Creo que la disparidad de opiniones de este título obedece en gran parte al cariz totalmente visceral de su historia. FF VIII no busca en ningún momento ser coherente, sólo agarrarte el corazón y apretarlo para emocionarte. No en vano, es el único juego de la saga donde todos (salvo Rinoa) los personajes principales están realmente unidos. Incluido el antagonista principal, Seifer.
En ese sentido, peca muchísimo de olvidar deliberadamente cualquier escenario lógico donde prime antes la coherencia ante la pura fantasía de personajes que exageran sus emociones continuamente. Squall, cerrándose a la vida porque echa de menos a Ele, Seifer intentando asesinar a Squall por simple rivalidad en la niñez, Irvine siendo FRANCOTIRADOR y teniendo miedo a matar, Laguna siendo un incontrolable y repelente payaso incluso en los momentls más duros/importantes de su vida etc, etc. Siendo esto bastante típico de la "videocultura" japo, aquí se exagera incluso un poco más con la única finalidad de que si conectas y te dejas llevar, llores como un puto demonio cuando Rinoa y Squall están prácticamente muertos en el espacio -y ni siquiera se pueden besar por llevar los putos trajes, que es lo que cualquiera con medio corazón piensa cuando está viviéndolo- o en cualquier otra de las decenas de escenas emotivas que tiene el juego.
No hay tregua en ningún momento, siendo Selphie quizás el único personaje que puede no llenarte demasiado. Porque incluso Zell genera muchísima empatía -o lo odias por pesado o adoras que llegue ese momento de poder manejarlo en la etapa Luna de Valencia/Monolito de Esthar-. Sin contar con la adición de la segunda party/flashback (aunque sólo Laguna nos importe) que me parece brillante y que encima existe para servir a esos "deus ex" que todos observáis, y que yo menciono a media voz. Lo son, pero no hay tanta incoherencia como decís.
En cualquier caso, creo que estamos todos de acuerdo sobre lo que supuso en su día. En 2018 ha envejecido fatal (y nosotros también somos mayores) pero creo que su magia fue entender al consumidor al que iba dirigido, poniéndonos en bandeja empatizar, tanto para bien como para mal.
Escenas como la ya mencionada Dollet, el ataque al tren para raptar al presi, el ataque a Edea en el Arco de Triunfo, la desactivación del silo de misiles, el jardín despegando para evitar el impacto de dichos misiles, Squall huyendo llevando a cuestas a Rinoa para no poner en peligro a nadie más -su culpabilidad- EL PUTO VIAJE AL ESPACIO... and on and on and on.
No hay tregua. Es probablemente el FF con más escenas importantes/trascendentales/llámalocómoquieras de toda la saga, y si lo juegas como lo haría un niño, sintiendo el viaje y dejándote atrapar, no tiene comparación con ninguno del resto de la saga, incluso siendo incoherente en ocasiones.
A esto ayudó el salto gráfico, a mpatizar. La calidad ténica del título era impresionante. Quién empatizó realmente con Cloud en su día? A alguien le importaba Marlene, la hija de Barret? Era bastante más difícil sentir cosas por los pelopincho geométricos. Y eso lo solventaron actualizando el estilo gráfico y dotándolo de "verosimilitud", acercando a esos personajes a objetos más tangibles.
Vistiéndolos parecido a nosotros, llevándolos a lugares parecidos a los nuestros (al colegio) e incluso poniéndoles exámenes que muchos de nosotros compaginábamos por aquel entonces con los primeros exámenes que haríamos en nuestra vida real. Sin contar que la bofetada que tiene Squall nos suena bastante hoy día, porque muchos de nosotros nos comportábamos o nos estábamos empezando a comportar igual en nuestra adolescencia.
En fin, que FFVIII nos entendió, y mucho. Sabía quiénes éramos y por eso, para tantos, sigue siendo un juego de culto. No tiene ni más ni menos carencias que muchos de los otros títulos de la saga (las materias del 7, los enlaces del 8, sacar las habilidades del equipo en el 9; todo al mismo nivel), y además fue pionero en muchos aspectos (todo este juego de la empatía también lo hizo FFX en menor medida, y por eso también es mencionado como el mejor FF hasta la fecha muy a menudo) condiéndole ese sambenito del más amado u odiado según dejaste que el juego te contase una historia y dejase de ser solo un juego, o no.
La puntuación que yo le doy a este juego, la dió un niño solitario de trece años, y yo no pienso quitarle la razón