Pues sí amigos, como suena. Estaba yo tan alegre, embaucado en una aventura bastante inusual, en medio de un largo y tortuoso laberinto (cual ratón de laboratorio vigilado por los científicos gafotas y semi-calvos)... con un objetivo claro: conseguir llegar antes que nadie a la salida para hacerme con una estupenda (y desconocida) recompensa cuando, sin ningúna clase de indicio previo o aviso, de repente, un árbol se desmoronó taponando el camino cundo ya veía la "luz al final del túnel".
Frustrado, sin saber qué hacer, comencé a desandar lo andado, intentando dar con una solución. Pero al no encontrar otro camino fui perdiendo la cabeza, sobresaltándome y perdiendo totalmente la razón. Así, fuera de mi, maldije mi suerte, grité mil cosas sin sentido y arrasé todo lo que encontré a mi paso. En ese apogeo de destucción personal y social, llegué al clímax del sinsentido, rasgando los límites de la realidad y, enfurecido, cerré la pestaña de firefox. Y decidí contaros mi desgraciada historia.
¿Alguna vez os ha pasado algo parecido, oh amiguetes mediavideros, y habéis sentido la misma angustia que yo al tener tan cerca algo tan deseado pero no poderlo conseguir por vaivenes del destino?
Pasen y compartan.