La Matanza de Badajoz, siempre en la memoria
Recuerdo pertinente, en otro triste aniversario, de una de las mayores muestras de salvajismo del ejército sublevado en la Extremadura de 1936: la Matanza de Badajoz.
Plaza de toros de Badajoz, 1936
Hoy se cumplen 84 años de La Matanza de Badajoz, uno de los peores episodios de toda la Historia de esta tierra. El 15 de agosto de 1936 las tropas sublevadas, bajo el mando del general Yagüe, tomaban la ciudad de Badajoz desatando una represión sádica y sin medida.
Hacía menos de un mes que algunos militares se habían sublevado, dando un golpe de estado contra el Gobierno de la II República. Dicho golpe no triunfó, gracias a que en muchas ciudades del país la población civil y tropas leales frenaron la sublevación, dando comienzo a la Guerra Civil.
Después del mismo, el general sublevado Francisco Franco se hace con el mando de las tropas de África y, ayudado por la aviación nazi alemana y fascista italiana, cruza el Estrecho de Gibraltar. Apoyado por los bombarderos de Hitler y Mussolini, las tropas sublevadas emprenden su camino hacia el norte para tomar Madrid; el 1 de agosto, el ejército franquista alcanza y se hace con la ciudad de Sevilla.
Es entonces cuando Franco decide avanzar por Extremadura, para unir por el oeste las zonas ocupadas por los fascistas y controlar la frontera entre Portugal y España. Las órdenes son claras para los sublevados: deben actuar con dureza.
El 7 de agosto de 1936 la Columna de la Muerte, las tropas golpistas comandadas por Queipo de Llano, acompañadas de aviones alemanes e italianos, llegan a Almendralejo. Allí, las tropas fieles a la República no ofrecen gran resistencia y se repliegan, excepto unos 40 milicianos que se atrincheraron en la torre de la Parroquia de la Purificación. Por ello, los mandos fascistas deciden quemar y cañonear la parroquia, con los resistentes en su interior.
Se calcula que unos 1.000 civiles fueron asesinados en los momentos posteriores a la toma de Almendralejo a manos del ejército franquista.
El 10 de agosto, la Columna de la Muerte consigue tomar Mérida, expulsando a los republicanos y uniendo así los territorios controlados por el bando sublevado. Después, el general Yagüe se pone al mando de las tropas y avanza hacia Badajoz.
Muchas personas de la zona intentaron refugiarse en Portugal ante la llegada de los fascistas, pero el dictador Oliveira Salazar apoyó a las tropas del ejército de Franco, permitiendo su rápido avance por el oeste y entregándoles a aquellas personas que llegaban a la frontera portuguesa huyendo de la guerra.
Poco después de la toma de Mérida, el ejército de Yagüe se instala ante Badajoz; tras tres días de bombardeos sobre la ciudad, el 14 de agosto de 1936, comenzaba el asalto a la misma. La resistencia republicana no fue suficiente y, tras pocos intentos, los militares fascistas consiguen penetrar la muralla.
Desde ese mismo momento las tropas del genocida general Yagüe llevan a cabo en la capital pacense una de las mayores matanzas de la Guerra Civil. Los soldados franquistas asesinan en la calle a los milicianos que, habiendo tirado sus fusiles al suelo, se rendían a su paso; incluso llegaron a asesinar a 43 de ellos que se encontraban heridos e indefensos en el hospital. En torno a las 12 de la noche el fascismo terminó por imponerse en Badajoz.
Pintada en los muros del cementerio de Badajoz
Las horas posteriores fueron horrorosas para la Historia; dicen algunas crónicas que los cuerpos de civiles asesinados se amontonaban en la calle por centenares. Niños, mujeres y hombres fueron llevados a la Plaza de Toros, en un primer momento para ser fusilados allí, pero después se empleó el recinto para retener a todas aquellas personas que fuesen sospechosas de no ser fieles a la sublevación fascista o que pudiesen ser de izquierdas, homosexuales, sindicalistas, …, para luego fusilarlos en el cementerio.
Mientras los presos civiles eran conducidos a la tapia del cementerio para ser asesinados, los que permanecían en la Plaza de Toros eran humillados y torturados junto a los cadáveres que iban retirando los sublevados. Los cuerpos eran llevados a las cercanías del mismo cementerio, donde eran incinerados y enterrados en una fosa común.
Se estima que 4000 personas fueron asesinadas por las tropas de Yagüe, el Carnicero de Badajoz, quien en una entrevista reconoció los hechos y el número de asesinatos.
Al recordar lo que sucedió vienen a mi cabeza varias cosas, una de ellas es el desgarrador hecho de que esto mismo sigue pasando y repitiéndose en todo el mundo bajo los mismos pretextos y por los mismos motivos: el odio, la intolerancia, la supremacía…, la falta de humanidad y fraternidad. Lo segundo que se me pasa por la mente es que, quizás, estas fatales historias se siguen repitiendo porque no hemos sido capaces de aprender y de recordar el dolor que causaron veces atrás.
Yo soy extremeño, de Plasencia, y pocas veces había oído hablar de lo que había pasado en la tierra en la que vivo; es difícil aprender de la Historia cuando la memoria se altera y no se hacen esfuerzos por recuperarla. En Plasencia y en Cáceres el Golpe fascista triunfó, ambas ciudades se mantuvieron fuertemente militarizadas y se llevaron a cabo sacas y paseos durante los primeros meses de la Guerra. En Cáceres, por ejemplo, se sustituyó al Gobierno local y se reprimieron las huelgas que la clase trabajadora emprendió contra el régimen militar; en Plasencia, la Plaza de Toros también se convirtió en un campo de concentración y a los detenidos se les obligó a realizar trabajos forzosos en el que hoy es el Parque de los Pinos.
La matanza de Badajoz fue un episodio terrible, tanto que un oficial nazi que estuvo presente, Hans von Funk; aconsejaba en un informe a Hitler no enviar tropas alemanas a España debido a que “el salvajismo del ejército sublevado mermaría la moral de los soldados nazis”.
Además, el genocidio de Yagüe provocó reacciones desfavorables en la prensa internacional; por ello, el bando fascista emprendió campañas de propaganda contra los republicanos, atribuyéndoles, por ejemplo, la autoría de los bombardeos de Durango, Gernika, Castellón… También se impuso el silencio; aquellos hechos nunca habían sucedido, miles de asesinatos fueron acallados e informes y actas destruidos.
A pesar de todo, la Historia puede volver a llegar hasta nosotros; algunas veces lo hace en forma de dolor y sufrimiento, como el de aquellas personas que fueron torturadas, o las que nunca pudieron despedirse de sus familiares, aquellos a los que les destruyeron sus ciudades, sus casas y sus vidas, a los que nunca les dejaron buscar a sus seres queridos y a los que durante 40 años ni siquiera se les dejó hablar de ello.
A día de hoy los responsables de aquellos delitos de lesa humanidad: Yagüe, Asensio, Mola, Queipo de Llano…, son honrados con calles y plazas. Algunos que aún viven son reconocidos por los “méritos” de aquellos horrores, mientras sus crímenes siguen sin ser juzgados. Por su parte, la tapia del cementerio de Badajoz donde los agujeros de las balas servían de recuerdo, fue cubierta por el ayuntamiento y miles de personas con nombre y apellidos siguen silenciadas bajo la tierra de este país.
Poco podemos hacer nosotros por todas las víctimas que sufrieron la guerra, pero podemos restaurar la memoria, para ayudar a todos los que aún lloran la pérdida y para aprender y conseguir que cosas así nunca se vuelvan a repetir en ningún lugar del mundo, porque si se repitiesen borraríamos con dolor el dolor de la Historia.
https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/84-anos-de-la-matanza-de-badajoz
Buenas a todos, esta vez traigo otro pedacito de historia, uno de los oscuros y escondidos por su brutalidad. En el 36, el bando sublevado de la guerra civil cometía una de tantas atrocidades silenciadas y ocultadas durante décadas, de las cuales sus responsables no solamente no pagaron nada, si no que algunos de ellos todavía mantienen honores y tumbas monumentales a su memoria. Eterno recuerdo para las víctimas y memoria para los verdugos.