Concurso relatos cortos

Tanta arrogancia me abruma y, a la vez, me emociona. Un retalo diferente, con las ideas claras. A pesar de usar vocablos poco adecuados para una historia de los suburbios, no se encasilla, se deja leer y es entendible. Historia pútrida y fresca a la vez, con garra y amor propio, y con un protagonista de todo menos perfecto.

Y el final... Derroche de chulería por parte del escritor. No me ha gustado un carajo la historia en si, pero son las sensaciones que transmite las que valen de verdad. Por mi parte, un par de puntos le caen.

Cuando leo un relato de aventura, intento dejarme llevar y disfrutar del mismo. No obstante, en éste he tenido la constante sensación de que me había perdido algo.

En ningún momento sé dónde estoy. Primero, Clara, luego a muerte, luego el bosque, luego Clara. No hay un cambio paulatino, no hay señales de cambio. Además, se torna confuso (como debe ser) en el sueño pero, a partir de ahí, sigue siendo confuso. No hay pausas, ni explicaciones. Y la historia parece un trozo cogido con pinzas de una historia aún mayor, lo que aumenta la sensación de desconocimiento.

No está mal, pero tiene fallos de consistencia, faltan y fallan muchas partes, y ello se corrige con una lectura a fondo.

Sentimientos arrojados a la cara con palabras. Ese podría ser un buen resúmen del relato.

Por un lado, se reflejan los sentimientos de la persona que sufre y, por otro, detalla los sucesos que rodean a dicha persona. Ahí radica el problema. Si se hubiera centrado en el sentimiento, podría haber logrado un relato más uniforme y compacto. No obstante, se decanta por una breve descripción que emborrona el trabajo. No hay necesidad de saber sobre abuelos y vecinos cuando hay un sentimiento de soledad y culpa latente.

Mal enfoque (a mi parecer), se perdió nada más comenzar.

Pasando por alto graves faltas ortográficas, el relato es interesante, simple pero directo. Bien tratado pero mal encauzado. Los sueños/ilusiones son la llama de la cordura o de la locura, y plantea una temática muy atractiva, pero se pierden por completo ante un final anodino e insulso. Merecía un final mejor, sin lugar a dudas.

No negaré que la semejanza con el ciclo natural de la vida está logrado y resumido. Pero no encuentro nada más de llamativo. El efímero protagonista trata constantemente de discernir lo que sucede a su alrededor, sin objetivo ninguno, y ello estaría perfecto si el relato tuviera una narración auténtica. Aquí se juntan ideas sin dejar claro que quiere expresar el autor, más allá de la inconsistencia humana.

Puntos par a ti.

Situación incómoda para el protagonista que se torna en peligro creciente, siempre manteniendo la personalidad de los secundarios como foco de atención. Suceso inverosímil pero creíble gracias al buen uso de la ortografía y del tempo en los acontecimientos. No me esperaba encontrar un relato original, fresco y que me dejara con tan buen sabor de boca. Chapeau por el autor.

Sin tener un objetivo claro, la narración ha sido entretenida, a veces pesada por definiciones prescindibles, pero entretenida. No esperaba el desenlace, más cuando habla de forma tan cercana al póker, pero no está mal. Aún así, no me ha llenado, le faltaba gancho, porque carisma y carácter tenía.

Es un buenn relato, sin duda alguna.

Gran historia, sin duda. Personajes bien caracterizados, un protagonista antagónico, particular y muy logrado, y un entorno demacrado y repetitivo. Además, el diálogo es simple pero divertido, lo que ayuda a entrar en ambiente.

No obstante, mezcla de fallos de la escritura y de un final un tanto rocambolesco, no llega a la excelencia. Si una frase es exclamativa, empieza por ¡ y acaba con !, y eso molesta al leer.

Se lleva puntos de mi parte.

Este tipo de finales, en los que el lector debe averiguar que está sucediendo, suelen ser una maravilla cuando hay detalles que indican cúal es el final. La historia era buena, la idea del cuadro, del hombre solitario, de la mujer aleatoria, todo iba bien, pero el final se trunca por un suceso que no se explica bien. Me da rabia porque, ni releyéndolo, logro captar del todo ese epílogo.

"S.S. Barco" creo que es lo único que me ha hecho medianamente gracia. Argumento insólito, inverosímil y muy exagerado, chistes sin sabor y sucesos estrambóticos que, sin embargo, no provocan mucha gracia. Además, el cambio Tiburoni/Trituroni, así como lo de seño Rita (tendría sentido si viviera en España), son gags que iban a hacer gracia y se quedaron en nada. No hay mucho que rescatar, no hay bote salvavidas para este relato.

Sin leerlo, sólo por el título, le digo al autor: vete al carajo (de forma amistosa). Hay que tener cojones de poner un título así.

Que historia más absurda, estrambótica y ácida. Humor básico, muy básico y basto, con personajes poco caracterizados y con diálogos surrealistas. ¿Objetivo? Cumplido. No he podido evitar reírme de las situaciones, ni de los momentos embarazosos, todo resulta tan patético que causa gracia. Sólo espero que no sea realmente autobiográfico, más que nada porque su mano debe servir no sólo para relatos. Puntos que van para ti, autor.

P.D: Manuel Falens representa.

Resumen: Toda la vida matando tontos y todavía quedan.

No hay mucho que destacar. Mensaje claro, corto y conciso, falto de chispa pero serio. Me quedo con la última frase, "los idiotas an bencido", con lo que se puede resumir también un relato sin pretensión alguna y con una simpleza desoladora.

Magnífico, un relato emotivo de una vida sin aprovechar al máximo escrita por un hombre que tiempo atrás había perdido la posibilidad de volver a ser quien era. Conmovedora, sencilla pero siempre razonable, con un hilo bien narrado y sin giros bruscos de guión.

Tiene mis puntos, no porque sea la mejor, pero si porque transmite, y muy fuerte, y no muchos relatos pueden decir lo mismo. Merece estar en lo más alto esta obra.

Buen relato, sin lugar a dudas, con una historia simple y una sensación, tanto de pasión como de desasosiego, muy lograda. No es una historia excelente, es un tanto básica, pero cumple con las expectativas. Correcto uso de vocablos, sin faltas ni erratas. No hay más, ni para bien ni para mal, es un relato que cumple, y que dará confianza al autor para futuros relatos.

Mareante como definición, sin duda alguna. Hechos, muchos hechos expuestos sin ton ni son, algunas veces sin correlación, hasta que llega el final que da un poco de cordura.

Hay que entender que, cuando se hace una historia, tiene que tener un prólogo, una parte central y un epílogo, y que puedes jugar con ello, siempre dejando un -logo al final. Que empiece por el desarrollo, te meta el pasado y termine en el futuro con la mezcla no es un desarrollo aceptable. Apabulla ver palabras y no poder asociar los hechos entre ellos.

Calma, sosiego y reestructuración le recomiendo al autor, que ha hecho un relato sin la pausa que necesita para asentarse.

No estoy muy seguro de cómo lo supo, ni de qué debía saber. Una historia sin pretensiones, sin grandes alardes ni momentos épicos. Parece arrancada de un capítulo de algún libro de aventuras que, tras ponerlo aquí, pierde fuelle, ya que se hace notable la sensación de duda ante la historia. Cuenta la historia de la nueva reina, de sus padres y de su tutor, pero no llega a completar el resto. Con otro enfoque, esa sensación de intriga hubiera desaparecido. Y el final, sinceramente, aún sigo sin entenderlo. No está mal, pero había lastre para más.

Pues como lo que he sentido al leer el relato: nada. No sé que expectativa tenía el autor, pero es un relato vacío, ligeramente iluminado por la pasión del anciano pero con una falta de alma lacerante. Nada es lo que hay cuando se dedica más tiempo a narrar la historia de un escritorio que la del propio protagonista.

Antes de nada, si se apagan todas las luces de una ciudad, no existe contaminación lumínica.

Simpleza. Hay una cálidad relación entre dos personas, y ahí acaba el argumento. No hay un pasado, ni un futuro, solo un presente donde el protagonista, medio sonánbulo, ama a una mujer. No hay mucho más, ni para bien ni para mal.

No debería valorar el relato, ya que sobrepasa con creces el límite de las normas, pero haré una excepción.

El relato es bueno, sin más. No logra causar sensación de agobio o de pánico, aunque adapta bien los momentos de tensión y recrea el desasosiego del protagonista. Tiene un final entendible, que ya es decir, y deja un relato entero, uniforme y con un ligero brillo propio. Está bien.

Camarero, un pivón para la mesa tres, por favor.

Delicioso relato, sencillo pero firme. No hay mucho que decir a quien lo ha escrito, porque reconoce la calidad de su obra, y desde aquí le mando puntos.

Oh, tío, putas casualidades. Me ha molado mucho el relato. Sin pretención alguna más allá de hacer pasar un buen rato al lector, ha encontrado el término medio entre humor y lógica. Ha valido la pena leer este relato, se lleva puntos por mi parte, no siempre puedo decir que me haga reír una referencia a pollas de madera.

He de reconocer que, en el mismo instante que a Eva le falta el rojo, pensé en un asesinato. No es novedoso, pero si un perfecto acompañamiento para un relato que transmite angustia y deseo a partes iguales. La descripción constante del protagonista resulta agradable y ligera, y la descripción tanto de escenarios como de situaciones se produce con ligereza.

Muy bueno, mis puntos para usted.