Barcelona, 'una puta de lujo'
* Un libro recoge 12 duras críticas de jóvenes escritores a Barcelona
* Es 'la mejor tienda del mundo', en la que 'nos obligan a vivir como turistas'
HÉCTOR DEL TORO
BARCELONA.- Para odiar una ciudad hace falta buenos argumentos, y si existe un manual de referencia en el que se puede zambullir, mucho mejor. Es lo que han hecho 12 jóvenes autores en un libro donde se empeñan en 'bombardear' Barcelona a lo largo de las 189 páginas de ensayos para todos los gustos.
'Odio Barcelona' (Melusina, 2008) bien podría ser una recopilación de relatos periodísticos, un "proyecto de libro", como reza el prólogo, en el que lo mismo el lector vislumbra la catástrofe avanzada por Javier Calvo en la que la ciudad condal "habrá muerto del todo" cuando sus habitantes no tengan un vínculo "sagrado" con la misma; que se encuentra inmerso en un burdel donde "Barcelona es una puta de lujo".
Llucia Ramis, con un lenguaje más claro y crítico que el resto, la llama creída y pone en evidencia su marca internacional plasmada en películas como la de Woody Allen, con un "título tan estúpido ['Vicky Cristina Barcelona'] que sólo puede justificarse porque en él va implícito el nombre de la ciudad".
Los barrios del Borne, el Raval o las múltiples referencias a la Sagrada Familia son seña de una identidad perdida y convertida en "un parque temático de vomitonas de niños Erasmus", como añade Agustín Fernández Mallo a partir de relatos de transeúntes. "Odio Barcelona porque nos obligan a vivir como turistas", un escaparate que alguien califica de "la millor botiga del món" ("la mejor tienda del mundo").
Y es que en lo que la mayoría de los autores coincide es en aborrecer la fachada que de la ciudad se ha hecho de cara al turismo, con un barrio Gótico que, citan, es llanamente un eslogan que se comenzó a usar en 1925-1927, al igual que el Poble Espanyol, "reconstitución artificial de un pueblo como reliquia de un poblado que no existió nunca".
'El pelopolla del alcalde'
Robert Juan-Cantavella ofrece una visión interactiva con 'Barcelona Arcade', donde es un personaje de videoconsola que pierde una vida cada vez que un promotor del 'Autobús Turístico' consigue atraparle. Otros, como Lucía Lijtmaer, bucean en el metro y descubren las zonas que tras el subterráneo se contemplan. El transporte público también es tema de Javier Blánquez, cuya pelea con el mundo recae sobre los que se cuelan en el metro, aquellos que tocan la flauta y los que se dejan llevar por esa "pérfida influencia" que es Manu Chao.
Y hay quien, como Hernán Migoya, se refiere al "pelopolla del alcalde" y recuerda lo difícil que es conocer gente en la ciudad condal. Se encuentra en este libro también al filósofo que divaga entre las diferentes teorías de Freud, Adler y Jung sobre el 'odio', perdiéndose en Internet 2.0 y en las corrientes fotolog, blog y myspace, a cargo de Eloy Fernández Porta.
Un libro, en fin, donde la dureza se deja patente a lo largo de todo el texto, sin compasión hacia la ciudad que les acoge ni reparos en las críticas que puede suscitar. Incluso se ha editado un vídeo promocional en el que se bombardea tierra barcelonesa.
La editorial, por su parte, deja recaer la responsabilidad en el lector, "lo que ocurra después nos es indiferente", declaran. 'Odio Barcelona' se convierte así en un manual de bolsillo que critica al visitante y que, sin embargo, y salvando la distancia de los 17 euros que cuesta, debería distribuirse junto a las guías turísticas.
RPV: Denuncian la situación de dejadez del Ayuntamiento respecto a los que llevamos toda la vida aquí , a cambio de hacer negocio con los turistas.
No podría estar más de acuerdo con el libro. Quien no ha visto nunca a un grupillo de erasmus/turistas estrangeros destrozando la ciudad o ha tenido problemas por culpa de sus putas mentes prehistóricas? Es cierto que sus mujeres acostumbran a estar bastante buenas pero que coño, aquí las tenemos mejores y no deberíamos depender tanto de los estrangeros porque cuando Marruecos, Grecia, Balcanes, Turquia se apunten al carro de paises de la fiesta nos vamos a comer los mocos. Para ellos solo somos un parque temático.
Supongo que esta situación la viviran otras ciudades y me gustaría saber dónde os posicionáis.
Prostituir la ciudad a cambio de dinero o redirigir la economia para ser una ciudad autónoma?