Este hilo se lo dedico a todos los votantes de pp y psoe de por aqui, que justifican a estos chorizos con argumentos de los que se reiria un niño de preescolar, que entiende mejor que vosotros lo que es robar, y a todos los del foro que ni se han molestado en ir a votar, alguna opcion habia para cambiar las cosas, aunque no fuera ideal, pero alguna habia. No votar puede ser una opcion en algunos momentos, pero no creo que haya sido buena idea ahora sabiendo todos los fanboys que hay de ppsoe en este pais.
Muchas gracias, de verdad, gracias a vosotros este pais va a seguir mejorando como hasta ahora y todo se solucionara rapidamente, con la ayuda de vuestros (no mios, yo no los queria, ni les vote) austeros e inteligentes politicos, que realmente se preocupan por nosotros. Y usaran todo el dinero de nuestros impuestos de la forma mas eficaz posible para levantar el pais.
De todo corazon, muchisimas gracias por ejercer vuestro derecho al voto de una forma tan responsable.
Mamonazos.
El paro pone contras las cuerdas a otra generación de gallegos
El desempleo llega ya al 48 % de los españoles menores de 25 años
Han tenido la mala suerte de iniciar su vida profesional en el peor momento histórico del mercado laboral en España. Apenas uno de cada dos encuentran trabajo y, cuando lo encuentran, es casi siempre con salarios bajos y contratos temporales y precarios. Son la generación de la crisis, formada por miles de jóvenes obligados a seguir viviendo de sus padres cuando ya han superado o están a punto de alcanzar la mayoría de edad, y que empiezan a advertir que la emigración es su única salida para encontrar un futuro laboral.
A sus 23 años, Miguel Ángel Martínez González acaba de terminar su segundo contrato. El caso de este pontevedrés ejemplifica uno de los problemas con los que se están encontrando en el mercado laboral muchos gallegos. Tras prorrogarle por un año su primer contrato en el supermercado donde trabajaba como repartidor, lo mandaron al paro. «Si no, me tenían que hacer indefinido», dice. Si su visión de la situación económica en general es totalmente pesimista -«Estamos estancados, no damos ni salido ni para adelante ni para atrás»-, peores son sus augurios sobre el sector en el que estuvo empleado. «Hombre, la esperanza nunca se pierde, pero la cosa está muy mal, muy mal», confiesa sin perder la sonrisa, mientras espera que digan su número en las oficinas del servicio público de empleo. Miguel Ángel ha cursado la ESO y ha realizado toda clase de cursos vinculados con la alimentación, como los de manipulador, cajero o de frutería. «Desgraciadamente, estamos todos así en el sector», añade. Reconoce, eso sí, que ser soltero y vivir con sus padres es algo a lo que puede agarrarse. «Si no, estaría apañado», concluye.
Un mes de trabajo en una guardería. Ese fue el estreno de Sonia Carrera Mosquera (23 años de edad), tras terminar su carrera de Magisterio en Educación Infantil. Pero ahora acaba de anotarse en las oficinas de empleo en Vigo, donde reside, aunque es natural de Lugo. Mientras espera a ver si sale algo, dice que aprovechará para opositar a una plaza de la Xunta para la red de guarderías A Galiña Azul.
Durante su carrera, alternó sus estudios con un puesto de trabajo. «Tenía beca, pero también conseguía algún dinero de empleada en un supermercado. Estuve de cajera y reponiendo mercancía. Hacía de todo», explica.
Sonia Carrera tiene puestas todas sus esperanzas en pasar con éxito la oposición a una plaza de enseñanza infantil de la Xunta porque, de no ser así, incluso se plantearía emigrar. «Si no apruebo la oposición emigraré a Alemania, como hicieron muchos españoles, sobre todo los gallegos, hace algún tiempo. Además, los alemanes pagan mejores sueldos. Aquí sigue habiendo mucho paro y las cosas no parece que vayan a mejorar a corto plazo», argumenta. Refiriéndose a su oposición, señala que tendrá que estudiar 24 temas, incluida la Constitución.
Pablo Feijoo es ingeniero técnico en obras públicas. Desde que acabó la carrera no le ha surgido ninguna oferta y lleva un año en el paro. Está preparando oposiciones a la Xunta, al mismo tiempo que acude a los cursos del Servizo Galego de Colocación. Ya lleva tres. Los siete euros que le pagan para el transporte público son sus únicos ingresos. Vive con sus padres, que son pensionistas. Asegura que, más que emanciparse, lo que le gustaría es poder gestionar sus propios ingresos. El joven titulado lucense está dispuesto a trabajar en algo que no sea su especialidad, así como a viajar al extranjero. El mismo día en el que contó su experiencia iba a enviar su currículo a una empresa española a la que le habían adjudicado un contrato de alta velocidad en la península arábiga. «No saben aprovechar nuestro talento para el uso de las nuevas tecnologías y es una pena que tengamos que marcharnos a trabajar fuera», dice. Feijoo es consciente de que la falta de experiencia limita sus posibilidades. «Estar sin hacer nada es inquietante», concluye.
No tiene más que 24 años, pero su experiencia laboral es amplia porque trabajó de carpintero y fontanero. Cuando en esas profesiones no encontró nada, se puso a trabajar en una gasolinera. «Pero desde hace dos años, no encuentro nada de nada», reconoce este joven de Vilagarcía. Hace unos días fue, como todos los meses, a la oficina de empleo, donde ya no espera resultados positivos, porque nunca hay nada que se ajuste a su perfil. «Llevo tiempo buscando y lo que veo es que solo hay ofertas para médicos y abogados, para mí no encuentro nada». Cuando se le acabó el trabajo en la gasolinera, buscó por todas partes y se apuntó en el paro. Pasaron ya dos años desde entonces y nada ha cambiado. Por eso, Daniel González ve el futuro «muy negro» y no cree que las cosas vayan a mejorar en los próximos meses. «No sé lo que voy a hacer, pero quizás lo que está pensando todo el mundo, irme al extranjero a ver si aparece algo, porque aquí ya no hay nada que hacer. Es demasiado tiempo buscando sin que salga nada, la cosa está muy mal y, sinceramente, no creo que vaya a mejorar».
Con 25 años recién cumplidos, este santiagués se enfrenta a la ardua tarea de hallar un empleo con la ESO como única titulación académica. «Intenté hacer un ciclo medio de FP, pero por motivos personales me salieron mal las cosas», explica. Está dispuesto a trabajar de lo que sea e incluso no tiene miedo a emigrar: «Los gallegos lo llevamos dentro», dice. Su predisposición no ha tenido premio. «Vas a las entrevistas y después es lo de siempre: dicen ?Ya te llamaremos?, pero nunca llaman», cuenta. Cree que en su contra juega la falta de formación y de experiencia. «Pero si nadie te da la oportunidad de empezar, nunca van a saber cómo trabajas, ni cómo eres en el trabajo, ni nada». Roi pone pocos reparos y dice que «le da igual» de qué trabajar. Solo quiere un empleo. En su busca acudió el pasado jueves a la Feira de Emprego de Santiago.
La historia del barquense Samuel Martín es la de muchos otros de su edad. Tras acabar la ESO y una vez cumplidos los 18 se puso a buscar trabajo. Fueron saliendo cosillas: en limpieza, de agente de seguridad (previo curso de formación), en la cantera (no en vano, vive en la comarca pizarrera por excelencia). Pero los contratos eran de «tres meses, veinte días, semanas...», enumera. Nada cerca de un puesto indefinido, o algo que permita vivir sin pensar dónde estará trabajando a seis meses vista. Eso cuando, además de vivir con contratos pequeños, tenía que afrontar que no le pagasen. «Del último todavía me deben los 20 días trabajados», cuenta. Por eso, a sus 21 años, no descarta marcharse. «Si hay trabajo fuera me iré, y si lo hay aquí me quedaré; no hay elección, iré donde salga algo», dice.
En la búsqueda por tener más opciones, ahora está realizando un curso de soldadura para parados. «Es una manera de buscar otras salidas», justifica. «La situación está difícil, así que supongo que cuantas más cosas sepa mejor me irá para encontrar algo», argumenta.
La fenesa Alba Couto García, de 23 años, terminó en el 2010 sus estudios de Magisterio en Educación Infantil que había cursado en A Coruña. Poco después fue contratada en una guardería de su municipio, aunque solo por unos meses, para sustituir a otra trabajadora de baja, y, desde el pasado 1 de agosto, está en el paro. En el verano se presentó por primera vez a las oposiciones para ser profesora, pero lamenta que solo estén obteniendo plaza los interinos, «ya que los que acabamos de salir no tenemos puntos por experiencia». Ahora Alba está haciendo un curso de cuidados a dependientes, pero no descarta marcharse al extranjero si no encuentra trabajo en su tierra. «Primero probaré aquí, pero no me importaría marcharme a otro país; de hecho estuve planteándome irme en verano a Londres», afirma.
Tiene 23 años y en su currículo profesional se incluye el haber sido teleoperadora más de dos años y medio, azafata, dependienta, cuidadora de niños, camarera... Ahora, Noemí Expósito estudia ocho horas al día para prepararse como administrativa y en salud laboral, porque desea trabajar en una oficina. «Llevo apuntada al paro año y pico y por el momento no me han ofrecido nada más que los cursos», explica, y con optimismo apunta que espera tener suerte al acabar las clases y las prácticas. «Vivo de mi novio y de la RAI (renta activa de inserción), ya que como tengo minusvalía empezaré a cobrar ahora 426 euros», explica. Apunta que estar en pareja es lo que le permite sobrevivir. «La ayuda no te da para vivir, pero aprietas y si hay que comer una semana pasta pues se come», comenta. Lleva cuatro meses en los que sus únicos ingresos son los 170 euros que la Xunta le paga por el transporte para ir a clase. «Yo aporto mi parte para la comida y solo salimos un día al mes, hay gente peor, pero esta situación lo que limita son los caprichos y la libertad», dice. Asegura que pensó en emigrar a Londres: «Lo hablé con unas amigas, aprovechas para sacar el inglés y dicen que hay más facilidades para trabajar: al final una se fue, pero yo no me atreví».