Miro el nuevo trailer de Just Cause 3 y pienso: vale, tiene que ser divertido, seguro... pero es más de lo mismo. Entonces me paro a mirar estrenos sonados, juegos que han venido y están por llegar y me hago una pregunta: ¿nos estamos quedando sin ideas?
Vender un juego al usuario medio es muy sencillo y si lleva un par de números que indiquen la nueva versión de una misma idea, mejor. Es cuestión de maquillar ligeramente algo que funcionó, ponerle una caja bonita y venderlo. Y la gente se conforma con muy poco. El nuevo Metal Gear, sin ir más lejos, es una basura de concepto jugable, que se salva en ventas por el nombre que tiene, pero poco más. Y como éste, decenas. Mismos estilos trillados hasta el hastío, mismas versiones cíclicas de juegos que deberían haber muerto con la cabeza bien alta, antes de llegar a llamarse Resident Evil en cualquiera de sus versiones posteriores a los clásicos de PSX. Copy/pastes de Call of Duty, Far Cry´s y Assassin´s Creed que siguen vendiendo cuando son juegos tediosos, que repiten los mismos patrones de misiones principales insulsas y secundarias dignas de guardería. Y cuando ya ni eso logra salvar el mes, lo mejor es tirar de juegos de hace meses con filtros más bonitos, nuevos precios y tontos haciendo cola para comprar, incluso por material inacabado que tendrás que pagar cada mes como si de una hipoteca se tratase.
Pero venden. Y mucho.
Quizás no sea la industria, quizás los que nos hayamos quedado sin ideas seamos nosotros, fuera de las buenas historias, de estilos de juegos que ofrezcan algo más que identificar soldados y extraerlos, de pegar tiros y avanzar en "fases" que sólo buscan robar horas a guiones que no se sostienen por sí solos. El público, como la industria, se ha dormido y se conforma con las sobras, ciego. Miro mi biblioteca de Steam con centenares de juegos y me canso. Apenas queda arte cuando lo que importa es un objetivo económico. Nos hemos vendido.
Ken Levine, ven y sálvanos.