El 27 de Septiembre de 1975 fueron ejecutados tres militantes del FRAP José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz y dos de ETA: Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui.
Franco murió matando. Cinco años antes había indultado a los militantes de ETA condenados a muerte en el Proceso de Burgos, pero en setiembre de 1975 dio su visto bueno –el temible «enterado»– a la ejecución de tres militantes del FRAP –Xose Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García– y de los dos vascos, Txiki y Otaegi. Eran más, once en concreto, los sentenciados a muerte en distintos consejos de guerra, pero a seis les fue conmutada la pena capital por largas condenas de prisión. Entre ellos estaban el abaltzisketarra Jose Antonio Garmendia Tupa, que había sido gravemente herido por la Policía durante su detención, y el donostiarra Manuel Blanco Chivite, miembro del FRAP.
Txiki, nacido en Extremadura pero zarauztarra desde los diez años de edad, entró en ETA muy joven, como explica su hermano Mikel, también militante de la organización en aquel entonces. Una de sus primeras labores consistió en vigilar a la infanta Pilar de Borbón, hermana del entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, que acostumbraba a veranear con su marido, Luis Gómez-Acebo, en Zarautz. Al parecer, ETA proyectaba secuestrar a Gómez-Acebo e intercambiarlo por presos vascos, pero la Policía desbarató la operación cuando se encontraba ya en una fase avanzada de preparación.
En agosto de 1974, al saberse buscado, Jon Paredes se refugió en Ipar Euskal Herria, de donde volvió como liberado, y llevó a cabo durante siete meses tareas de infraestructura, junto al donostiarra Jose Luis Bujanda. Conocidos por la policía como “Tip y Coll” –famosos humoristas de la época– debido a su diferencia de altura, ambos huyeron de nuevo en enero de 1975. «A mí me detuvieron finalmente en Iruñea, en una cita fallida, solo un mes más tarde. Txiki pasó a Barcelona, como integrante de un comando de ETA-pm», cuenta Bujanda. Entre los acompañantes en el viaje en tren a la capital catalana estaba Mikel Lejarza, El Lobo, infiltrado en la organización armada. Según la Policía, Txiki habría participado en un atentado mortal contra un subinspector en Donostia y en un atraco en la Ciudad Condal, en el que murió otro agente.
El 3 de abril de 1974 fue muerto en atentado en Azpeitia el guardia civil Gregorio Posadas Zurrón. La responsabilidad material recayó sobre tres miembros de ETA, entre ellos Jose Antonio Garmendia, que sería detenido en agosto del mismo año en Hernani tras un tiroteo en el que un balazo le causó graves daños en el cerebro, por lo que tuvo que ser sometido a una lobotomía. Al vecino del barrio azpeitiarra de Nuarbe Angel Otaegi se le atribuyó haber dado albergue al comando; rodeada su casa por la Policía, optó por entregarse. Su prima Mertxe Urtuzaga cuenta que el jefe del operativo le dijo a Otaegi: «Lástima que no hayas intentado huir. Te habríamos matado». Era noviembre de 1974 y Angel, de 33 años e hijo único de María, no volvería vivo a Nuarbe.
El régimen franquista decidió que los militantes de ETA y el FRAP que habían sido detenidos entre 1974 y 1975 acusados de distintos atentados fueran juzgados en consejos de guerra, esto es, por tribunales militares. Por lo que respecta a Garmendia y Otaegi, el juicio se desarrolló el 28 de agosto en 1975 en el Regimiento de Artillería número 63, de Burgos. Bastaron cinco horas de vista para que el tribunal, presidido por el coronel José Urtubia, decretara la condena a muerte de ambos. Los familiares de los juzgados ni siquiera habían podido acceder a la sala de vistas, ni los observadores enviados por grupos de defensa de los derechos humanos. La muerte de los encausados parecía inevitable. La única estrategia de la defensa fue intentar ganar tiempo para que la muerte del dictador pudiese provocar un cambio en el proceso. Franco murió en Noviembre.
Txiki conoció la noticia de la condena de Angel y Jose Antonio en la cárcel Modelo, de Barcelona, donde esperaba a su vez el inicio del juicio contra él por el atraco de la capital catalana. También en este caso bastó un solo día de vista para condenar a muerte al acusado, sentencia que firmó el 19 de setiembre el coronel de Artillería Antonio Vergés y en la que no se atribuía a Jon la autoría material de los disparos. Los abogados defensores, Marc Palmés y Magda Oranich, habían comprendido desde un primer momento que Txiki acabaría ejecutado: «Era un sumario dirigido exclusivamente contra él. Todos sabíamos que lo mataban» declaró Oranich. Lo único que pudieron hacer fue añadir su firma a un escrito redactado por el abogado donostiarra Miguel Castells, en que se pedía que Jon no fuera muerto a garrote vil.
Mientras, España, y en especial Euskal Herria se movilizaba masivamente en defensa de los jóvenes amenazados de muerte. El 28 de agosto se llevó a cabo una huelga general, acompañada de múltiples movilizaciones, que se saldaron con seis manifestantes heridos de bala. El 31 de agosto un policía mató de un tiro a quemarropa al joven donostiarra Jesús García Ripalda, militante del Movimiento Comunista de Euskadi, en una manifestación en Gros. La huelga general se repetiría con motivo del juicio a Txiki, y también tuvo gran seguimiento, a pesar de que el PNV la rechazó expresamente. Una vez conocidas las condenas impuestas, las movilizaciones se sucedieron en Europa, incluso con asaltos a embajadas españolas, como la de Lisboa, que ardió. El papa Pablo VI y el secretario general de la ONU, Kurt Waldheim, enviaron telegramas a Franco, pidiendo clemencia para los once condenados a muerte. Algunos gobiernos, como el de Noruega, Reino Unido u Holanda, llaman a su embajador en Madrid, en Copenhague la Alianza Atlántica aprueba una moción de protesta contra las condenas y exhorta a los países miembros que no hagan nada que pueda favorecer el ingreso de España en ese organismo.
El presidente de Mexico expulsó al embajador español y rompió relaciones con el país. Llegó a pedir la expulsión de España de la ONU. El dictador contestó ratificando cinco de las condenas.
Baena, Sánchez Bravo y García Sanz fueron fusilados en el polígono de tiro de Hoyo de Manzanares, en la sierra madrileña. En el juicio, Baena declaró: "Afirmo que soy militante del Partido Comunista de España (marxista-leninista). No he participado en los hechos que se me imputan".
El único civil que presenció las ejecuciones fue el párroco de Hoyo de Manzanares, don Alejandro, que declaró horrorizado: “Además de los policías y guardias civiles que participaron en los piquetes, había otros que llegaron en autobuses para jalear las ejecuciones. Muchos estaban borrachos. Cuando fui a dar la extremaunción a uno de los fusilados, aún respiraba. Se acercó el teniente que mandaba el pelotón y le dio el tiro de gracia, sin darme tiempo a separarme del cuerpo caído. La sangre me salpicó”.
Un fotógrafo que después estuvo en el entierro de los tres militantes del FRAP describió así la situación:
“Las tres fosas estaban ya excavadas y apilaron los féretros sobre los montículos de tierra recién vaciada. Como las cajas quedaron inclinadas, empezó a correr la sangre por las esquinas. Había militares, policías, abogados y algún familiar. La tensión era enorme. Allí se habían congregado muchos miembros de la Brigada Político Social, desde el famoso comisario Yagüe a ‘Billy El Niño’. Se habían puesto corbatas de colores chillones para la ocasión”.
Otaegi fué ejecutado en la cárcel burgalesa de Villalón, y Txiki junto al cementerio de Sardanyola, cerca de Barcelona. Según sus compañeros del penal, las palabras de despedida de Angel Otaegi fueron: «Euskadirengatik hil behar naute. Ez nago damututa. Gora Euskadi askatuta! Iraultza ala hil!» (Me va a matar por Euskadi, no me arrepiento. Gora Euskadi askatuta. Revolución o muerte!)
Jon Paredes pudo pasar la noche previa a la ejecución con su hermano Mikel; su caso quizá sea el mas dramático, tenía 21 años. En el reverso de una foto de sus cuatro hermanos pequeños escribió un poema del Che Guevara que recorrió Euskal Herria de boca en boca: «Mañana cuando yo muera/ no me vengáis a llorar/ Nunca estaré bajo tierra/ soy viento de libertad». Cuando un militar le preguntó, extrañado, por su tranquilidad, le dijo: Nosotros no tenemos de que avergonzarnos por estar aquí. Vosotros, si. Al recibir los disparos del pelotón de ejecución, Txiki cantaba el ‘‘Eusko Gudariak’’. Su cuerpo tenía ya once orificios de bala.
Las irregularidades de los procesos realizados ya habían sido denunciadas por el abogado suizo Chistian Grobet que había asistido como observador judicial al consejo de guerra de Txiki en nombre de la Federación Internacional de Derechos del Hombre y de la Liga Suiza de Derechos del Hombre en cuyo informe del 12 de septiembre dice:
Jamás el abajo firmante, desde que sigue los procesos políticos en España, ha tenido una impresión tan clara de asistir a un tal simulacro de proceso, en definitiva a una siniestra farsa, si pensamos un momento en el provenir que les aguarda a los acusados.
La respuesta del régimen fué la convocatoria de una manifestación de adhesión en la madrileña plaza de Oriente, manifestación preparada por el teniente coronel José Ignacio San Martín, en la que Francisco Franco, físicamente muy debilitado, acompañado del entonces príncipe de Asturias Juan Carlos de Borbón en la que sería la última aparición pública del dictador, proclamó:
Todo lo que en España y Europa se ha armado obedece a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece.
Todos los años, el pueblo de Sardanyola rinde homenaje a 'Txiki' en el aniversario de su muerte. Hoy ha sido especial:
http://www.frap.es/FRAP/fusilamientos%2027%20septiembre.pdf
https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%9Altimas_ejecuciones_del_franquismo#Los_Consejos_de_Guerra_y_las_condenas
http://www.naiz.eus/es/actualidad/noticia/20150925/40a-aniversario-de-los-fusilamientos-de-txiki-y-otaegi-que-conmocionaron-a-euskal-herria
http://www.naiz.eus/es/actualidad/noticia/20150926/txiki-y-otaegi-franco-murio-matando