La que voy a contar ahora es, para mí, una de las historias más simples pero a su vez más enrevesadas que cambiaron el transcurso de la vida de dos consolas de compañías bien distintas. Hablo de Sony y Nintendo, y la puja por ostentar para sus consolas insignia un juego que, si bien antes de su lanzamiento se desconocía su poder mediático, terminó siendo la piedra angular en la batalla de toda una generación. Porque restar importancia a todo lo que supuso Final Fantasy VII sería taparse los ojos ante la realidad, porque dicho juego fue el escaparate ideal de Playstation para terminar de despegar en Japón y un golpe muy, pero que muy bajo, para la gran N, ya que no sólo perdieron un juego sino todo un estandarte vital. Y no sólo fue Japón, sino también Europa y Estados Unidos, haciendo emerger una legión de nuevos amantes por un género que no había terminado de arrancar fuera del país del sol naciente, lo que no sólo se tradujeron en números y fama sino el vuelco total de proyectos de una compañía que siempre había operado para la gran rival. Gracias a Final Fantasy VII, Squaresoft no perdió el tiempo y programó en apenas tres años dos entregas más de su más famosa saga, además de otros títulos como Chrono Cross o Xenogears, dando totalmente la espalda a su gran benefactora antes del boom de Final Fantasy VII, es decir, Nintendo. Y en esta nueva entrega del Museo de lo absurdo vamos a tratar, recordar y destapar cuáles fueron las causas y decisiones por las que Final Fantasy 64 pasó a ser Final Fantasy VII en otra consola. Tanto Squaresoft como Nintendo tienen, desde luego, mucho que callar. Como diría Cloud en su traducción al castellano, “¡allé voy!”.
Para empezar a contar la historia de Final Fantasy 64 con todas las de la ley debemos remontarnos a una fecha algo lejana al inicio de su desarrollo: 1985. Squaresoft y Nintendo se debían sentir en deuda hasta que ocurrió el cataclismo por una sencilla razón: ambas se aprovecharon del éxito de su respectiva, en el buen sentido de la palabra “aprovechar”, claro está. Squaresoft, hasta el segundo quinquenio de la década de los 80, había sido una compañía del montón, que alternaba dichas y fracasos con sus títulos. Pero fue el inicio de ese segundo quinquenio cuando Squaresoft empezó a ver su antes y después en la industria. Resulta que estaban pasando una grave crisis económica que estaba apunto de llevarles al pozo de la bancarrota cuando apareció Nintendo en sus vidas. Nintendo estaba apunto de lanzar la NES y, aunque Squaresoft ya estaba tanteando el terreno mediante el desarrollo de un modesto proyecto para la misma, Nintendo se dio cuenta de la situación precaria de la compañía y se interesó por ella. Quizá por pena, o por potencial, Nintendo decidió dar un voto de confianza a un proyecto que no había salido del papel y en el que Square había depositado su futuro. Era su última carta, pero no tenían medios ni la seguridad para llevarlo a cabo. Nintendo les facilitó los medios (inyección económica y kits de desarrollo) y les dio la confianza que necesitaba, ya que la NES, para los visionarios de Nintendo, revolucionaría el mercado de los videojuegos y su título, de ser tan bueno como presumía, iba a arrasar. Square empezó a dar rienda suelta a su proyecto mientras miraban con lupa el lanzamiento y éxito de los primeros de juegos de Nintendo, así como su temprana expansión en el mercado. Con dinero, medios y confianza, se lanzaron a la piscina y en apenas un año gestaron Final Fantasy, que, allá por 1987, fecha en la que salió a la luz, nunca nadie pudo imaginar que se convertiría en uno de los mayores fenómenos de los videojuegos. Nacía un mito, y gracias a él, Square se libró de una quiebra segura.
Caja de Final Fantasy de NES
Durante los años posteriores, la relación Square-Nintendo fue total. Nintendo entonces se “aprovechó” de esos grandes pensadores oníricos que poblaban las oficinas de Square y los títulos que salían de sus mentes, como son bastantes Final Fantasy más, varios Dragon Quest, o unos tales Chrono Trigger o Secret of Mana. Square hizo grande en el mercado de RPGs a las consolas Nintendo, y ella a su voz se logró una fama totalmente merecida. Pero entonces llegó el año 1995, donde ese marco de amistad impenetrable se empezaría a ver franqueado.
Ahí donde las veis, estas batallas marcaron época
Nintendo llevaba ya un año empezando a mostrar atisbos de su nueva consola, Ultra 64, mientras que Squaresoft, quien había recibido las mejores críticas que nunca había obtenido con Final Fantasy VI, ya se había embarcado en su nuevo proyecto, Final Fantasy VII, concibiéndolo en papel. Todo el mundo daba por sabido, presenciando la excelente relación que mantenían ambas compañías, que ese nuevo argumento que se estaba esgrimiendo a base de papel y bolígrafo y en el que ya figuraban nombres como Midgar, Aeris o Corriente Vital, correría en forma de aventura y juego al mismo tiempo por los circuitos de la próxima consola de Nintendo, y que esa nueva entrega de Final Fantasy sería la primera de una nueva serie a nivel técnico acorde con los tiempos, pero lo cierto es que Nintendo y Square aún no habían alcanzado acuerdo alguno de exclusividad, quizá porque la primera se relajó o porque la segunda quería cambiar de aires, pero la cuestión es que se llegó al fatídico capítulo de las exigencias. ¿Exigencias entre compañías que parecían amantes? Pues sí, porque en toda pareja hay un momento en el que surgen chispas, y el orgullo de ambas hicieron que esas chispas se convirtieran en llamas y quemaran toda relación.
Seamos claros. Nintendo llegó a las oficinas de Square, como habitualmente hacía, para estrechar la mano a Sakaguchi (diseñador jefe y director del proyecto “Final Fantasy VII”) y, al mismo tiempo, dar por hecho de que el juego sería para su Ultra 64. Sakaguchi, entonces, respondió como nunca había hecho al apretón y exigió a Nintendo que su consola fuese lo suficientemente potente tecnológicamente para que el proyecto revolucionario que se traían entre manos se mostrase con todo su esplendor. Sakaguchi, sin haber mostrado nada aún, les hizo ver que tenían una bomba en sus manos y que sería el juego de Square más importante jamás hecho. A Nintendo se le haría la boca agua con esas declaraciones, visto lo que había sido capaz de hacer Square en anteriores títulos, y más con la revolución técnica que supondría el salto de los 16 a los 64 bits. Pero a Sakaguchi se le había metido algo entre ceja y ceja que fue determinante: visto como consolas de 32 bits como Saturn o Playstation se habían desecho del cartucho a favor del CD-Rom, el diseñador jefe de Final Fantasy VII se había enamorado del formato y sólo aceptaría que su nueva obra de arte estuviera en CD. Nintendo entonces le propuso que abriera su mente, que el cartucho aún no estaba muerto y que tenía más ventajas que un CD como la inexistencia de tiempos de carga, a lo que Sakaguchi respondió que los mundos en 3D de Final Fantasy VII necesitarían más memoria de lo que un cartucho podría albergar. Nintendo, como aún no había dado datos oficiales sobre su Ultra 64 calló, haciendo creer a Squaresoft que su Ultra 64 tendría el formato que ellos necesitaban y ansiaban…
…Y no fue finalmente así. Cuando llevaban unos meses de desarrollo, Nintendo dio un comunicado oficial interno (entre desarrolladoras) con los datos oficiales de su Ultra 64 (el nombre fue lo último en cambiar), y la sorpresa de Square fue mayúscula cuando descubrieron que habían elegido el formato de cartuchos, ese formato insuficiente para estos. Square entró en rabia, pidiendo explicaciones a Nintendo, la cual no dio ese dato tan determinante incluso después de haber pasado los primeros kits de desarrollo y sobre los cuales estaban programándose ya juegos, entre ellos Final Fantasy VII, y Nintendo se razonó a sí misma argumentando que habían estudiado la magnitud del proyecto y que Final Fantasy VII, para ellos ya Final Fantasy 64, ya que querían poner esa coletilla a gran parte de sus títulos importados de una consola a otra, era viable en cartucho. Si no en uno, en dos. Square explotó, y dijo que ni cinco cartuchos serían suficientes, además del gran inconveniente de no poder cambiar de cartucho sin apagar la consola, como podía hacerse con el CD. Nintendo les pidió que intentaran comprimirlo en la medida de lo posible, de manera que el formato no fuera impedimento. Sakaguchi y todo su equipo se negaron. No se iban a andar con contemplaciones tras haber sido manipulados, porque el desarrollo de Final Fantasy 64 ya estaba en un 15% e incluso tenían, para mostrar, las primeras demos técnicas de lo que sería gráficamente el mismo. Y en ese punto de total malentendido, ambos se dieron un ultimátum en plan “o lo tomas o lo dejas”. Nintendo no se retractó, porque quería seguir adelante con los cartuchos y un juego no les iba a cambiar de parecer, y menos a esas alturas cuando ya tenían el diseño de la consola (en cuanto a arquitectura y chips) completado. Square tampoco, y ella solita cogió su hato y se fue a tocar en la puerta del que ellos consideraban que tenían más proyección: Sony y su Playstation, a pesar de que esta llevaba pocos meses en el mercado y aún su futuro era incierto. Square le hizo una oferta irrechazable a Sony: “Yo te hago el juego que cambiará la historia y tú me lo distribuyes y te encargas de todo el merchandising y localizaciones”. Sony aceptó sin pensárselo.
Demo técnica de Final Fantasy 64 filtrada hace poco. Tiene muy mala calidad de vídeo, pero en ella se distinguen a Locke o Terra, de Final Fantasy VI, en batalla con un gólem
Cuando Final Fantasy 64 volvió a llamarse Final Fantasy VII, debido al cambio de sistema en el que se iba a ver, Square tuvo que empezar completamente de cero el desarrollo del juego. Ello no le fue impedimento porque Sakaguchi no era muy feliz con los kits de desarrollo que envió Nintendo, siendo muy complicado trabajar en ellos. Los de Sony eran más sencillos, si bien con más limitaciones técnicas, pero Square no tuvo ningún problema. También, el reiniciar el desarrollo sirvió para modificar todo aquello con lo que no estaban conformes, y al ganar más tiempo, pulieron mucho más el argumento. Sakaguchi se había liberado, y con él, la saga Final Fantasy. Iban a comprobar cuán dependientes de Nintendo eran, y tras lo visto después de su lanzamiento en 1996, resultó ser entre cero y cero coma uno. Square se había convertido en un rival insalvable para Nintendo, lo que duró muchos años, y Nintendo se lamentaría de sobremanera al ver el éxito en consola ajena de unos títulos, que si hubieran ido más acordes con la revolución tecnológica y haber apostado por el CD-Rom, habrían disfrutado en sus consolas. Posiblemente, junto con la ruptura de relaciones con Sony sobre el CD-Rom para Super Nintendo, la peor y más absurda decisión que tomó en su historia.
Y esto fue lo primero que vieron en Sony sobre Final Fantasy VII. Prometedora beta
Eso sí, como curiosidad, cuando rompieron Nintendo y Square su relación de amor, hubo un juego al que no le afectó dicha ruptura, y fue Super Mario RPG, por encontrarse en un estado de desarrollo muy avanzado. Square estaba dispuesta a cancelarlo, pero el hecho de no poder editarlo en ninguna otra consola y perder tantísimo dinero y tiempo empleados, así como las ganancias de su venta, hicieron que el juego terminase saliendo y haciendo felices a las dos. Felices, pero sin abrazos de por medio.
Como dato extra, decir que Final Fantasy VII ha visto la luz en una consola Nintendo. Concretamente en NES, en una adaptación fan made, al margen de la legalidad pero no distribuida, que es considerada un PRemake.
Así luce Final Fantasy VII en NES. Para estar hecho por aficionados, tiene su mérito