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«Me pisaron la cabeza en el suelo»
- Un menor de 14 años fue agredido por un grupo de antifascistas en Avenida de América
- Los atacantes le gritaban «eres un nazi de mierda» y le golpearon hasta que perdió el sentido
- Una agresión brutal, «política» y sin previo aviso. No ha sido, por desgracia, la única en los últimos meses.
Diana Valdecantos - Madrid
A las cinco y media de la tarde de un viernes el intercambiador de Avenida de América es un hervidero de gente. El día 13 lo era y allí hizo transbordo, pongamos, Guillermo. Acompañado de un amigo, se sentó a esperar al vagón que le llevase a comenzar con buen pie un fin de semana. Pero nunca subió al tren.
Guillermo lleva el pelo rapado. Es tendencia por lo visto y más cuando aprieta el sol en verano. Un error, el de seguir la moda, que le salió caro. Según cuenta este chico de apenas 14 años, ese día y a esa hora de hace más de una semana, mientras charlaba, un grupo de cuatro tipos se acercaron al banco donde estaban él y su amigo. «Qué miras nazi», «Eres un nazi de mierda», oyó, sin que le diese tiempo a pensar nada más.
Persecución
Intentó huir. Echó a correr. Mismo instinto de supervivencia que su amigo que, sin embargo, logró zafarse de los agresores. Guillermo parecía que iba también a librarse, consiguió atravesar el andén y emprendió su camino por las escaleras mecánicas. Allí le atraparon. Había gente en el metro. Se cruzaron con gran cantidad de personas, pero nadie hizo nada. La agresividad y la ira de los antifascistas, debió de asustar a la masa. En cualquier caso, ya era demasiado tarde para Guillermo. Se defendió del primer golpe, fue el único que pudo dar. A partir de ahí. Sólo recibió.
Continuos insultos
Lo insultaban con extremo odio mientras se afanaban por «reventarlo». Siempre con la misma cantinela: «Nazi, eres basura», «Hijo de puta, no queremos nazis». No fue difícil para los agresores dejarlo inconsciente. Al fin y al cabo, un chaval de 14 años sólo e indefenso en unas escaleras es una presa fácil para cuatro animales en busca de su trofeo.
Inconsciente
«Me pusieron la cabeza contra los escalones y me la pisaban contra el suelo. Me lo hicieron varias veces hasta que perdí la consciencia».
Guillermo no ha superado todavía el trauma. Todavía tiene miedo y las secuelas de la paliza marcan su rostro joven y asustado. Asegura que no tiene nada que ver con los partidos de ultraderecha ni con ninguna historia de esas.
Sus verdugos, que abandonaron el lugar cuando Guillermo estaba inconsciente sin saber si le habían matado, tampoco eran tan desconocidos para este chaval de Rivas. «A alguno le había visto por ahí», explica sin todavía entender por qué le eligieron. Es, en todo caso, lo de menos. Lo importante para Guillermo ahora es pasar página y ser capaz de recuperarse y no tener que mirar a su espalda cada vez que sale a la calle, por si, de nuevo, le toca la china.