Acusada de currar a 4 guardias civiles

Una conocida hostelera de Sant Antoni, una mujer de 46 años que regenta un hotel y un hostal, ha denunciado a cuatro jóvenes guardias civiles que la detuvieron acusada de agredirles. «Mido 1,59 metros y peso 56 kilos. Dos de ellos rondaban el 1,90 y son muy corpulentos. ¿Cómo les voy a pegar?», comentó ayer la afectada, que se sentará en el banquillo el próximo jueves acusada de agresión, desobediencia a la autoridad y de insultar a los agentes. El fiscal pedirá un año de cárcel, una multa de 210 euros y que pague 400 euros de indemnización a cada uno de los tres guardias que la denunciaron. Varios vecinos están recogiendo firmas de apoyo.

Los hechos que se juzgarán ocurrieron el jueves pasado sobre las 20.30 horas. La mujer se dirigía desde casa de su hermano a su domicilio, en el centro de Sant Antoni. Cuando circulaba con su Vespa de 125 centímetros cúbicos a la altura del retén de la Policía Local relata que una patrulla de la Guardia Civil, sin sirena pero con las luces de emergencia encendidas, la pasó «a toda velocidad y a apenas 25 centímetros». El instituto armado tiene por norma no pronunciarse nunca en este tipo de casos, cuando existe un proceso judicial pendiente.

«Me asusté, creí que me iban a tirar», añadió la empresaria. Cuando el coche patrulla y la motorista llegaron al passeig de ses Fonts, a la altura de la parada de taxis, comenzó una discusión. «No les insulté, solo les pregunté por qué me habían adelantado tan cerca», aseguró la afectada. «Reconozco que tuteé al conductor, pero es que era un chico de unos 20 años», añadió. «¿Me estás vacilando?», le preguntó el agente, aparte de llamarla «mal educada», según la versión de la denunciante.

Llegó otra patrulla y los agentes obligaron a la hostelera a bajar de la moto y le pidieron la documentación. «No les agredí. Decidí irme a pie a casa, puesto que me retuvieron la Vespa», continuó explicando. Según ella, cuando caminaba a la altura de la oficina de La Caixa, la única mujer de los cuatro agentes se abalanzó sobre ella. Acto seguido, sus tres compañeros se tiraron encima y acabó esposada dentro del coche patrulla. Le rompieron unas gafas de sol que valora en 150 euros. «Soltadme, me estoy agobiando», les pidió la empresaria, que comenta que en su vida se había encontrado con una situación semejante. «Ahora verás lo que es agobiarse», le dijo un agente. «¿Vas a montar un escándalo en el coche?», le dijo otro mientras la llevaba, esposada y en calidad de detenida, al cuartel, siempre según la denunciante.

Después, continuaron las amenazas y las vejaciones. Incluso, le llegaron a ofrecer, con sorna, una chaqueta porque en el calabozo «hacía mucho frío», aseguró la empresaria. Tras hablar con un sargento, la dejaron en libertad con cargos y a medianoche, acompañada por su hermano, se fue a casa, sin su moto. Antes, la llevaron al centro de salud para un reconocimiento médico. No tenía nada importante.

Al día siguiente vecinos de Sant Antoni, entre ellos algun político, comenzaron a organizarse para recoger firmas para apoyar a la empresaria.

Mientras tanto, la afectada declaró en el juzgado de guardia, donde la citaron para un juicio el jueves que viene. «La agente llevaba un brazo vendado, otro iba cojeando y decía que tenía un esguince y el tercero aseguraba que le dolía todo el cuerpo. Yo no les toqué», aseguró la empresaria. «La Guardia Civil debería estar para ayudar a los ciudadanos, no para esto», concluyó.