El desplome de las materias primas –y no solo el del crudo o el gas– puede convertir en tóxicos los créditos que les dieron los bancos a cientos de empresas del sector, a los cientos de miles de trabajadores despedidos y a algunas instituciones públicas que multiplicaron sus presupuestos al calor del boom.
Los planetas de una tormenta perfecta están alineándose peligrosamente. Jesús Palau, profesor de finanzas internacionales de ESADE, cree que, de seguir así, “podemos encontrarnos con otra crisis subprime en dos o tres años”. Gail Tverberg, experta en la contabilidad del sector energético, afirma que ni los bancos ni los reguladores están preparados para esta oleada de hipotecas basura. Alberto Martín Rivals, socio responsable de Energía de KPMG en España, recuerda las brutales dimensiones del problema: “Solo en el último trimestre de 2015 se declararon en quiebra en Estados Unidos nueve compañías de petróleo y de gas con una deuda total de más de 2.000 millones de dólares”.
Esta vez, el origen del tifón de créditos basura no sería el sector del ladrillo, sino la terrible situación de muchas de las compañías que producen hierro, aluminio, cobre o combustibles fósiles. Las oprimen casi hasta la asfixia el desplome de los precios de su principal fuente de ingresos y la montaña de deuda que contrajeron con las entidades financieras gracias a la escalada de las materias primas y los estímulos monetarios y fiscales.
Sin embargo, para que se produzca una auténtica crisis subprime no basta con que la alarma o la desconfianza corran como fuego sobre gasolina. Es necesario también que un sector estratégico (ayer la construcción y los inmuebles y hoy el de las materias primas) se encuentre gravemente endeudado, que las empresas empiecen a no ser capaces de devolver el dinero que les prestaron, que como consecuencia el mundo pueda entrar en recesión, que millones de personas dejen de poder pagar sus créditos, que las armas de los reguladores sean ineficaces o no estén dispuestos a utilizarlas y que los bancos no posean el suficiente capital para provisionar el zarpazo de la morosidad. Todo eso junto.
Es posible que todo eso junto haya empezado a ocurrir.
La deuda del sector del petróleo y el gas en todo el planeta asciende a unos dos billones de dólares, según Alberto Martín Rivals, socio de Energía de KPMG en España. La inmensa mayoría de los créditos está en manos de los países exportadores y de las grandes multinacionales, mientras que las pymes estadounidenses solo acumulan un 10%.
Fuente: http://www.esglobal.org/puede-estallar-otra-crisis-subprime-en-menos-de-tres-anos/
El artículo completo plantea un problema bastante real, sino inmediato si a un plazo bastante corto, y que además creo que debería enfocarse en un debate más en primer plano.