-No las has visto y te perdono la gracia -replicó Gimli -. Pero hablas como un tonto. ¿Te
parecen hermosas las estancias de tu rey al pie de la colina en el Bosque Negro, que los
enanos ayudaron a construir hace tiempo? Son covachas comparadas con las cavernas que
he visto aquí: salas inconmensurables, pobladas de la música eterna del agua que tintinea en
las lagunas, tan maravillosas como Kheled-zâram a la luz de las estrellas.
»Y cuando se encienden las antorchas, Legolas, y los hombres caminan por los suelos
de arena bajo las bóvedas resonantes, ah, entonces, Legolas, gemas y cristales y filones de
mineral precioso centellean en las paredes pulidas; y la luz resplandece en las vetas de los
mármoles nacarados, luminosos como las manos de la Reina Galadriel. Hay columnas de
nieve, de azafrán y rosicler, Legolas, talladas con formas que parecen sueños; brotan de los
suelos multicolores para unirse a las colgaduras resplandecientes: alas, cordeles, velos
sutiles como nubes cristalizadas; lanzas, pendones, ¡pináculos de palacios colgantes! Unos
lagos serenos reflejan esas figuras: un mundo titilante emerge de las aguas sombrías
cubiertas de límpidos cristales; ciudades, como jamás Durin hubiera podido imaginar en sus
sueños, se extienden a través de avenidas y patios y pórticos, hasta los nichos oscuros
donde jamás llega la luz. De pronto ¡pim!, cae una gota de plata, y las ondas se encrespan
bajo el cristal y todas las torres se inclinan y tiemblan como las algas y los corales en una
gruta marina. Luego llega la noche: las visiones tiemblan y se desvanecen; las antorchas se
encienden en otra sala, en otro sueño. Los salones se suceden, Legolas, un recinto s e abre a
otro, una bóveda sigue a otra bóveda y una escalera a otra escalera, y los senderos sinuosos
llevan al corazón de la montaría. ¡Cavernas! ¡Las Cavernas del Abismo de Helm! ¡Feliz ha
sido la suerte que hasta aquí me trajo! Lloro ahora al tener que dejarlas.
Es Gimli describiendo el Abismo de Helm. Si tras leer esto te quedas igual y no te entran ganas de devorar los libros....
Otro ejemplo: Frodo abandonando la Tierra Media.
Y la nave se internó en la Alta Mar rumbo al
Oeste, hasta que por fin en una noche de lluvia Frodo sintió en el aire una fragancia y oyó cantos que
llegaban sobre las aguas; y le pareció que, como en el sueño que había tenido en la casa de Tom
Bombadil, la cortina de lluvia gris se transformaba en plata y cristal, y que el velo se abría y ante él
aparecían unas playas blancas, y más allá un país lejano y verde a la luz de un rápido amanecer.
"No está hecha la miel para la boca el asno". Gran frase.