Si, yo lo que e cogido de éste juego (la abadia del crimen) es: la desaparicion de un monje en una enorme abadia. Luego e escogido yo una abadia real de suiza (e conseguido incluso los planos de la abadia donde transcurrira la partida, está a unos 40km. de Zurich, se llama "Abadía Benedictina de Einsiedeln").
Estoy intentando reunir todos los datos lo mas reales posibles (la distancia d ela abadia a zurich es real, incluso e encontrado un listado de las tareas y ritos que tienen a lo largo del dia los monjes de una abadia, así como las vestimentas que llevan en cada momento).
Creo que me va a quedar una buena historia, ya os diré ^^
EDIT: Si me permitís, voy a poneros aquí la introducción de la partida que os e comentado:
Todo sucedió en la primavera de 1941, durante la II GM, nosotros vivíamos en un pequeño pueblo al Este de Suiza llamado St. Gall, por suerte vivíamos un País que nunca había participado (ni participaría) en un conflicto bélico, por lo que no temíamos por nuestras vidas.
Desde jóvenes nos hemos dedicado por completo a una vida religiosa: de celibato y oración. Nuestro hogar a sido el Convento de St. Gall, allí convivíamos 8 sacerdotes, todos colaborábamos con las tareas de convento y ayudábamos en la preparación de las misas que celebrábamos con el resto de creyentes del pueblo.
Un día, mientras nos encontrábamos en Laudes, un mensajero llegó con un telegrama urgente, venía de la Abadía Benedictina de Einsiedeln, en un pueblo situado a unos 40km. de Zurich y a 60km. de Lucerne. El telegrama decía que necesitaban urgentemente nuestra presencia, no decía el porqué, únicamente decía que no era apropiado comunicar el propósito mediante telegrama, por último decía que en la Abadía había alcobas suficientes para todos y que seríamos recibidos como es debido.
Obviamente no todos podíamos partir hacia Einsiedeln dejando el convento vacío, por lo que decidimos que serían 4 sacerdotes los que viajarían a la Abadía.
Nuestro viaje duró apenas 2h., cuando llegamos a la Abadía, sobre las 11:45, el hermano Fray Venancio nos recibió con los brazos abiertos, después de un breve coloquio nos guió a nuestras celdas.
Atravesamos la entrada, un enorme portón decorado entero con figuras de Ángeles y Santos. Nos encontrábamos en la basílica, tenía forma ovalada y media unos 80m. de largo y 30m. de ancho, una sucesión de columnas a ambos lados de la iglesia llegaban hasta el final de ésta, en el centro, 2 filas de bancos, al fondo se encontraba el altar, detrás de éste un enorme crucifijo de madera de roble y motivos de oro presidía la estancia. Justo en ése momento se estaba celebrando la Misa Conventual, había aproximadamente 30 personas allí, pero tan sólo 6 llevaban puesta la túnica blanca con estola, nuestra estancia en la iglesia fue lo más silenciosa posible.
El hermano Fray Venancio nos llevó hacia la parte izquierda de la capilla, entramos en una pequeña habitación, había un mueble grande y algunos bártulos de limpieza. Salimos de ésta a un pasillo situado en el exterior de la iglesia, había muchos jardines, muy bien cuidados. Andamos un poco más a través de éstos jardines y llegamos a las habitaciones de visitas, 2 habitaciones para los 4, estaban preparadas para nuestra llegada.
- De nuevo, gracias por vuestra presteza en venir, espero que las habitaciones sean de vuestro agrado, recordad que estáis en vuestra casa – dijo el hermano Fray Venancio esbozando una sonrisa. – ahora mismo el resto de hermanos se encuentra en la Misa Conventual, calculo que debe de estar acabando. Sobre el tema por el cual hemos reclamado vuestra presencia, hablaremos de ello a las 14:00, en la hora de descanso. – dio media vuelta y avanzó hacia la salida, antes de abandonar la estancia se volvió a girar y dijo – se me olvidaba, a las 13:30 es la hora de la comida en el refectorio, vendré a buscaros para enseñaros el camino – ésta vez si dejó la habitación.