Space Station 13 #HO

Aristides Mediavilla
roboticist de la Space Station 13

La estación acababa de abrir y yo recién llegado me sentia lleno de sueños... sueños de metal, circuitos electrónicos... y destrucción. Me dirigí inocente a mi taller de robótica, concentrado en hacer mi trabajo lo mejor posible: fabricar y mantener cyborgs, bots y mechas avanzados. Una vez asentado en mi taller, me puse manos a la obra para fabricar las primeras piezas. Un poco de metal, unos pocos comandos, y ya estaba montando mi primer cyborg. Después de finalizar el cableado y ensamblaje del cyborg, sólo quedaba la parte más... delicada... pero era el momento de un descanso.

Me dirigí al comedor, hambriento, y ahí empecé a divisar posibles sujetos... compañeros de estación. El cocinero Rate Neira preparó unos buenos spaghetti. Por allí rondaba alguien más, un bartender llamado Borat Amigo. Desde luego aquél hombre no hacia para nada justicia a su apellido. Completamente calvo y con una expresión malvada, era el tipo de persona del que no fiarse en una estación espacial. Con el estómago lleno, era tiempo para seguir con mi faena y olvidar al extraño bartender, al menos de momento.

Salia ya del comedor, preocupado pensando como completar mi primera creación, cuando tropecé torpemente con alguien. Por suerte, tropecé con mi solución. Ahí estaba él, un asistente, de nombre... quién recuerda el nombre de esos bobos asistentes! Le pedí que me acompañara a mi taller para ayudarme, y cierto es que me ayudó... o más bien su cerebro. Después de una laboriosa operación de extracción-instalación de un cerebro humano, o casi, el cyborg estaba finalizado! Sus primeros pasos y signos de vida fueron una decepción. Toscos, de poca elegancia y brillantez biomecánica; pero que podia esperar viniendo de un asistente. Una sensación de congoja brotó en mi viendo a aquél pobre cyborg adaptarse torpemente a su nuevo ser. No podia dejar de pensar en el oscuro bartender.

Lo mejor era que siguiera trabajando. Decidí fabricar un Medibot, y me dirigí a la zona hospitalaria a buscar a alguien para el material médico que necesitaba. El doctor era un hombre despistado y perdido, no me seria de ninguna ayuda. Desilusionado y hambriento, me dirigí al comedor. Quizás los spaghetti de Rate Neira me consolaran. Y ahí estaba él, Borat el bartender... !completamente desnudo y alterado! !Pero que coño! A su lado estaba el capitán Tristen Shet, que escuchaba paciente como aquél calvo malvado le decia que un mono le habia agredido sexualmente. Aquello carecia de toda cordura, incluso para estar en una estación espacial. El capitán sorprendentemente no dijo nada, y permitió al bartender ir a su pequeño almacén detrás de la barra. Conmigo no lo tendria tan fácil. Al seguirle a su almacén, poniendose su ropa, vi de que trataba realmente todo aquello... !una jeringa con ADN! Sin darme tiempo a reaccionar, me pinchó con ella. No huí, y me enfrenté al desdichado Borat Amigo. Acobardado, él amenazó con llamar a seguridad, al capitán; entonces sonreí: "¿!Si llamas a seguridad como vas a justificar esa jeringa, que has hecho con ella, para que quieres muestras de ADN!?" Agarré una Spacial Beer de las muchas que habia en el almacén bebí un largo trago y sonreí aún más. Viéndose derrotado, acabó de vestirse rapidamente y salió a la barra del comedor, como si nada hubiera pasado. Saboree mi pequeña victoria, y otras 5 Space Beer, y salí yo también al comedor. Allí estaba el capitán Tristen Shet esperando un trago del cobarde bartender. Bebí con ellos, regocijandome con cada mirada a un tímido Borat, que se dedicaba simplemente a poner más Gin Tonics, y yo a bebermelos. Luego llegaron los Tequila, siendo yo el único de los tres que aún seguia de fiesta, haciendo el tonto con una Circular Saw que aún llevaba encima desde la operación al asistente. Y entonces Borat Amigo levantó su vista y la clavó en mi. Su nefasta mueca no dejaba duda, era el inicio de su venganza. Fue entonces cuando vi la sierra objeto de mis malabares escaparse, cortar y herir a Tristen Shet. El capitán, enfadado sin motivo bajo mi parecer, procedio a arrestarme. !Y para mi asombro, no creyó que el bartender me habia echado drojah en las bebidas!. ¿Que otra cosa podia ser? ¿Las 6 Space Beer, 5 Gin Tonics y 4 Tequilas que llevaba en el body? Paparruchas. Y así me alejé del comedor, esposado camino a un frío antro de la mano del capitán.

Aristides Mediavilla
roboticist de la Space Station 13

Ya en las celdas, la carcelera y ayudante del capitán Michele Latouf acababa los trámites de mi encarcelamiento. Aquella exhuberante aunque poco hábil rubia fue horrible en su trato conmigo. A sus oidos, mis sátiros y alegres comentarios pasaban a ser quejas soeces y deleznables. ¡Nada más lejos de la verdad! Un brillante experto en robótica como yo, degradado a semejante encarcelación. Después de una eternidad, era hora de mi liberación. Con mi mente ya aclarada, descubrí al cambiarme la ropa carcelera por la mía... ¡que habia engordado tanto por las bebidas que ni me entraba la ropa! Michele intentó ayudarme, a su brusca manera, pero nada. ¡Y me echó de allí diciendo que no podia llevarme la ropa carcelaria tampoco! Así que me fuí únicamente con mi bata de científico, gordo, desnudo y
sin un atisbo de decencia humana. Pero yo sabia quien era el culpable, no olvidaria su nombre: Borat Amigo. Y mi venganza seria terrible.

Ya en mi taller de robótica, agarré un Welding Helmet y una Crowbar, y disimuladamente me dirigí a la biblioteca. Un gordo desnudo llevando sólo un batín pasaria desapercibido allí. Y en aquella biblioteca moriria Aristides Mediavilla, ya que dejaria todos mis efectos personales, incluyendo mi ID y buenos recuerdos en un rincón. Me armé con aquella Crowbar, enfundado unicamente con el Welding Helmet, y mi fofo cuerpo corrió como alma que lleva el diablo al comedor, encontrando al odiado bartender ahí mismo, solo. Sin dejarle reaccionar, mis gordas y desnudas chichas se movieron, acompañando el movimiento de la barra de metal golpeando a Borat. Repetidas veces hasta que el infame cayó al suelo inconsciente. Lo llevé al pequeño almacén detrás de la barra, donde procedí a robarle la ropa y la ID. No, que el bastardo estuviera ya incapacitado y casi muerto no ponia fin a mi venganza. Suplantando su ID, ropa y trabajo esperaria en la barra del comedor a que Tristen Shet y Michele Latouf aparecieran, y confiados bebiendo sus tragos los ejecutaria a ellos también. Riendo de nuevo en aquél almacén, con mi ahora si, derrotado Borat en un charco de sangre y carne picada, bebí otras 2 Space Beer a su salud. !Que sorpresa, que agradable sorpresa! Al salir, ahí estaban esos dos peleles que se hacian llamar agentes del orden esperando en el comedor. Vestido y con ID de bartender, pretendí atenderles. Pidieron algo de beber, y una hamburguesa, sin saber que ellos serian la carne picada. Mi acto final estaba cerca. Grité "Venganzaaa!" y fuí a por Tristen Shet con la manchada barra de metal alzada. El muy ruín me golpeo primero, me recompuse como pude y ataque entonces a la repelente rubia Michele Latouf, golpeandola varias veces hasta que el desagradable capitán me disparó a traición por la espalda. Caí al suelo.

Al levantarme, me encontré nuevamente esposado, y con el furioso Tristen arrastrandome esta vez a algún lugar verdaderamente malvado. Entonces lo supe: un laboratorio donde un científico más loco que yo estaba experimentando con monos. Aquella seria mi condena: convertirme en un mono, volviendome así casi tan bobo como aquél asistente mío. Intenté confesar mi malévolo plan de venganza, mis pecados, con lo que sabia que serian mis últimas palabras como humano. Pero nadie queria escuchar. Allí estaba aquel científico demente, con Tristen Shet y Michele Latouf mirando el acto final de mi humanidad. ZIIIIIIPRGRGR. ¡Ahora era un mono! !Y con pañales! Intenté gritar pero solo eran monerias, e intenté escapar, pero el cientifico y el capitán me perseguian sin parar, agrediéndome incluso siendo un pequeño monín. Finalmente me esposaron y me llevaron a la otra punta de la estación, donde pretendian encerrarme en un armario. Así querian que fuera mi final, ser encerrado para toda la eternidad en un armario siendo un pequeño y tonto mono. Pero no podia permitirlo, y en mi último acto de valentia escape, corriendo por toda la estación hasta perderles de vista. ¡Por fin libre! ¡Esposado y mono pero libre! Mi felicidad se volvió en un extasis magnífico y completo cuando de repente, por megafonia, la AI anunciaba la inminente destrucción por causas que mi mono cerebro ya no entendia. Entonces sentí como la estación tembló, crujió y se desvaneció en miles de pedazos. Y fue la última y mejor sensación de mi corta mono-humano vida

Oh, amigos míos, sentaos y escuchad LA PALABRA que hoy os vengo a contar pues es LA PALABRA DEL SEÑOR, DEL TODOPODEROSO HIPNOSAPO.

Al inicio del día me encontraba yo en mi despacho, intentando recordar como equipar mi PDA, cuando la IA anunciaba el comienzo de una nueva jornada. Saludé a todos por radio y comencé mi peregrinación. Recuerdo a un agente de seguridad al que aburrí hasta que GLORIFICÓ AL HIPNOSAPO. Recuerdo también el ir ir y venir por la estación, sacando extintores de sus compartimentos, pues el extintor es el SAGRADO OBJETO DEL HIPNOSAPO.

Pero todo comenzó cuando conseguí entrar en la zona científica. La IA dijo que el protocolo era que los científicos salieran a saludar, pero yo no la creí, oh no, PUES YO SÓLO CREO AL HIPNOSAPO, así que me introduje por los conductos de mantenimiento y por SU DIVINA providencia conseguí introducirme en el ala científica.

EL HIPNOSAPO bien sabe que yo sólo iba a hablar con mis amigos científicos, para comentarles lo idiota que es su labor y abrirles los ojos para que comprendiesen que la verdad estaba en el CREACIONISMO. Siguiendo a uno de ellos, conseguí entrar en uno de sus laboratorios Y LO QUE ALLÍ VÍ, fue algo que no olvidaré jamás.

CRIATURAS GELATINOSAS SIENDO ALIMENTADAS CON INOCENTES SIMIOS. COMO SE ATREVEN. Empecé a gritar exaltado, e intenté liberar a los pobres monos, pero una de las MASAS GELATINOSAS me mordió, oh sí, ME MORDIÓ. Incluso esa cabeza holográfica creada por hombres que juegan a ser dioses apareció, ACUSÁNDOME A MÍ QUE SOY EL ENVIADO DEL TODOPODEROSO HIPNOSAPO de alterar el orden público.

Al salir de ese lugar, y tras anunciar por radio que pondría estos hechos en conocimiento del OBISPO DE LA GRAN IGLESIA DEL TODOPODEROSO HIPNOSAPO, me dirigí hacia la enfermería, para que me curasen usando su SUCIA CIENCIA. Pero entonces, una vez allí, y mientras un agente de seguridad me hablaba (que probablemente fue el mismo al que aburrí antes), oí una dulce voz en mi cabeza. LA VOZ DEL GLORIOSO HIPNOSAPO, que me pedía TRES SACRIFICIOS...de monos. Salí confuso del lugar, y tras librarme del agente, volví a la enfermería, pues recordaba haber visto un mono muerto cerca del mostrador. Supongo que es lo normal en estos sitios. Y volví y ALLÍ ESTABA, lo arrastré hacia mi despacho, sin pretexto alguno, lo cual tampoco importa, pues a nadie pareció extrañarle que un capellán se llevase un mono muerto. Supongo que pensaban que lo llevaba al crematorio. NECIOS.

La voz en mi cabeza me pedía RUNAS JUNTO A LOS TRES MONOS. Me faltaban dos. Deambulé por la base, buscándolos. No pude acceder de nuevo al ala científica. Desesperado, volví al ala médica, y allí EL HIPNOSAPO ME SONRIÓ, pues ví que había monos en el ala de GENETISTAS HEREJES. Conseguí colarme detrás de uno de estos supuestos médicos, y cuando se cerró la puerta, saqué EL SAGRADO EXTINTOR de mi mochila, y procedí a abrir la cabeza del genetista. Cuando se hallaba en el suelo, muerto, inconsciente o sólo herido entre terribles sufrimientos, le esposé (doy las gracias al HIPNOSAPO por concederme esas esposas, o lo que es lo mismo, al patán de seguridad que las dejó en mitad de un pasillo), le pedí perdón, y robé su tarjeta de seguridad, ante los ojos de un joven que me miraba desde fuera, y que al parecer me apoyaba. Más tarde en el día maté a ese mismo joven creo recordar. ERA TODO POR TU BIEN. GLORIA AL HIPNOSAPO.

Entré en el compartimento de los monos, y con el SAGRADO EXTINTOR asesiné a dos de ellos. Me los llevé individualmente por el conducto hasta la capilla. La voz en mi cabeza me exigía runas. Me disponía a construirlas cuando el joven entró en la capilla. Por suerte los monos estaban en mi despacho, escondidos, y no los vio. El joven dijo que me apoyaba y me curó. Me costó un poco hacerle salir de la capilla, pero al final se marchó. DIBUJÉ VARIAS RUNAS PARA EL GRAN HIPNOSAPO en mitad de la capilla, coloqué varias velas apagadas a su alrededor (no tenía mechero) y puse los tres monos en disposición. Al cabo de un rato ví LA OBRA DEL GRAN HIPNOSAPO, ví como los monos EXPLOTABAN. La dulce voz en mi cabeza me dijo que me recompensaría.

Entré en mi despacho y justo ví como un agente de seguridad ENTRÓ EN MI CAPILLA Y VIO MI OBRA. Oí como LLAMABA POR RADIO, como BLASFEMABA CONTRA MI OBRA. Me escondí en los conductos que dan al crematorio, pero la voz dijo que mi regalo se encontraba en mi despacho. Volví a él. Y cuando entré en él, la voz me dijo que el regalo estaba en el crematorio. Y la puerta ya no se abría. ERA UNA PRUEBA DE FÉ. Salí de mi despacho para encontrarme con el capitán y varios miembros de la tripulación. Pedí perdón al HIPNOSAPO, y mentí sobre la naturaleza de las runas, fingiendo estar consternado. NECIOS.

Intenté salir de allí, con el pretexto de no poder soportar esa visión, pero el capitán me siguió. Y ESA CARA HOLOGRÁFICA TAMBIÉN ME OBSERVABA. YO SABÍA QUE ELLA LO SABÍA. MUERTE A LA CARA HOLOGRÁFICA. Pero al final, sus labios no me acusaron, y el capitán exigió que le acompañará a realizar un exorcismo. Y en ese momento el regalo del HIPNOSAPO apareció a mis pies. Lo cogí furtivamente ¡una espada de energía! ¡MARTILLO DE HEREJES!

Entramos en la capilla y el capitán comenzó el exorcismo. NECIO. Entonces apareció un hombre desnudo en al runa. Y ÉL GRITÓ POR EL HIPNOSAPO Y EXPLOTÓ, ABRIENDO UN AGUJERO A LOS INFIERNOS DEL VACÍO, QUE ABSORBIÓ A LOS HEREJES. Y YO GRITÉ ¡ESTA ES SU OBRA! E INTENTÉ APUÑALAR AL CAPITÁN CON LA ESPADA DE ENERGÍA (lamentablemente, no sabía como encenderla).

ÉL HEREJE HUYÓ, Y YO QUEDÉ ATRAPADO EN LA CAPILLA. La vida me abandonó. Pero no fue el final. Sentí vida de nuevo en mí. No me dieron ropa blanca, pero aún así, RESUCITÉ. Los NECIOS BIENINTENCIONADOS de fuera me abrieron la puerta, poniendo fin a mi prisión e iniciando SU CONDENA. Acusé al capitán por radio, pero pocos me creyeron. Tuve que huir. Me escondí en los conductos. Y allí comenzó LA PURGA.

La voz en mi cabeza me enseñó a usar mi arma. Salí de los conductos y maté AL MISMO NECIO que estuvo presente durante el exorcismo. Lo arrastré a mi nueva guarida y allí se lo ofrecí al HIPNOSAPO.

Recuerdo haber matado a muchos más. Por este sacrificio se me dio otro presente: Una tarjeta de acceso a toda la nave. Deambulé por esa arca maldita, gritando por la radio, y rezando para mis adentros. Ataqué a un guardia de seguridad que se encontraba en la nave de llegada. Ataqué a muchos. También maté al hombre que me curó y me apoyaba. FUE POR TU BIEN, HIJO MÍO. Y luego volví a mi refugio.

Y ALLÍ ME ENCONTRARON. VÍ ENTRAR A DOS HOMBRES, ACERCÁNDOSE A MÍ ENTRE LAS TINIEBLAS. Uno de ellos era un grotesco payaso. Procedí a ARRANCARLES las entrañas con mi sable láser. Y cuando lo hice, la voz en mi cabeza me dijo que bebiese la sangre del payaso. Esta sanó mis heridas. EL HIPNOSAPO VELABA POR MÍ.

Se me dijo que matara a dos más y recibiría el arma definitiva. Al primero lo maté por la espalda. El muchacho parecía estar en estado catatónico, no se movía. Al segundo me costó encontrarlo, la zona por la que me movía había quedado aislada por las barreras anti-incendios y por fugas de gas no identificado. Pensaba usar una barra de hierro para abrir la barrera, PERO EL HIPNOSAPO ME MOSTRÓ UN CAMINO MEJOR. Llegué hasta un lujoso despacho, donde encontré a mi última víctima. ALLÍ SE ME CONCEDIÓ EL ARMA DEFINITIVA: El MechHONKwarrior.

Subí a él y comencé el HIMNO DEL APOCALIPSIS. HONK! HONK! HOOOOOOOOOOOOOONK! MIS ENEMIGOS CAÍAN ANTE MÍ. Creo que el primero de ellos fue el capitán. No lo recuerdo. No me fijaba en nada. Sólo rezaba. Y HONK!

Hasta que al parecer, abusé de los bocinazos y me quedé sin energía. PERO NO TENÍA MIEDO. Cuando la armadura explotó, salí huyendo hacia los conductos, de nuevo, pues además ví unos extraños hombres con armadura, sin duda herejes cristianos.

Entonces recibí un último presente: La tarjeta de eyección de la nave de escape. Estaba malherido y no quedaba tiempo. No tenía tiempo para disfrazarme. Tenía que salir de allí y dejar que los herejes MURIESEN EN ESA CÁRCEL DE METAL. Así que corrí por el pasillo y ENTRÉ DIRECTAMENTE EN LA NAVE.

Allí un sucio y maloliente HEREJE ME MATÓ. PERO UNA VEZ MÁS, COMO EL FENIXSAPO, RESURGÍ DE MIS CENIZAS. Mis armas en el suelo, no podía cogerlas. No importaba. Corrí hasta la cabina del capitán y activé el lanzamiento. Dos herejes quedaron encerrados conmigo en la cabina mientras volábamos. PERO YO, COGÍ LA SAGRADA LLAVE GRIFA DEL SEÑOR Y COMBATÍ CON ELLOS. Sus cabezas abiertas servirían de advertencia para futuros PAGANOS.

Pero no, cuando los maté, se abrió la puerta y entraron MÁS COBARDES HEREJES, y me asesinaron A SANGRE FRÍA.

Pero yo perdí la vida contento, pues el GRAN HIPNOSAPO me acogió en sus brazos.

Paz, amigos míos.