Como viene siendo la tónica de estos días atrás, comienzo la jornada de aventuras siguiendo la campaña principal. Si recordáis, habíamos dejado finiquitadas las tres primeras mazmorras y una vez acabada Copperbell Mines nos dirijimos a entregar la misión. Mientras la entregamos se escuchan unos gritos de apuro que provienen del exterior y lógicamente no puedo hacer oídos sordos (imposible con las orejotas de gato).
Al salir a la calle, unos rufianes están acosando a una damisela en apuros que todavía no conoce la existencia del 016. Se ponen farrucos y acabo dándoles matarile a base de fuego.
Intento hacer la tijera con la damisela (coño, la he salvado) pero por la cara que me pone de resignación no veo yo que vaya a funcionar.
Visto lo visto, continúo mi aventura, la cual me manda a hablar con una tal Momodi sobre algo de los Scions of the Seventh Dawn. Al hablar con ella, desbloqueo el sistema de Retainers al cual no le hago demasiado caso por ahora aunque me recuerda, en cierta manera, a la mesa de seguidores del WoW. Tras esto, me mandan a tomar por culo a la izquierda (concretamente a The Waking Sands).
Al llegar allí, me presento ante Minfilia (esta tiene voz, cosa no muy normal por Eorzea), la cual está metida en la investigación de unos sacerdotes chungos que han raptado a una serie de personas.
Me comentan que tienen sospechas de un tal Ungust así que comienzo la investigación: unas preguntas por aquí, unas hostias por allá. Ya sabéis, lo típico. En mitad de este CSI Eorzea me doy cuenta de que se puede hacer Hand Over de los objetos de forma rápida haciendo clic derecho en la ventanita que sale.
Siguiendo con la cadena de misiones un ruido que no esperaba escuchar en Eorzea me sobresalta. Giro la cámara y veo un coche que, por su apariencia, se ha obtenido usando el truco de howdoyouturnthison.
Proseguimos y cada vez está más claro que Ungust es el sacerdote detrás de estos secuestros, así que le preparamos una trampa para cazarlo con las manos en la masa. Al descubrirse el pastel, parece arrepentirse y nos dice de reunirnos con él para enseñarnos quiénes son los malos de verdad. En realidad el cabrón nos la juega y nos mete en mitad de unos maromos negros que nos acaban atrapando.
Nos dejan inconscientes y al despertar, vemos que estamos en una cueva subterránea. Nos amarran del brazo y nos llevan a una explanada donde pretenden sacrificarnos a su "dios". Por desgracia, la misma misión te hace spoilers de quién va a ser este dios...
La presentación de Ifrit es espectacular y para sorpresa de todos los presentes, no nos afecta su control mental ya que "tenemos otro dueño" (el cristalito ese azul tiene la culpa, seguro). Ifrit se cabrea y nos intenta mandar al otro barrio.
El encuentro contra Ifrit es el mejor hasta la fecha: lleno de áreas, efectos y mecánicas que, de no hacerlas, afectan bastante al grupo. Gracias al Hall of Novice consigo esquivar todas las áreas /s.
El único consuelo que me queda es que conseguimos derrotar a Ifrit, asimilo su cristal rojo y topeo el Recount (muy importante).
Por desgracia, parece que no estábamos solos y unos soldados del Imperio nos observaban con demasiado interés. ¿Qué querrán los Power Rangers rojo y blanco? A saber.
Pero bueno, derrotado el primer Primal (sí, ya me habían dicho que hay más) y resuelto el tema de los secuestros vuelvo con Minfilia. Una vez en su cuartel veo que hay tres señores trajeados, los cuales pertenecen a diferentes compañías y a las cuales me tengo (en realidad me obligan) que unir. Analizadas las tres, decido unir fuerzas con los Red Ribbon porque a quién no le gustan las waifus vestidas de uniforme militar.
Firmado el papeleo me ofrecen un regalo de bienvenida: mi propio chocobo. Aprieto el culo y voy corriendo al criador de chocobos. Tengo claro su nombre y por ende, su destino: Magret.
Ya con mi compañero plumífero a mi lado decido seguir con las misiones. Esta vez por un frondoso bosque donde se han colado con el fertilizante.
Ahora toca darse a conocer a un pueblo de hadas del bosque que tienen pasión por la danza. Ocho putos bailes hay que hacer. Ocho. Así que nada, a hacer de recadero para los bailarines estos. Por suerte, voy con mi querido Magret (sí, acabo de descubrir el "modo foto").
Yendo de arriba para abajo alcanzo el nivel 30 y me avisan de que ya tengo disponible mi clase: Black Mage. Ni corto ni perezoso voy pitando a Ul'd'ah para comenzar las misiones pertinentes. Al llegar allí, mi falafel preferido, Cocobuki, me comenta que han conseguido adivinar dónde se encuentra su hermano (el poseído por el void). Como no podía ser de otra forma toca ir a rescatarlo.
Al llegar a la cueva donde está nos lo encontramos torturando y matando a unos pobres inocentes. Joder con el crío.
Tras un intercambio de hechizos con su hermano mayor, Cocobuki, éste cae derrotado y se revela la verdadera apariencia del void-sent que lo había poseído. Melafó.
Menos mal que iba con mis valientes falafeles porque si no, la súcubo pilingui me hubiese seducido.
De vuelta a Ul'dah y salvado al falafel parece ser que necesito algo más para ser un mago negro. Debo investigar una brecha del void, echar la sangre de la súcubo a través de ella y cerrarla. Sin más, me dirijo al lugar de la fisura y tras derrotar a los enemigos, me sobresalta otro negraco el cual me cuenta una historia de que soy el elegido y que ya lo entenderé. Me da una runa y se pira como ha venido.
Con la runa en mi poder vuelvo a Ul'dah (otra vez, sí) para informar a mis superiores. Mientras charlo con uno de ellos, y sin previo aviso, aparece Vivi en escena para decirme que tengo que abrazar la oscuridad hasta estar painted black. Parece que no se lleva muy bien con el resto del gremio así que conforme vino se fue.
Asciendo a Black Mage y acabo el día. Nos vemos en el próximo capítulo.