Dreamcast fue una gran consola por muchos motivos. Técnicamente fue muy adelantada a su tiempo, porque estamos hablando de una consola de la generación 128 bits (Xbox, GC, PS2) de 1998, es decir, 2 años antes de que dicha generación tomara fuera. En 1998 convivian PSX, N64 y una casi extinta Saturn. Los gráficos de los juegos de DC estaban a años luz de los de estas consolas.
Luego, en pocos años de vida consiguió reunir un catálogo bastante amplio y compensado. Primaban los arcade, algo lógico visto el enfoque de SEGA (ella misma portaba todos los suyos y quería que Capcom o SNK hicieran lo propio), pero también juegos de otros géneros y exclusivos que fueron muy buenos.
Dreamcast murió por todo lo que SEGA llevaba detrás (fracasos de Mega CD, 32 y Saturn). A pesar de que la consola vendió muy bien en su breve tiempo de vida, SEGA nunca pudo levantar el vuelo, un vuelo que se lastró endeudándose aun más hasta las cejas debido a Shenmue. Si a SEGA no se le hubiese ocurrido desarrollar Shenmue, lo más probable es que Dreamcast hubiese vivido durante más años, pero también cabe decir que nos habríamos quedado sin una joya que creó tendencia en el sector, porque Shenmue fue un juego único en todos los sentidos y muchos juegos posteriores y actuales beben de sus premisas fundamentales.
Dreamcast fue la gran víctima de la incompetencia de SEGA durante más de 6 años. A SEGA se le daban genial los arcade y desarrollar juegos para consola, pero se le iba la pinza a la hora de desarrollar cacharros. Además, fue bastante nazi con las third party desde siempre, poniendo una y mil objeciones, y muchas le dieron la espalda desde siempre.
En definitiva, que Dreamcast es una gloria por méritos propios, que SEGA gestó en su inspiración y mató en su ineptitud.