Matanza en la academia, 11 muertos.

bazoo

Mi padre, que en la más gloriosa y merecida paz descanse, me contó muchas historias sobre sus aventuras, sus viajes y, lo que más me gustaba, sus batallas. A pesar de ser un feroz guerrero, querido por sus aliados y temido por sus enemigos, era un hombre de paz. Antes de estallar La Guerra Negra por culpa de un insensato mago novicio, mi padre conoció muchas personas de altos cargos de todas las razas, y entre ellos, a los grandes jinetes de dragones, los señores de los vientos de las montañas volcánicas de Warmberg.

Uno de estos jinetes, tenía la costumbre de escribir unos diarios de guerra, que escribía durante el transcurso de las batallas que libraba y anotaba, algunas veces con gran detalle, las cosas que había hecho ese dia sobre el campo de batalla. A mi padre le gustó la idea, y decidió escribir los suyos propios. Él nunca me contó que adquirió esta costumbre, hasta que el dia que falleció, moribundo en su cama, me sucedió su legado, innumerables títulos nobiliarios y un pesado baúl adornado con preciosas piedras élficas, que contenia cientos de diarios de guerra que escribió a lo largo de los años y que contenian todas las atrocidades que cometió sobre la arena. Ni yo mismo creia alguna de las cosas que me contaba, pero cuando las vi reflejadas en esas hojas, derramé una lágrima pensando en el tremendo peso de la conciencia con la que cargaba mi padre.

Me dispongo para la batalla, y mis armas más mortíferas serán la tínta y la pluma.

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B

Hemos conseguido un sello real , para portar armas esta noche y hasta que acabe el asedio.
Tus plumas serviran de bien poco ante nuestras catapultas automaticas

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bazoo

Diario de Guerra.

Dia 1.

Esta madrugrada he enviado a mis informadores a los cuarteles para que hicieran un último recuento de efectivos. Hace escasas horas, he obtenido la respuesta con los resultados. A pesar de no haber reuindo a mucho orcos, no tengo la menor preocupación, pues estoy seguro de que más tribus al sur de las montañas se uniran a nuestra causa.

Los informadores han contabilizado 1.653 soldados, 449 arqueros, 134 jinetes de Wargos, 39 médicos de campaña, 19 exploradores, los 12 chamánes del Monte de la Escarcha, 5 generales y 4 ingenieros.

Estos últimos, a pesar de ser el grupo con el número más reducido, sean probablemente los más importantes. Sin ellos, no podríamos haber cargado con todos los víveres necesarios y demás utensilios, por no hablar de las máquinas de asedio que pretenden construir. Por otra parte, los chamánes del Monte de la Escarcha son sabios y poderosos conocedores de las artes oscuras e ilusorias. Estoy seguro de que podrían hacer pasar a nuestros exploradores por humanos para que se infiltraran en las tierras enemigas e informarnos de sus planes y explorar el terreno.

Al anochecer, los orcos han empezado a festejar, si es que se le puede llamar así, la que podría ser la última de sus fiestas para algunos. Comida. Bebida. Canciones populares. Conversaciones picantes y desenfadadas. El suave tacto de una mujer deslizandose por tu piel desnuda cómo zénit del entretenimiento, el paraíso en vida antes de visitar el otro mundo. Estaba vez no me uniré a ellos, no mientras por mis venas corra la sed de venganza.

Mañana, con las primeras luces del crepúsculo, con el sabor de las cervezas y las bocas de las mujeres, con el holor del humo de las hogueras y la entristecida mirada de madres e hijos por temor a no vernos regresar con vida, partiremos hacia la batalla.

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T-1000

Prohibir las espadas es un delito que solo con proponerlo se merece la meurte.

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bazoo

Diario de Guerra.

Dia 2.

Con los primeros rayos del sol cayendo sobre nuestras espaldas, hemos partido hacia el sur, hacia nuestro destino, hacia los dominios del rey Winnfred.

Como de costumbre, he viajado a pie junto al resto de mis soldados. Nunca me gustó esa clase de favoritismos, y de alguna manera, creo que esta costumbre les da fuerzas para la batalla y siento que, sin dudarlo un segundo, cualquiera de estos orcos daría la vida por mi.

Apenas habian pasado unos minutos tras habernos puesto en camino, cuando se escucharon los gritos de un pequeño orco, de apenas 4 o 5 años, que corría trás nosotros gritando el nombre de su padre, el hijo de uno de mis generales. El muchacho alcanzó al grupo, y llegó hasta su padre. El pequeño, triste por la partida de su padre, estaba sollozando y entre lágrimas le dijo a su padre que volviera pronto. El padre lo cojió en brazos, le secó las lágrimas y le dijo en voz baja para darle seguridad:

  • Ves a ese orco tan fuerte de ahí. - Decía mientras levantó la mirada hacia mi posición y mirandome con una mirada confidente.

El niño, se frotó los ojos y alzó la cabeza, depositando su mirada en mis brazos, llenos de cicatrices de las muchas batallas que había librado anteriormente. El niño asinitió. El padre lo dejó en el suelo y le dijo:

  • Ese orco me mantendrá a salvo. No tienes nada de que preocuparte. Ahora márchate a casa y cuida de mamá hasta que yo vuelva... ¡Y pórtate bien!

El niño esbozó una sonrisa y se quedó plantado viéndonos marchar en lugar de regresar a casa.

De vuelta al pelotón, bajo la mirada de su pequeño, el padre me sonrió y me dio un golpe en la espalda como gesto para seguir nuestro camino sin mirar atrás. Le dije que su hijo le ahbía desobedecido y que seguía hay parado en lugar de regresar al hogar. Me dijo que eso es exactamente lo que él habría hecho en su lugar.

Me sentí muy orgulloso de aquellas palabras.

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