cesar allí; si se aparta es para volver: se disipa como el sueño y reaparece como la realidad; se siente el calor de su presencia que se aproxima, vedla. Hay en ella una efusión de serenidad, de alegría, de éxtasis; es un rayo de luz en la noche. Os prodiga mil cuidados pequeños, nonadas que son enormes en aquel vacío; los más inefables acentos de la voz femenil, empleados en llenarlo, y supliendo por nosotros el universo desvanecido. Siéntese uno acariciado con el alma. Nada ve, pero se conoce adorado. Está en un paraíso de tinieblas.
Victor Hugo- Los Miserables
Sinceramente me ha parecido que este autor describía de una manera perfectamente poética la "magia del amor", por la cual yo considero que vale la pena la monogamia. Es más, creo que quién realmente se halla inmerso en una relación guiada pefectamente por descripciones como la presente ni siquiera se cuestionará su amorío.
En fin, una buena oda al amor
Que algún mod cambie el título si quiere