Para mí dar un 10 significa que es un videojuego que ha dejado un poso hondo en mí, que ha hecho que jugar no se quede en un mero divertimento y, por ello, puede perfectamente flaquear en un algún apartado. Lo de la perfección es absurdo, cualquier obra humana no lo es, menos aún en el ámbito artístico.
Otorgar un 10 cuando se refiere a critica profesional sería distinto, tendría que tener en cuenta la posible trascendencia en la historia de los videojuegos e incluso que sea referente cultural y, en este caso, perfectamente también podría ser un juego con flaquezas.
Aún así puntuar una obra cultural es absurdo, más aún cuando la mayoría se pasa por el forro el criterio, que tiene que estar conformado más allá de ser un true gamer. Un crítico de videojuegos tiene que ser alguien leído porque los videojuegos no son solo programación.