Ya había venido escuchando ambas en la calle, pero es que empiezo a ver con horror cómo la expresión está abriéndose camino entre los círculos periodísticos, lo cual puede ser una señal catastrófica de que la RAE podría acabar por aceptarla antes o después. ¿Hemos de soportar los demás la dictadura de los incapaces verbales?
¿Suponen una criba afortunada para diferenciar a los borregos iletrados incapaces de elegir las palabras adecuadas y/o utilizar superlativos como dios manda? ¿Contribuyen este tipo de expresiones mutiladoras a empobrecer los recursos literarios de la plebe?