El olor de la Muerte [Partida de Rol narrativo]

Hipnos

El olor de la Muerte (Partida de Rol narrativo)

Reglas:

  • Dos tipos de intervenciones: narrativas y preguntas cortas. Ej:

Pregunta corta: ¿Qué veo? ¿Hay alguien más? Me fijo mejor en las expresiones del resto de compañeros.

Intervención narrativa: se expresan ideas, sensaciones como en un libro, SIN offtopic, diferenciando bien lo que se hace, lo que se piensa y lo que se dice mediante guiones. Si hay offtopic, se ha de separar claramente de la narración.

  • No hay tiradas, no hay fichas. Yo determino si una acción funciona o no.

  • Libertad media: puedes asumir que te gusta el tabaco, que odias las arañas, que guardas un diario en el que escribes... pero no puedes asumir que tienes una pistola, tres casas, que conoces varias lenguas, que sabes judo. Casi cualquier cosa que no te de un "bonus" es asumible y aceptable. Puedes inventar el trasfondo de tu personaje en cierta medida. Me reservo el derecho a obligar ciertos hechos en el transfondo de cada personaje.

  • Los personajes no se crean: se adoptan. Yo narraré la historia e irán apareciendo personajes. Cuando un personaje sea elegible por un jugador, el primero que postee, muestre interés y sea activo, se lo queda.

  • No se permiten dos posts seguidos de offtopic, ni discusiones sobre la partida.

  • Prefiero calidad que cantidad. Si tienes que tomarte varios días para escribir tu post, hazlo. No me gusta leer faltas ni textos que no están cuidados. Es un rol narrativo, la gracia es narrar con calidad.

  • ¡Disfruta! Si mueres, siempre puedes coger otro personaje o seguir leyendo la historia :)


Chelmsford, 12 de Diciembre de 1918.

La Gran Guerra había acabado. Sir Alfred Crowfield paseaba inquieto esa fría mañana, mientras los copos de nieve que se observaban desde las ventanas de su pequeña mansión se posaban ajenos a su impaciencia.

No hacía falta conocer mucho al señor Crowfield para percibirlo. Sus grandes ojos azules se posaban sin cesar en varios rincones sin importancia de su habitación. Su mirada gris, perdida, dejaba ver que su atención estaba puesta en otro sitio. Recordaba historias de otros tiempos, oscuras y turbadoras. Ocasionalmente fijaba su interés en la carta que permanecía sobre su escritorio, una carta de impecable caligrafía cargada de olores de ambar y almizcle. Su color y su tacto denotaban la calidad del papel, y las molestias que el remitente se había tomado en elaborarla.

La carta, sin embargo, no era del agrado de sir Alfred. Su contenido era tan perturbador como su firma. Rezaba así:

Querido Alfred;

En mis viajes por el continente asiático he encontrado algo muy interesante. Creo que puede interesarle, ya que, si no me equivoco, guarda una estrecha relación con aquel "incidente". Me hospedaré durante toda la semana en el hotel Royal National, muy cerca de Covent Garden, en Londres.

Espero ansioso su visita. Disculpe la rudeza de mi llamada, pero es algo que debe ver. Lo comprenderá cuando lo tenga delante.

Un cordial saludo, su amigo y compañero

Sir Smith Jenkins.

El señor Crowfield no esperaba esta carta. Estuvo a punto de arrojarla a la chimenea en llamas en un ataque de ira tras leerla, cuando una gota de sudor frío recorrió su cabeza llena de canas. Pero Smith era un amigo, no podía ignorarlo. Un amigo que se había empeñado en indagar en asuntos truculentos a raíz de lo que pasó. Asuntos que era mejor dejar en paz y olvidar.


Personaje elegible: Sir Alfred Crowfield. 47 años. Vive sin demasiada opulencia de las rentas y en la mansión recibidos en herencia.

El incidente y la relación con el señor Jenkins se revelarán más adelante.

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ruonory

I. Sir Alfred Crowfield

  • Me acerco hasta el escritorio y sujeto la carta entre mis dedos, como si de un desagradable insecto se tratase. La miro fijamente y aprieto con tanta fuerza la mandíbula que puedo escuchar el rechinar de mis dientes.

-Pienso:
Nunca he encontrado placer alguno en desenterrar los fantasmas del pasado, más aun cuando esos fantasmas pueden traer consigo consecuencias irreversibles, pero no seré yo quien juzgue a Smith por su curiosidad, al fin y al cabo siempre supe que esto acabaría pasando.

Smith fue un compañero leal y por mucho que me pese, me preocupa cómo puedan dañarle los secretos que destape. No le deseo ningún mal, pero la integridad de uno mismo está por encima de todo.

-En voz alta, susurrando:
Pobre inconsciente...

-Pienso:
Mañana partiré hacia Londres para ver qué demonios ha encontrado ese pobre desgraciado.

-Guardo la carta en un cajón del escritorio, lo cierro y respiro profundamente con alivio, como si eso bastase para volver a olvidarlo todo.

OT:
No sé qué coño estoy diciendo, pero alguien tenía que empezar. Acepto directrices para darle más profundidad a futuras aportaciones.

3 1 respuesta
Hipnos

#2 La idea es seguir un estilo narrativo. Es decir, aunque separes lo que pienses de lo que haces y lo que dices, se puede hacer utilizando un estilo narrativo. Tienes licencias para inventarte parte del escenario o de tu personaje.

Entiendo que has cogido al señor Alfred, por mi parte bien.

Por ejemplo, tu intervención podría ser algo así:


Pasé la tarde en casa, junto a la ventana. Veía la gente pasar: familias que volvían a serlo tras la guerra, padres tullidos que encontraban de nuevo el calor de sus hogares, o viudas que, vestidas de negro, reflejaban que sus maridos no habían tenido tanta suerte.

Mis pensamientos, sin embargo, estaban mucho más allá de la ventana. De vez en cuando sujetaba la carta, la releía con rabia hasta escuchar el rechinar de mis dientes.

-Estúpido Smith.-Murmuraba en voz baja. Fué un buen compañero y tengo miedo de lo que pueda pasarle. No podía culparle por su curiosidad, y al final ha pasado lo que acabaría pasando de todos modos.

Sin embargo, remover los fantasmas del pasado es algo que me inquietaba, y no podía relajarme.
Mientras guardaba la carta en cajón (como si ese sencillo gesto bastara para olvidarlo todo), repasé mentalmente el viaje que me disponía a hacer. Al día siguiente partiría hacia Londres.

La nieve, ajena a mis pequeños infortunios, caía incesantemente. Al día siguiente habría una buena capa blanca sobre las calles.

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Hipnos

Sir Alfred bajó del coche, pagó al conductor y avanzó con paso firme hacia el hotel. Londres le traía grandes recuerdos, unos malos y otros dolorasamente agradables, pero ninguno le era indiferente. Recordaba sus paseos nocturnos con Agatha por las calles de Covent Garden. Recordar la dulce e inteligente mirada de Agatha era el recuerdo más agradable, y a la vez el más doloroso.

Cruzó el umbral del hotel Royal National, y preguntó por el señor Jenkins hasta que finalmente fué guiado hasta su habitación. Todavía vacilaba si huir de allí mientras pudiera cuando dió tres golpes en la puerta.

  • ¡Alfred! - Smith recibió una fría mirada por respuesta.- ¡Pasa por favor! ¡Tienes que ver esto!

Al principio no lo vió, parecía parte del decorado de la habitación. Pero pronto vió que el grabado de madera que se encontraba en una tablilla sobre la mesa no era casual.

  • Lo encontraron en los restos de un barco hundido. Los lienzos oleosos que lo cubrían lo han protegido de la humedad y la degradación. - Pasó su mano acariciando el grabado, un tallado en madera oscura con formas inquietantes. - Aunque me permito dudar si aún sin protección hubiera sufrido algún daño. Si Agatha lo hubiera visto, lloraría de emoción...

  • Agatha ya no está. - Cortó Crowfield secamente. - Se la llevaron. Tú lo sabes. Ellos me la arrebataron porque los encontró. Y tú vas por el mismo camino, quieres encontrarlos, y cuandos los encuentres se te llevarán como hicieron con ella. - Su voz bajó de tono súbitamente, tomando un semblante menos mordaz - ¿Por qué no has podido dejarlo estar...?

Crowfield escudriñó lentamente el grabado. Eran ellos. Caracteres extraños grabados en la madera -si es que aquel material brillante y oscuro era madera- que recordaban historias, quizá, de tiempos y lugares desconocidos. Formas vagamente humanas se distinguían entre aquellos símbolos, describiendo algo que sólo se podía identificar como un sentimiento tan puro y olvidado como el terror. Estaba seguro de que aquel sentimiento estaba impreso allí, como ya lo había visto con anterioridad en otros grabados similares antes del incidente. De pronto, recordó el olor. Un olor olvidado, que brotaba desgarradoramente del fondo de su ser y que le inundaba. Estaba seguro de que un aparato para detectar olor no hubiera indicado nada: era ese sentimiento el que te inundaba todos los sentidos. Y el más penetrante y desagradable era, sin duda, aquel olor nauseabundo, un olor de terror, un olor a muerte que surgía de su propio ser al contemplar aquella cosa.

Alfred sabía que aquellos caracteres no correspondían a ningún lenguaje conocido o estudiado con anterioridad. Agatha ya vió estos mismos grabados y se aseguró la ayuda de los mejores historiadores y lingüistas para intentar, sin éxito, descifrarlos. Ahora Smith volvía a tener una pieza de aquel endiablado puzzle, y seguiría los pasos de su propia esposa. No deseaba pasar de nuevo por lo mismo.

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RoninPiros

Smith noto la preocupación en los cara de Crowfield, como miraba aquella tablilla queriendo ver mas allá de ella, como hablaba de Agatha, como recordaba el pasado y sufría. Pero todo era por el bien mayor.

Desde joven Smith, había sido un apasionado de las historias oscuras sobre grandes fuerzas sobrenaturales, oscuros cultos dedicados a deidades impías, secretos escondidos bajo los cimientos de la sociedad. Todas esas historias dejaron de ser fantasía hace años, cuando Agatha encontró aquello, cuando sucedió.... el incidente.

-Si Agatha lo hubiera visto... - Crowfield le interrumpió, Agatha ya no esta dijo pero sus ojos decían otra cosa, había un pequeño resquicio de esperanza entre el dolor. - ¿Por qué no has podido dejarlo estar...?

-Alfred... - Smith toco el hombro de Crowfield, y le hablo mientras el miraba la tablilla fijamente.

-Nunca podría dejarlo estar, y tu tampoco. Lo sabes, lo sientes... incluso si yo no te hubiera llamado, incluso si nunca mas hubieras recibido noticias mias... nunca lo habrías dejado estar.
Se que duele pero no podemos escapar de ello... Agatha... ella querría que investigásemos... juntos...

-Crowfield le miro fijamente, la tristeza en sus ojos había sido sustituida por una mirada entre odio y miedo. Odio por desenterrar fantasmas del pasado y miedo por que esos fantasmas seguían presente en su corazón cada día que pasaba por mucho que intentara ocultarlo.

-¿Entonces que va a ser Alfred? -Pregunto Smith mirándole fijamente a los ojos. - Quieres dar el siguiente paso? -No hacia falta respuesta, Alfred Crowfield había contestado ya, nada mas ver la tablilla ya lo había echo.

-Perfecto entonces -Dijo Smith en un tono un poco menos sombrío.
-¿Alguna sugerencia de por donde empezar?


Me pido a Smith Jenkins por si no estaba claro.

Me gustaria saber con que contamos de partida, las notas de Argatha alguna lista de contactos algun diario...

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Hipnos

#5 Te has colado, ¡Smith todavía no era elegible! Pero bueno, lo iba a ser de manera inminente, así que lo tomo por válido.


Smith Jenkins, 46 años. Periodista y escritor. Pasó varios años en la redacción de un periódico, hasta que ocurrió el incidente y decidió saber qué pasó. Dejó su trabajo y viajó por el mundo investigando. Amigo desde la infancia de Agatha Brisk, y amigo también del señor Crowfield desde hace menos tiempo. Agatha y Alfred se conocieron gracias a él, para finalmente acabar casados, aunque sin hijos.

Smith nunca tuvo demasiado interés en formar una familia, su curiosidad innata y casi enfermiza por la investigación y sus recurrentes viajes hacían que las mujeres huyeran rápido, a sabiendas de que no sería un buen marido.

Había pasado los últimos 8 años investigando por diversas partes del mundo. La tabla la encontró por casualidad en un mercado mientras viajaba por el protectorado francés de Camboya. Los pescadores de ostras encontraron el barco hundido, demasiado destruído para reconocer su antigüedad o su procedencia, y recogieron la tablilla de entre los restos de un baúl destrozado.


Dejo tiempo para que Alfred intervenga si quiere, y si no, continúo la historia narrando "el incidente".

ruonory

II. Sir Alfred Crowfield

Habían pasado ya dos días desde aquella reunión en el hotel donde se alojaba Smith, dos largos días en los que me debatía entre dos pensamientos: mi lado más natural y escéptico que me hacía sentir ridículo por seguirle el juego a ese pobre chalado, y el lado que me hacía sentir ridículo por creerle.

No importaba en absoluto qué impresión tuviese de mí mismo, el caso es que actué impulsivamente e invité a Smith a que se trasladase a mi mansión para continuar con la investigación, ahora no había vuelta atrás.

Era temprano, me encontraba leyendo el diario mientras esperaba a que Smith bajase al salón donde el servicio había servido el almuerzo: pan frito y unos huevos de codorniz, no sé si se trataba de alguna macabra broma de Smith, el caso es que era el desayuno preferido de Agatha.

Llegó entusiasmado como un adolescente y se sentó después de saludarme educadamente y desearme una buena mañana. No había nada de malo en su actitud, pero su presencia me incomodaba y violentaba a partes iguales, sobretodo por el hecho de saber que estaba ahí porque yo le había traído.

-Espero que no te tomes a mal el almuerzo. -Dijo Smith. -Se lo encargué anoche al servicio, es evidente que después de tantos años sigues consternado por su desaparición, creo que necesitas un empujón de optimismo y tenerla presente de otro modo más... no sé, positivo.

-Estoy completamente convencido de que Agatha está... -La palabra se atascó en mi garganta como un puño justo antes de que Smith aprovechase mi silencio para interrumpirme.

-No lo estás porque no puedes saberlo, de hecho no lo estás porque sino yo no estaría ahora aquí, pero insistes en creerlo porque así te resulta más fácil. -Guardó silencio unos segundos antes de continuar. -Mira, entiendo cómo te sientes, también fue doloroso para mí, pero no podemos ignorar que no se trata de algo natural, hay aspectos de aquel incidente que escapan de nuestra razón y Agatha merece que le encontremos una explicación.

-Ella... -Volví a dudar antes de continuar diciendo. -Ella querría que siguiésemos con la investigación. Sé qué es temerario e irresponsable, pero dada mi situación actual, creo que no perdería nada.

Smith miró alrededor suyo como si acabase de percatarse de que había un edificio a su alrededor y dijo: Bueno, no es que quiera convencerte de lo contrario, pero parece que las cosas no te han ido del todo mal.

Desde el incidente, mi única vía de escape fue el trabajo, así que había conseguido engordar considerablemente mi fortuna, lo cual podía verse en mi ostentoso intento por llenar mi vida con el materialismo.

-Bueno Smith, ¿has descubierto algo que nos indique por dónde empezar?

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Hipnos

El incidente. Parte 1.

La Habana, 6 de Abril de 1910.

  • ¿Puedes olerlo? ¡Es el olor del caribe! - Agatha rió al ver la cara acalorada de Alfred, mientras bajaba el equipaje del barco.

Agatha se encontraba radiante, llena de vida. Sus investigaciones sobre las misteriosas tablillas por fin habían señalado un destino, y estaba dispuesta a darlo todo por llegar hasta el final. El viaje había sido casi improvisado, en una semana habían dejado los asuntos urgentes medianamente resueltos, habían pedido los visados y comprado los billetes. Y allí estaban, con una de sus maletas llena de apuntes y de artefactos extraños.

No pasaron muchos días hasta que localizaron el objeto de su visita. Habían preguntado por el anciano y les habían indicado el camino hasta una solitaria y destartalada casa de madera vieja. Agatha no vaciló en adelantarse a Alfred y tocar vigorosamente aquella puerta pelada por el sol de barniz.

  • ¿Qué desean ustedes? -Habló el hombre en español, sin abrir demasiado su puerta.
  • ¿Señor Rodrigo? -Respondió a su vez Agatha en un perfecto castellano - ¿Rodrigo López?.
  • Aquí me tienen. Díganme por favor que desean.
  • Señor, hemos viajado mucho... - Agatha rebuscó entre sus notas - Su hija. Queremos preguntarle sobre ella. Se la llevaron los Semeth, ¿verdad? - Dijo al tiempo que mostraba un trozo de viejo periódico recortado.

El viejo enmudeció y se puso lívido de repente. Tras algunos segundos, su reacción fué intentar cerrar la puerta, pero Agatha fué rápida y puso el pié para impedirlo.

  • Por favor, señor López, hemos hecho un viaje muy largo para verle...
  • ¡No tengo nada que decir! ¡Estáis locos! ¡Os harán lo mismo que a ella! ¡Huid y quemad esas notas, cambiaros de nombre y no volváis nunca!
  • Señor, sólo queremos hacerle algunas preguntas...

Pero el señor López estaba como poseído, y la fuerza con la que intentaba cerrar la puerta era demasiado para lo que el pié de Agatha podía aguantar. Se quedaron escuchando el eco de un sonoro portazo.


Continuará con la parte dos más adelante.

#7 Tienes guardada la maleta con los apuntes de Agatha.

#5 Has descubierto una tablilla similar a las que iniciaron la investigación de Agatha. Tus interpretaciones de los hechos las datan hace más de 4000 años, cuando la escritura todavía era algo extraño al ser humano. Investigando por la zona de Camboya, leiste varias noticias sobre secuestros inverosímiles, y cadáveres mutilados de personas y animales por la zona. Las mutilaciones eran realmente extrañas: los cuerpos, tanto humanos como animales, aparecían en muchos casos sin piel ni ropas, con sus ojos formando dos globos completamente negros e hinchados. Recordabas algunos casos similares cuando ayudaste a Agatha en sus investigaciones hace años. Ella los había atribuído a un grupo religioso relacionado con las tablillas, los Semeth.

RoninPiros

II. Smith Jenkins

Era una fría mañana de Diciembre en la mansión Crowfield, el espacio tan mal aprovechado de las habitaciones, los adornos y extravagancias colocadas con un gusto cuestionable y el silencio que reinaba en toda la casa proferia una sensacion de soledad y decadencia abrumadora.

La mansión estaba en buenas condiciones, de echo habia un cierto aire de lujo barroco y ostentacion vacia donde quiera que mirases, pero se notaba el paso del tiempo y la relativa falta de interes de Alfed por mantener todo en buen estado como en tiempos pasados, jardines descuidados, pintura desconchada y otros pequeños desperfectos aqui y alla eran evidentes para quien mirase con detenimiento a su alrededor... Supongo que la muerte de Agatha le había hecho perder interes en las pequeñas cosas como estas.

Yo estaba bastante animado por compartir mis últimos hallazgos con mi viejo amigo, asi pues baje al salón donde ya me estaba esperando el leyendo la prensa.

[ Conversación de #7 ]

-Bueno Smith, ¿has descubierto algo que nos indique por dónde empezar?

-Asi es mi querido amigo -Dije recuperando un tono mas jovial. -En mis últimos viajes por Camboya he reunido cierta información bastante interesante.

Hablar sobre este tema me apasionaba y compartir mis hallazgos era algo que rara vez tenia posibilidad de hacer pero aun así intentaba mantener mi emoción controlada para no perturbar el estado semi depresivo que los fantasmas del pasado habían producido en mi anfitrión.

Echando un rapido vistazo a mi alrededor para asegurarme de que estabamos solos, continué con mi explicación.

-La tablilla que encontré... he conseguido datarla aproximadamente en el año 2000 a.C. lo cual como comprenderas es ridículo, el estado de conservación, el uso de un lenguaje aparentemente bien estructurado... A parte de la tablilla encontré otras cosas familiares, en la zona encontré mas casos de... secuestros y... bueno ya sabes a lo que me refiero.

Por la cara de Crowfield era evidente que si que recordaba los secuestros y las mutilaciones, no había necesidad de insistir en ese punto.

-tengo la poca información que conseguí reunir sobre las víctimas arriba pero no habia nada especialmente interesante salvo el echo de que esa zona fuera un epicentro para semejantes actividades. Lamentablemente no pude continuar investigando tan a fondo como hubiera querido ya que la gente se ponía nerviosa al escuchar el nombre de los Semeth y se mostraban reacios a colaborar conmigo.

La verdad que no le contaría a Crowfield es que segun avanzaba en mi investigación en tierras camboyanas, me empecé a sentir observado y un miedo irracional se apoderaba de mi dia tras dia, hasta el punto de no ser capaz de conciliar el sueño y de ver enemigos en las caras de cada persona con la que me cruzaba, asi que decidí salir de allí y continuar con mi investigación desde otro ángulo.

-Ahora necesito tu ayuda necesito volver a ver la documentación que guardo Agatha y encontrar algo... algún otro punto en común entre mi investigación y la de ella, algo que se me pudiera haber pasado de largo, y necesito tu ayuda en esto. -Le miro seriamente a los ojos cuando dijo esto ultimo.- Necesito que participes en esto Alfred, por mi por Agatha y por ti mismo, si no resolvemos este enigma nos perseguirá toda nuestra vida.

ruonory

III. Sir Alfred Crowfield

La luz del hall principal de la mansión era tenue y mortuoria, a pesar de que era de día, a penas podían verse con claridad las pinturas que adornaban las paredes a través de las cuales discurría la escalera que llevaba al piso superior, además, el mal tiempo que hacía esa mañana no ayudaba.

La repentina presencia de Smith me había hecho advertir detalles que, hasta ahora, habían pasado inadvertidos para mi, como mi despreocupación por el estado de conservación de la mansión. Detalles como los desgastados tablones de madera de las escaleras, que crujían a cada paso que dábamos, o los enormes ventanales que habían permanecido cerrados durante años, dotando a la mansión de aquel aspecto de luto perpetuo que, de algún modo, reflejaba mi forma de ser.

Smith permaneció en silencio hasta que llegamos al estudio. Varias pilas de papel permanecían amontonadas no solo sobre mi escritorio, sino sobre el resto de mesas que ocupaban el cuarto. Smith reparó en una serie de cuadros apoyados en una pared, debía de haber varias decenas.

-Se te amontona el trabajo. -Dijo Smith mirando un portafolios con varias ilustraciones que asomaban desordenadas.

Durante los años posteriores a la desaparición de Agatha, me había dedicado a la compra y venta de obras de arte. No todo lo que adquiría encontraba sitio en las galerías, museos y colecciones privadas con las que me relacionaba, de modo que los restos acababan llenando los rincones de la mansión.

Abrí un baúl de madera forrado con una tela verde estampada con motivos florales y adornos metálicos. De su interior saqué una maleta de cuero, gastada por innumerables viajes. Aparté una pila de papeles y archivos que cubrían parte del escritorio y coloqué la maleta.

-Ahí tienes. Ha permanecido cerrada durante todos estos años, nunca encontré ningún motivo para buscar nada en su interior.

-Viendo cómo está todo, no me extraña que la hayas guardado, se nota que no te preocupa guardar cosas viejas. -Replicó Smith.

No es que no hubiese encontrado motivo para abrirla, sino que durante todos estos años había huido intencionadamente de esto, de exactamente esto que estábamos haciendo, buscar respuestas.

Soy una persona racional y sensata, o al menos eso he pensado siempre de mí mismo. No veo motivo para negar que el incidente causó un trauma en mí. Desde el preciso momento en el que Smith me presentó a Agatha, ella se convirtió en el motor de mi vida; absolutamente todo lo que hice con mi vida desde aquel día fue gracias a ella, gracias a su energía y su insaciable curiosidad por el mundo, y eso me hacía inmensamente feliz. Después de perderla comprendí que mi vida no volvería a ser la misma, pues nunca hubiese sido capaz de seguir siendo la misma persona sin su ayuda, de modo que hasta el día que recibí la carta de Smith, me había dedicado simplemente a mantenerme ocupado sin preguntarme a dónde conducía mi vida, sin preocuparme por nada más que mantenerme alejado de su recuerdo, esto último sin demasiado éxito.

Cuando Smith abrió la maleta, su cara reflejó una expresión que causó en mi una dolorosa añoranza, era esa mirada de fascinación y curiosidad que caracterizaba a Agatha. Daba igual cuánto dolor pudiese causar en mí esa sensación, lo que no podía negar era que la sola idea de enfrentarme de nuevo al mundo, junto a alguien que me compañase, iba a darle a Smith todo el poder que quisiera sobre mi. El problema es que la idea me gustaba.

-¿Ves algo de interés?

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Hipnos

El incidente. Parte 2.

Alfred apuraba su cocktail mientras miraba la luna. Una luna llena, hermosa y resplandeciente, como una señora madura, elegante y soberbia en su sencillez. Aprovecharon las horas nocturnas para disfrutar de algo de música y buen alcohol en el centro. Había sido un día ajetreado. Dos visitas, ambas a lugares remotos habían acabado igualmente insatisfactorias.

Agatha bailaba animadamente, dejándose llevar por los ritmos de la clave del son, y llamaba sutilmente a Alfred al baile en un movimiento tan discreto como natural de sus brazos. Bailaron. Alfred era feliz. Era feliz porque Agatha lo era, y ella no se desanimaba: buscaba un aliciente nuevo en cada portazo, o en cada puerta en la que no eran atendidos.

Era ya tarde cuando se dirigieron al hotel. No era extremadamente lujoso, pero el servicio era bueno y las habitaciones estaban limpias. Alfred se desvistió y pasó al baño, mientras Agatha retozaba, un poco borracha, en la cama. Fué entonces cuando ocurrió.

Alfred estaba en la ducha, y creyó oir unos sonidos. No le prestó demasiada importancia hasta que crecieron al nivel de un zumbido grave e intenso, casi insoportable. Le recordaba al canto de la ballenas, por lo solemnte y profundo de aquel zumbido, un zumbido inquietantemente cercano.

Luego escuchó los gritos. Supo inmediatamente que eran de Agatha. Dejó la ducha, cogió una toalla y salió rápidamente del baño. Y entonces lo vió.

Agatha ya no estaba. La maleta de sus papeles estaba abierta, y las tablillas que estaban dentro habían desaparecido. Las huellas negras, los rastros alargados y negros como el carbón que inundaban el suelo eran tan inquietantes como extraños. Se dirigían a la ventana, ahora abierta, y por la que sólo se veía la oscuridad de la noche habanera. Pero lo peor era el olor. Un olor nauseabundo, como no había olido jamás. Un olor a desesperación, a miedo. Un olor a muerte.


En la maleta hay esquemas de las tablillas ya desaparecidas. También hay numerosos recortes de periódicos, y referencias históricas (algunas realmente antiguas) a un grupo religioso en varias lenguas y países. La fonética, sin embargo, es similar en todas. "Semeth". Buscando relaciones entre los casos recientes, se percibe un patrón curioso: todos ocurren a altitudes similares, como si la zona tropical fuera la fuente. Los casos eran remotos a veces, pero desde Ecuador hasta Indonesia, India, Tanzania, Brasil, Nigeria... todos guardaban similitudes. Secuestros, ritos extraños y sangrientos, cadáveres mutilados de manera horrible. Todos extraños, a veces en condiciones poco idóneas para un rapto convencional.

RoninPiros

III. Smith Jenkins

Cuando Alfred abrió la maleta donde se encontraban todas las cosas de Agatha no pude evitar sentirme emocionado como un niño pequeño, había tanta información que tardaría tiempo en digerirla toda pero no tenia ninguna prisa, de alguna manera disfrutaba esto, disfrutaba todo lo que estaba pasando ahora mismo, incluso la angustiosa sensación de que un peligro constante nos rodeaba me hacia sentir vivo.

Siempre había sido un tipo curioso y por eso se había metido en muchos líos en su juventud, así que su transición de metomentodo aficionado a periodista había sido algo natural. También era un gran aficionado a la lectura sobre todo los relatos y novelas fantásticas sobre criaturas abominables de otros mundos, cultos secretos a dioses impíos, cosas mas allá de la compresion humana que hacían enloquecer a los protagonistas de las historias.

Esto para el era no mas que otra de esas historias que le apasionaban y el era el protagonista, la idea de la muerte no le asustaba tanto como el ansia por indagar en estas muertes misteriosas y este culto... los "Semeth".

Quienes eran de donde venían, una cosa estaba clara no les gustaba el frió, tal vez alguna secta que realizaba ritos de voodoo, había leído bastante acerca de este tema, y los lugares encajaban toda la zona del Caribe y la costa sud este de los estados unidos estaban repletos de cultos y pequeñas religiones que la gente menos letrada en estos temas aglomeraba dentro de practicas de voodoo, por su puesto la parte de África estaba plagada de estos pequeños cultos puesto que allí es donde se origino, y la parte mas oriental llegando a la india podía tener influencias de allí aunque eso era lo que menos encajaba.

Estuve todo lo que quedaba de dia enfrascado en las notas de Agatha, tal era mi concentracion en la materia que no recorde comer ni beber en todas las horas que pase alli y cuando levante la mirada de las notas de la mesa y vi el cielo ya oscuro una profunda sensación de cansancio me abatio, como si mi organismo se hubiera dado cuenta de golpe del tiempo que habia pasado.

Me levante de alli y me dirigi a mi habitacion, la casa de oscuras curiosamente se me antojaba mas calida y acogedora de lo que me habia parecido esta mañana, supongo que el clima invernal y la luz que llegaba desde el cielo gris le daban un aspecto mas seco y languido a la mansion.

Me tumbe en la cama y me dormi al poco tiempo pensando en todo lo que habia leido ese dia. Por la noche los sueños mas extraños me atacaron, pesadillas sobre raptos, gente con pinturas tribales realizando extraños ritos, visiones febriles de incendios en los parajes tropicales que habia visitado en mis viajes previos, sueños sobre crituras fantasticas salidas de los relatos de algun autor ingles.

A la mañana siguiente me desperte casi igual de cansado pero dispuesto a compartir mis pensamientos con Alfred, y diespuesto tambien a convencerle de otra cosa. Queria volver a viajar, volver a investigar en el lugar de los echos, pero esta vez ir a la fuente de todas estas tradiciones que en un solo dia se habian convertido en casi una obsesion para mi.

-Buenos dias querido Alfred.

Tras una conversación insulsa de cortesia me decidi a trastocar un poco mas la tranquila vida de mi anfitrión.

-He estado investigando, creo que todos estos secuestros esta secta de la que ya has oido hablar hasta la saciedad, podrian estar relacionados con lo que la gente llama voodoo...

Espere un momento para ver la reaccion de Alfred y le hable un poco sobre los ritos de voodoo y sobre todo lo que me habia echo llegar a esta conclusión leyendo las notas de Agatha para sin mas dilación pasar a la segunda parte de la conversación.

-Me gustaria ponerme en ruta otra vez no a mucho tardar, quiero volver a investigar de cerca y creo que se donde quiero ir.

Me acerque al pequeño minibar con forma de mapamundi donde mi amigo guardaba las botellas de tocay y brandi que compartimos hace años cuando todavia contabamos con la presencia de Agatha, y lo gire hasta que el continente africano estaba a la vista de Alfred, entonces señale con el dedo una zona cercana a nigeria.

-Benin, cuna de todos los cultos de voodoo del caribe, estuve leyendo sobre voodoo hace años y descubri que la gran mayoria de esclavos que vivian en la zona de haiti provenían de alli, de lo que se llamo la costa de los esclavos.

Espere en silencio la contestacion de mi amigo esperando nada por debajo del calificativo de loco pero yo estaba dispuesto a seguir a ciegas lo que era una simple corazonada.

ruonory

IV. Sir Alfred Crowfield

Smith quería dar el paso, este era el punto de no retorno; creía que tardaríamos mucho más tiempo en salir de la seguridad de la civilización antes de lanzarnos a viajar y convertir todo esto en una realidad.

Parecía un loco, pero ya sabía más que yo, al menos él se había molestado en leer todos esos documentos para atar cabos y si hay algo que Smith hacía bien era encontrar conexiones. No podía dudar ahora, no después de darle esperanzas, teníamos que seguir adelante.

-Bien, confío en tu instinto. Avisaré para que preparen nuestro equipaje para mañana, saldremos cuanto antes, pero hoy quiero que me enseñes esos documentos y ver qué intentan decirnos.


¿Qué pone en los documentos? ¿Qué pistas tenemos que seguir?

RoninPiros

IV. Smith Jenkins

-¿Mañana mismo? - Me sorprendió gratamente que mi compañero de aventuras estuviera tan dispuesto a dar este paso, no entendía muy bien su cambio de actitud pero eso era lo de menos no habia tiempo que perder.

-Ven querido Alfred déjame que ilustre un poco mis razonamientos para que puedas ver por que creo que ese sitio es el correcto. -Conduje a Alfred a la sala donde estaban desperdigados desde la noche anterior todas las notas de Agatha y las mias propias.

-Como ya sabes todos los crimenes de los que tenemos constancia son de zonas tropicales, zonas con cultos que si bien no son propiamente de voodoo están relacionados con tradiciones muy parecidas y que beben de las mismas fuentes.

Mientras hablaba le iba poniendo sobre la mesa los documentos sobre los raptos y le iba señalando el lugar donde habian sido cometidos.

-Hace años me interese por este tipo de ritos e investigue bastante sobre ellos junto con un colega Laurence Thompson. Descubrimos que la mayoria de estas tradiciones tenian raices en ciertas "religiones" africanas y que la gran mayoria provenia de una zona llamada Benin, puesto que fue un punto neuralgico de la exportación de esclavos.

Cuando nombre a Laurence recorde que sus investigaciones en la materia tambien le habian llevado a Benin, quizas pudiera contactar con el y pedirle consejo para el viaje.

-Por cierto Alfred, creo que puedo encontrar algo de ayuda antes del viaje, serias tan amable de acercarme a Brentwood, me pregunto que cara pondra si me ve aparecer en la puerta de su casa.

ruonory

V. Sir Alfred Crowfield

Smith parecía sorprendido por mi repentino empujón a la investigación. No me gusta perder el tiempo y seguir buscando conclusiones en los documentos de Agatha o en las tablillas no era motivo para quedarnos anclados aquí, teníamos que salir en busca de más información, pero no me satisface la idea implicar a otra persona en esto, no por miedo a lo que pueda pensar, sino por miedo a lo que le pueda pasar. Smith fue quien resucitó esta historia y yo me embarqué en ella por mi propia voluntad, pero invitar a otros a participar en un viaje como este era temerario.

-De acuerdo Smith, pero voy a ser completamente sincero contigo, no quiero que mezclemos en esto a nadie sin que sea absolutamente consciente de lo que implica y las consecuencias que podría tener sobre su vida. Sé que no estás diciendo que le invitemos a viajar con nosotros, pero conozco a los de vuestra clase y sé que perdéis la cabeza por una buena aventura. Si se presta a acompañarnos, le advertiremos de todo lo que ello implica. ¿Comprendes lo que quiero decir?

Quizá fui demasiado brusco con el tono que empleé, pero a veces tenía la sensación de que Smith no terminaba de entender que aquello contra lo que nos enfrentábamos era un peligro real, aunque su ausencia de miedo me parecía admirable e irresponsable en partes iguales.

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Hipnos

Los Thompson.

El coche paró, deteniéndose sobre las hojas húmedas de las calles de Brentwood. La pequeña y destartalada casa de los Thompson estaba al lado de la biblioteca municipal, probablemente debido a la curiosidad natural del señor Thompson y en parte probablemente también debido su extraño oficio.

El señor Thompson era criptógrafo. Había intervenido durante los últimos años en la Gran Guerra, y su intervención había resultado fundamental para descifrar las valijas de comunicaciones cifradas de los enemigos. Además de su talento natural para las lenguas - que según estimaban sus amigos a ojo, serían unas 10 las que conocía perfectamente, y quizá otras tres más con las que podía chapurrear algo - era un gran aficionado a las matemáticas y los juegos de lógica. Resolver enigmas no era su oficio: era su vida.

Aún estaban húmedas las calles cuando con paso decidido Alfred y Smith dejaron impresas sus huellas en la calzada. El paso de ambos, aunque firme, parecía querer retrasarse, dándose algunos segundos más en la intimidad de su aventura, pero a sabiendas de que pronto la compartirían con alguien más.

Smith llamó a la puerta, tres veces, con golpes secos que resonaron en el interior de la vieja casa. Tardaron un poco en abrir.

Los ojos de la chica reflajaban pesar, aunque el brillo de inteligencia (y a su vez, curiosidad) se dejaba asomar. No cabía duda, era la hija del señor Thompson. Podría haber sido más alta, más guapa (que de hecho lo era) o más morena que el propio señor Thompson, pero ese brillo en sus ojos hubiera delatado su procedencia aún disfrazada.

  • Hola... - Su voz sonaba afligida, triste, pero melodiosamente dulce - ¿Quiénes son ustedes?

  • Somos el señor Smith - Adelantó Jenkins haciendo un ademán - y el señor Crowfield. ¿Está el señor Thompson en casa?

  • Me temo que llegan un poco tarde. - Hizo una pausa, a punto de quebrar su voz por el dolor- Enterramos a mi padre hace apenas un mes. Estaba cada vez peor del pulmón, y el médico ni siquiera veía ya posible que quitarle el tabaco le aliviara más que aumentar su agonía.

  • Oh, lo sentimos mucho... - Exclamó Alfred inmediatamente, tan afectado como sorprendido.

  • No se preocupen. Mi nombre es Alice. Quizá no sea tan buena como mi padre, pero si es un enigma para lo que buscan su ayuda, seguro que puedo ayudarles. - Una fugaz sonrisa completó su joven mirada en un gesto de invitación - Pasen, por favor. ¿Les apetece un té?


Personaje elegible: Alice Thompson, 19 años, Brentwood.

Es curiosa, muy inteligente, reflexiva, vivaz. Conoce varias lenguas y le encantan los enigmas. Vive sola, tras la muerte de su padre se dedica al estudio de diversas lenguas. Su madre, también criptógrafa, perdió la cordura hace ya algunos años, y vive recluída en un viejo sanatorio a las afueras de Londres.

menolikeyou

Alice Thompson

Alice, sin esperar respuesta, se dio media vuelta y se dirigió a la cocina, dejando la puerta entreabierta. Smith y Alfred se miraron el uno al otro, y sin decir nada, decidieron seguirla.

Alice les invitó a sentarse en la mesa de la cocina, situada junto al ventanal que daba al jardín trasero. Ambos tomaron asiento en unas sillas que crujían con tan solo mirarlas, y advirtieron que desde allí se tenía una bonita vista del edificio de la biblioteca. Aunque estaba algo oscuro, hacía frío y olía a madera mojada, ambos se encontraron extrañamente cómodos en aquel lugar.

– Azúcar y crema para ambos? – Exclamó Alice, rompiendo el trance momentáneo en el que se habían sumido.

Tras un momento de silencio, Smith pareció volver a la realidad. – Sí, para ambos, gracias – Respondió Smith.

Smith seguía algo abstraído. Alice se extrañó.

  • ¿Conocía usted a mi padre? Parece algo afectado por la noticia. – Explicó Alice mientras sacaba tres tazas decoradas con grabados un tanto estrambóticos.

– Sí – Dijo Smith, algo dubitativo. – Pero debido a su reciente fallecimiento quizá no te apetezca oír sobre él en estos momentos… -

– Gracias por su consideración, es muy amable. La verdad es que aunque ha sido un duro golpe, no me molesta oír hablar de él. – Explicó Alice – De hecho le recuerdo cada día, ya que estoy tratando de recopilar los últimos trabajos que dejó a medias antes de… morir. – El rostro se le ensombreció al pronunciar esa última palabra. – Cuénteme mientras se termina de hacer el té, si lo desea. –

RoninPiros

V. Smith Jenkins

Entre en la casa desconcertado, la muerte de Laurence me pillo completamente por sorpresa, no sabia muy bien que hacer ahora ni cual seria su siguiente paso.

La chica me miraba sujetaba una jarra en la mano. - Si, para ambos, gracias -Conteste volviendo a la realidad.
La chica tenia los mismos ojos de su padre, era una mirada curiosa que parecía mirar mas allá de uno mismo.

[...] Cuénteme mientras se termina de hacer el té, si lo desea.

Mh... si -Mire a Alfred un momento como buscando su aprobación para hablar sobre este tema a la hija de mi compañero, y aunque claramente el se mostro receloso procedi pretendiendo ser todo lo sutil que pudiera para no despertar demasiado la curiosidad de la joven. -Veras, precisamente veníamos a buscar información sobre uno de los trabajos de campo de tu padre.

Pegue un pequeño sorbo a la taza que amablemente me había servido Alice - Mas concretamente sobre un estudio de las religiones tribales de Sudafrica de la zona de Benin. -No quería hablar de mas, no quería que la chiquilla se sintiese atraída hacia esta investigación pero, pero esos ojos, no se si podría resistirme a contarla todo. -¿Te suena algo de eso?

Hipnos

Rosalind Gartner.

Estado Liberal Ecuatoriano, 6 de Mayo de 1908.

Querido Laurence;

Hace varias noches que no puedo dormir. Sé que estoy cerca, te diría que casi puedo olerlo. Estas últimas noches las he pasado repasando mis notas, y los esquemas de los símbolos extraños. Hoy tampoco podía dormir, y he decidido pasar esta noche escribiéndote esta carta.

Tengo razones para creer que el culto a estos seres se remonta a los orígenes de la humanidad. Aunque me es imposible conocer la variante hablada de los símbolos, he estudiado la etimología de los que se hacen llamar "Semeth". Por lo visto, las culturas precolombinas ya los conocían como los "Tse-mez", proviniente de otro vocablo incluso más antiguo "Xe-mez" cuyo origen me es completamente desconocido.

Las pesadillas también se han vuelto más intensas este último mes. A veces incluso no sé si estoy despierta o soñando, ya que las visiones de siluetas oscuras, zumbidos inhumanos y un olor desgarradoramente penetrante inundan mis sentidos. Hoy incluso he visto manchas negras en el exterior de la ventana. Probablemente sean alucinaciones, fruto de una mezcla de la excitación y el delirio de alguna fiebre tropical.

No sé muy bien qué más decirte. Estoy a las espera de que mis amigos me presenten nuevos contactos para seguir indagando estos símbolos. Dale un gran beso a Alice de mi parte. Pronto estaré en casa de nuevo.

Os quiero.

Rosalind.

ruonory

Aunque nunca nos propusimos seriamente tener un hijo, Agatha y yo bromeábamos en ocasiones sobre su educación y la atípica vida que le esperaría. Nos gustaba describir su aspecto y reírnos el uno de otro haciendo burlas sobre si salía con sus orejas o con mi nariz. Planeábamos su futura educación, los valores que querríamos haberle transmitido y comentábamos malos hábitos en nuestra vida que deberíamos pulir antes de ser padres.

Yo solía imaginar que teníamos a una niña, con el pelo rojo como el de su madre y la nariz llena de pecas. La imaginaba corriendo por la mansión y siempre haciendo preguntas sobre cualquier cosa que viese. En realidad imaginaba a una versión pequeña e inocente de su madre. No sé por qué, al contrario que la mayoría de hombres, soñaba con tener una hija.

Nunca sentimos prisa, éramos jóvenes y teníamos mucho por vivir, en cambio ahora... ahora ya es tarde para críos.

Tras una breve espera después de que Smith llamase a aquella puerta, por fin se abrió. Una joven apareció, con unos ojos vibrantes que nos atravesaron con curiosidad analítica.

Durante mis años visitando poblados y culturas subdesarrolladas, aprendí algo sobre la inteligencia: no importa cuánta cultura pueda tener una persona, la inteligencia no es algo que se adquiera en la escuela o la universidad, la verdadera inteligencia puede verse reflejada en los ojos de una persona. En multitud de ocasiones, Agatha y yo nos topábamos con personas que no sabían ni leer, pero que eran absolutamente brillantes, gente con una mente preclara.

Aquellos ojos eran los ojos de una persona con una inteligencia deslumbrante.

Cuando nos dio la noticia, sentí un repentino alivio al no tener que preocuparme por la vida de nadie más, pero por otro lado me sentía decepcionado, ya que algo de ayuda nos habría venido realmente bien. De todos modos, poco tiempo duró esto en mi cabeza, ya que en cuanto se presentó como una versión joven de su padre, supe cómo iba a acabar todo esto.

Alice nos invitó a entrar y yo me dediqué a seguir a Smith y dejarle hablar, confiaba en que sabría llevar la conversación de la forma más cauta posible.


Ha habido un pequeño problema, yo no conozco a Laurence Thomsom, era colega de Smith y de hecho es invención de RoninPiros, pero Alice me pregunta si lo conocía. Si me tengo que inventar algo prefiero que Ronin haga antes un esquema del personaje.

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Hipnos

FICHA DEL PACIENTE

NOMBRE DEL PACIENTE: GARTNER, R.

DIAGNOSIS: ESQUIZOFRENIA SEVERA

El paciente ha perdido totalmente el contacto con la realidad. La mayor parte del tiempo se encuentra en estado de estupor catatónico, donde no reacciona a estímulos de ninguna fuente. Ocasionalmente, la esquizofrenia deriva en graves episodios de delirios alucinatorios, desencadenando episodios de convulsiones y nuevas crisis de estupor catatónico.

TRATAMIENTO: CLORAL-HIDRATO 1000mg DURANTE CRISIS

OBSERVACIONES: El sujeto responde peor en entornos poco iluminados, donde los episodios de delirios son especialmente intensos. Mantener la luz de su sala permanentemente encendida.

menolikeyou

Alice Thompson

Alice sonrió. Sabía qué querían esos señores y de algún modo también sabía lo que le iban a proponer. Sus ojos les delataban, sobre todo los del señor Smith.

– ¡Menuda casualidad! – Exclamó Alice – No se lo van a creer, pero ayer mismo estaba volviendo a leer las notas de mi padre y encontré una de las cartas que mi madre envió a mi padre hace algunos años.

– Tu madre… ¿Qué ha sido de ella, si puedo preguntar? – Respondió Smith. – Recuerdo que solía viajar a menudo y las historias de sus vivencias eran una delicia para los oídos, pero desde que nos mudamos no he vuelto a saber de ella…

– Sí, recuerdo que me contaba historias cuando yo era una niña. Nunca tuvo que leerme ningún cuento, todo estaba en su cabeza. – La sonrisa de Alice mostraba un matiz agridulce. – Desgraciadamente, tras el último viaje, se empezó a encontrar mal y los médicos decidieron ingresarla para cuidar de ella… De esto hace ya casi diez años. Cómo pasa el tiempo…

El rostro de Smith cambió. Ya imaginaba que algo no demasiado bueno había tenido que pasarle a Rosalind, pero a medida que Alice explicaba su semblante se oscurecía. Diez años. Diez malditos años. Esa fecha se remontaba a algo antes del incidente… No podía ser casualidad.

RoninPiros

VI. Smith Jenkins

El recuerdo de la madre de Alice no era grato en absoluto y menos en un momento como este cuando estabamos a punto de embarcarnos en una aventura con tanto riesgo.

Pero eso era el pasado teniamos que seguir investigando y sacando lo que pudieramos de informacion antes de ir.

-Podrías enseñarnos lo que tienes sobre ese tema, nos seria de gran ayuda. Estamos a punto de viajar a esa zona para investigar ciertos ritos y creemos que las notas de tu padre podrían sernos utiles sobre todo si encontramos algun conocido de tu padre alli o algun contacto en ese mundillo de ...

Me detuve a mitad de la frase, que estaba haciendo le estaba metiendo el caramelo en la boca pero no me habia dado ni cuenta. Supongo que me distraje al pensar en su madre.

-En cualquier caso si nos hicieras el favor.

ruonory

Sir Alfred Crowfield

Hasta donde pude entender, el padre de Alice estaba metido de lleno en las mismas investigaciones en las que estuvimos Agatha y yo, pero la historia de su madre resultaba de lo más peculiar. Tenía serias sospechas de que su dolencia estuviese de algún modo relacionada con el resultado de la investigación. ¿Era posible que hubiese sobrevivido al destino que encontró Agatha?

-Alice, te pido que nos disculpes un momento, me gustaría hablar en privado con mi compañero.

Me llevé a Smith a la habitación contigua y en voz baja le dije: -¿Has pensado que quizá deberíamos hacerle una visita a la señora Thompson? Tengo la sensación de que esa mujer ha estado más cerca de cualquier verdad que ninguno de nosotros. Y por cierto, no creo que sea buena idea revelarle nada sobre nuestro viaje, esa muchacha tiene cara de tener más preguntas que nosotros y es demasiado joven para meterse en esto, si le ocurriese algo... Ya me entiendes.

RoninPiros

VII. Smith Jenkins

Asenti con la cabeza al comentario de Alfred, visitar a esa mujer iba a ser algo duro pero sin duda era nuestra mejor baza ahora mismo.

-Esta bien por mi, pero permiteme que antes revise esos documentos rápidamente, luego podemos ir y visitar a la madre de Alice. ¿Por que no se lo propones mientras yo miro las investigaciones de Thompson.

Volvimos dentro, donde Alice ya tenia preparados algunos de los documentos que le habíamos pedido junto a nuestras tazas de te. Mire a Alfred y acto seguido me puse a trabajar esperando que el hablase con Alice mientras tanto.

Examino los documentos o relatos o lo que sea que nos ha facilitado Alice y miro a ver si hay algún dato de interes, cosas como contactos en aquella zona, algún nombre alguna localización interesante o algo donde poder empezar a buscar por allí.

Hipnos

Encuentras las notas de Thompson. Entre varias páginas de estudios sobre la demografía y costumbres de tribus indígenas, encuentras un fragmento que te llama la atención.


...los orígenes de esta religión, sin embargo, poco tienen que ver con lo que se practica hoy día. A pesar de que los seguidores del vudú suponen aproximadamente el 20% de la población, los que siguen el camino ortodoxo son una extraña minoría. La corriente más aceptada socialmente nace del sincretismo entre los loas tradicionales y los entes critianos clásicos (ángeles, arcángeles, santos y vírgenes en algunas de sus advocaciones). Sin embargo, es notorio el miedo que existe hacia los seguidores ortodoxos de la corriente ajena a los loas del vudú. Este colectivo, según cuentan, se refiere en sus rituales directamente al panteón de dioses creadores, ignorando a los conocidos loas y tratándolos como seres sin el suficiente poder y poco dignos de culto. Este culto tremendamente ortodoxo está mucho más cercano a los orígenes del vudú, donde los grandes dioses creadores se retratan como entidades muy poderosas, normalmente ajenas a los asuntos mortales y que, cuando lo hacen, actúan de una manera fulminante y aterradora. Los taumaturgos de esta corriente se hacen llamar Bòkônon (o Bòkôtônon), que son los brujos dedicados a estas artes ocultas.

Tengo que decir que ha llegado a mi conocimiento que aún existen, y que realizan sacrificios humanos, según dicen, para tomar prestados poderes de estos terribles dioses creadores. Sin embargo, esta corriente ortodoxa del vudú no es el principal objeto de este estudio, por lo que no se ha investigado con más profundidad en este tema.

menolikeyou

Alice Thompson

– Alice, te pido que nos disculpes un momento, me gustaría hablar en privado con mi compañero – Dijo Alfred.

¿Por qué querrían hablar a solas? Es bastante evidente que ambos quieren revivir alguna de las investigaciones de mi padre. De no ser así no se hubieran tomado la molestia de venir hasta aquí. La pregunta es cuál… Tengo que pensar en algo… algo que me sitúe en una buena posición para poder ofrecerles mi ayuda y que no puedan negarse.

– Aquí tienen sus tés. – Dijo Alice – Ah, Señor Smith, aquí tiene algunos de los documentos que estaba organizando. Esos de ahí los puede ir ojeando, que ya los he indexado.

Le tendí las cartas y las notas al señor Smith. Su cara era la misma que la de un niño al abrir sus regalos de aniversario. En ese momento me reafirmé. Algo grande estaba pasando.

Estaba a punto de mencionarle al señor Smith que tenía por catalogar un par de notas extra relacionadas con esos apuntes de mi padre, cuando el señor Alfred me miró con unos ojos muy tristes y se posicionó delante de mí.

– Verás, Alice… Todo esto son muchas noticias en muy poco tiempo, y para nada agradables. Entiendo que no te apetecerá que te molestemos mucho, así que hemos pensado que sería una buena idea irnos pronto. Pero, ah, antes quisiéramos llevarle un detalle a tu madre, y poder darle el pésame por la muerte de tu padre.

Pobre hombre. Por su mirada no parecía muy convencido de lo que estaba haciendo… Quise contestarle, pero antes de abrir la boca el señor Smith dejó las notas del diario de mi padre y se levantó de la mesa. Mirándome fijamente y con una sonrisa un tanto agria espetó – ¡Maldita sea! Pero si tienes la misma mirada de tu padre. No hay modo de marcarte un tanto, ¿verdad? Eres igualita a él. – Se llevó la mano a la frente y negó con la cabeza, sin perder la sonrisa. – Vamos Alfred, cuéntale a la chiquilla {…}

{…}
ruonory

Sir Alfred Crowfield

¿Qué mosca le había picado a Smith? Lo que pusiese en esas notas debía ser realmente revelador, o eso espero, porque no se me ocurre otro motivo por el cual pudiera mandar al traste todo lo que acabábamos de hablar.

-Mira Alice, el asunto que estamos investigando y que en su día investigaron tus padres, es algo en lo que pocas personas han podido profundizar y las que lo hicieron están muertas o... bueno, está tu madre.

La expresión de la chica no cambió en absoluto, parecía que no estaba escuchando nada de lo que le decía, no por desinterés, sino porque estaba al corriente.

-Nos gustaría visitar a tu madre para ver si hay algo que pueda decirnos sobre lo que encontraron tu padre y ella. Tengo la sospecha de que la... "dolencia" de tu madre puede estar relacionada con algo que encontraron.

No esperé a su respuesta.

-Smith, ¿qué demonios pone en esas notas?

RoninPiros

Glasgow 5 Abril 1902.

Era ya tarde casi de noche, los rumores e historias sobre el hundimiento del estadio Ibrox se extendían como la espuma por la ciudad y el maldito Thomson sin dar señales de vida.

En aquella época trabajábamos para un periódico local de poca monta pero aun asi nos apasionaba nuestro trabajo.

Derrepente sonó la puerta del pub en el que escribía una crónica medio inventada sobre el desastre a falta de mas informacion, levante la mirada de mis apuntes y allí estaba Thomson con una flamante Kodak No. 3, preferia no saber de donde la habia sacado.

  • Donde estabas nos hemos perdido toda la historia.
  • Ni que nos hubieran dejado entrar a meter el morro de todas maneras. Ademas, tengo algo mejor.
    Vamos a prisa.

Sin darme tiempo a terminar mi vaso de sidra me agarro de la chaqueta, y tiro de mi dandome el tiempo justo a coger mi libreta y mi lapicero y a mirar de reojo a Barni el camarero que ya estaba resignado a no ver ni una libra de estos dos periodistas muertos de hambre.

-A donde me llevas el estadio esta en la otra dirección.

Sin girarse me paso un cacho de papel con una dirección en el.

-El estadio a colapsado por una misera llovizna la noche anterior, en esta direccion hay alguien dispuesto a cantar sobre la calidad de la obra y nosotros vamos a tener la exclusiva. Va a ser un bombazo, 25 muertos por culpa de un descarado desviando fondos.

Thomson siempre hacia lo mismo, le daba la vuelta a las noticias, buscaba mas alla, y al final la mitad de las veces nos quedábamos sin noticia y sin historia y sin una moneda en el bolsillo.

Parecia que había nacido para el periodismo, investigaba sin darse cuenta, el mero echo de que el supiera con exactitud el recuento de victimas sin haberse propuesto averiguarlo mientras que yo llevaba toda la tarde buscando la información me asombraba.

Claro que siempre pasaba lo mismo, miraba mas alla de la noticia, tanto que al final nos quedabamos siempre con un palmo de narices o llegábamos tarde o a nadie le interesaba lo que habiamos conseguido.


Cortinilla de estrellas.

VIII. Smith Jenkins

Cuando entramos a la casa Alice ya lo tenia todo preparado, las notas en perfecto orden, los tes listos y la cara de niña buena que tramaba algo. Era igual que su padre, tan igual que no podia ser de otra manera... ella lo sabia todo, estaba clarisimo ahora.

La volvi a mirar de reojo mientras Alfred se acercaba a hablar con ella, ella me devolvio la mirada, no hacia falta decir nada mas esa chiquilla se habia apuntado ella sola a la aventura y nosotros ni nos habiamos dado cuenta.

-¡Maldita sea! Pero si tienes la misma mirada de tu padre. - Dije levantandome de la mesa de golpe. - Vamos Alfred, cuéntale a la chiquilla

[...]

-Smith, ¿qué demonios pone en esas notas? - Dijo Alfred sobresaltado por mi cambio de actitud.

-Ah!, si las notas... mh... no se, no mucho... habla sobre los Bòkônon, lei algo sobre ellos en un ensayo de Maya Deren -Me acaricie un momento la barbilla pensando en el titulo, pero no consegui acordarme - Da igual, la cuestión es que debemos seguir con lo planeado.

Mire a Alice fijamente sonriendo, como quien acaba de encontrar justo lo que necesitaba. - ¿Alice, cuando podremos ir a visitar a tu madre?.

menolikeyou

Alice Thompson

[…]

– ¿Alice, cuando podremos ir a visitar a tu madre? – preguntó Smith.

– El horario de visitas en su unidad comienza en algo menos de dos horas. El tiempo justo de terminarnos el té y llegar al sanatorio de Holloway, que como podrán observar se hace algo tedioso llegar allí…

Había algo de perturbador en todo ello. El Sanatorio de Holloway al que habían llevado a mamá no era el más cercano, estaba en la otra punta, cruzando todo Londres y en un sitio algo escondido. Se lo podrían haber llevado al St. Ann’s o al Queen Mary’s Hospital, que además tienen unidades especializadas en casos como los suyos. Pero decidieron llevarla a Holloway.

– Yo les acompañaré, que hace ya tiempo que no visito a mi madre y me gustaría hacerlo antes… antes de que amarguen estos dulces de almendra que hice hace un tiempo. Son sus favoritos. Los empaquetaré mientras ustedes terminan su té. Vuelvo en un momento. – Y salí de la cocina con mi mejor cara de póquer.

Tuve que irme. Todavía siento algo… un temor, como que algo malo va a pasarle a mamá de forma inminente, pero esta vez casi lo saco todo, ¡maldita sea!. No puedo dejar que vean que tengo remordimientos, o que me afecta la situación. De otro modo no querrán que les acompañe… y esto se lo debo tanto a papá como a mamá.


El Sanatorio Holloway

The Holloway Sanatorium es una institución para el tratamiento de enfermos mentales que cubre una extensión de casi 10 ha a las afueras de Londres, al suroeste.

Obra del emprendedor y filántropo Thomas Holloway (1800-1883) el sanatorio fue una gran institución en sus inicios y a lo largo de sus primeras décadas albergó a miles de pacientes de toda el área urbana de Londres. Cuando Thomas Holloway murió, todo quedó en manos del cuñado de Thomas: George Martin. Poco a poco ell sanatorio quedó relegado a una mera institución más, ya que a partir de ese momento empezaron a emerger hospitales especializados y dirigidos a sectores concretos (para el tratamiento infantil o para casos de demencia senil, por ejemplo).

A partir del 1900 el sanatorio se empezó a considerar un lugar un tanto tétrico, dónde algunas familias amigas del espiritualismo pasaban mañanas enteras esperando ser partícipes de algún evento sobrenatural. Lo único que se documentó cierto fue un incendio un tormentoso día de abril 1903, causado por un rayo que atravesó la unidad de pacientes internos. El incendio causó la muerte de casi la totalidad de los pacientes que se hallaban encerrados o atados a sus camastros.

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