Muy buenas tardes, FEDA.
No era la primera vez, ni siquiera la segunda. Llevo contabilizadas unas cuatro o cinco.
Preludio
Disponíame yo, como feliz universitario que reside desde hace tres años lejos de casa, a coger un bus para mi tierra. La maleta hecha deprisa y corriendo, carreras hasta llegar a la estación...pero al fin estaba ahí, con 10 minutillos para echar una meada y subirme al autocar. "Todo sale guay", me dije.
Sólo una meada
Nada más lejos, amigos. Debí advertirlo, pero no lo hice. Entré a los meódromos, me saqué el membrete y comencé a echar el alegre chorrillo. Dos retretes más allá (retretes de pared, claro es), un hombre mayor parecía hacer lo propio. "¡Salud!", le hubiera dicho encantado, presa del enorme gozo de una meada a tiempo. Pero...
El mosqueo.
Lo noto. El tío asqueroso me mira, con esa flojera en la boca que hace entrever lo que está haciendo con su chorra mientras te observa. No puede ser lo que pienso...
Si, justamente eso
¡¡¡Arghh!!! ¡Otra vez! Lo que era un momento de gozo se convierte en una desagradable competición de "maricón el último que mee". Aprieto la vejiga para la función meada turbo, de esas que salen como cuando exprimes a tope un bote, me subo la bragueta con más torpeza aún de la que exhibí desabrochándomela, cojo la maleta y salgo echando hostias.
Antes de salir, una mirada atrás....y ahí sigue, mirándome, como diciendo "Si no tuviese la mano ocupada, te lanzaba un beso, guapetón".
Pienso en decirle algo, como ya hice la anterior ocasión, pero...he de asumirlo. Siempre habrá un anciano zurrándosela en los servicios de la estación de autobuses. Siempre estarán esperando a que un jovenzuelo simpatiquete entre a echar una meada a los servicios de la estación de autobuses.
Los viejos pajilleros de los servicios de la estación de autobuses dominarán el mundo. Toda resistencia es inútil.
Pero FEDA, ¿qué opina?