Estaba yo, campeando en el mapa, esperando a mi presa, triste, solitario, y paciente...
Bien! Alguien se regeneró al lado mía... No cabía en mí del gozo... Nos miramos, nos movimos haciendo unos bailecitos como las abejas... era perfecto. Despues de eso, nos pusimos cada uno con su deber, matar...
Pero de repente... ¡NO! Una bala sonó desde la otra punta del mapa, precisa, demoledora, derribando a mi compañero. Casi me da a mí, pero eso no me importaba...
Observaba, con los ojos llorosos, su cuerpo, vacío, inmovil...
En ese momento, una llama ardió dentro de mí. El responsable de esto lo iba a pagar. LO JURO.
Decidí, siguiendo el rastro de la bala, descubrir al responsable, le iba a hacer pagar lo que le hizo a mi amigo.
Él. Había sido el. Frío, malvado, calculador... Lo tenía todo planeado. No sabía lo que le ocurriría...
Rápidamente, cogi mi rifle, miré por la mira, y lo localizé. Estaba intentando huir, me había visto.
Viendo que no tenía opción de escapatoria, se encaró a mí. Solo nos quedaba una bala a cada uno. Uno debía morir, uno debía vivir. Raudo y veloz, apunté. Los dos apretamos el gatillo, la suerte estaba echada...
Nuestros disparos se cruzaron. Noté como el proyectil rozó mi casco, aunque no me pasó nada. Quedaba ver si yo había tenido más suerte.
La bala había atravesado su armadura por el pecho. Él se desplomaba. Un tiro preciso, certero y medido. Mi cara esbozaba una sonrisa. Había vengado al muerte de mi compañero. Descansa en paz, amigo.
Mientras él se desplomaba en el frío suelo, sus compañeros huían despavoridos. Les infundaba terror.
Lo había conseguido. ¡Nadie hace daño a mis amigos!
NADIE!!