Das un paseo por tu ciudad, mochila al hombro, pensando en tus exámenes, en tu chica, en el partido de España..., quizá con los cascos puestos escuchando a tu grupo favorito y poco a poco te vas fijando en las personas de tu alrededor: niños, jóvenes, padres y abuelos.
Te quedas pensando un instante sobre éstos últimos: los abuelos. Tus abuelas son las típicas chapadas a la antigua, con esos horribles vestidos de flores que te obligan a preguntarte cada vez que ves uno los motivos por los que nadie ha asesinado al diseñador; y tus abuelos cachava, boina y traje, nunca les has visto otra cosa.
Pero los abuelos que ves por la calle llevan ropa de deporte, zapatillas último modelo, mp3, gafas de sol que ya te gustaría a ti tener, reloj para controlar el pulso, bicicletas de montaña de vistosos colores... Las abuelas visten llamativos colores: rosa, azul, amarillo... ves en ellas una vitalidad que ni Mª Teresa Campos en su (ex) programa.
Está claro que el mundo evoluciona, la tecnología nos afecta a todos y, aunque estos abuelos apenas sepan pronunciar Internet, mp3, nike... poco a poco han ido aprendiendo (a marchas forzadas y tal vez obligados por sus hijos o los pesados de sus nietos) que eso de la tecnología también es para ellos, que el siglo XXI también tiene algo para ellos.