Texto extraido de un correo que me enviaron
Abstenerse respuestas de: al igual me leo este tochal etc...
Anoche volvía yo a casa en metro, como a la una y media de la madrugada.
Era uno de los últimos trenes y el vagón iba con bastante gente, casi toda en silencio. Poco antes de llegar a mi estación, un señor de pie junto a la puerta comenzó a gritar:
"Estas navidades, Sidra El Gaitero: para que se jodan Carod y Zapatero".
Lo repitió tres veces, sonriendo, posiblemente algo borracho. Unos jóvenes sentados algunos metros más allá rieron la gracia y uno de ellos incluso aplaudió.
El resto del vagón, yo incluido, guardó silencio.
Tal vez quienes no viváis en Madrid no os resulte una anécdota importante ni significativa de cómo están yendo las cosas. Pero yo, que ahora estoy por aquí, he tenido oportunidad de presenciar situaciones semejantes.
El otro día, en un chat de internet, apareció un plasta repitiendo una y otra vez el mismo mensaje: "no compres cava".
No le di importancia. Le dije que se callara y se puso borde, pero el asunto no me preocupó. Tampoco me pareció grave en sí mismo el letrero que vi al día siguiente en un bar "castizo" del centro: "No vendemos cava". Pero al final, todos esos detallitos, sumados,fueron asustándome. La experiencia de anoche en el metro fue la gota que colmó el vaso.
Porque la sensación de anoche en el metro me parecía sacada de "Cuéntame", o, mejor aún, de una serie de televisión que transcurriera en los primeros meses del 36. Era sórdida. Sentí impotencia. Aún hoy no me he perdonado no haber respondido "Tomad de postre crema catalana para que se jodan Rajoy, Acebes y Zaplana". O algo similar.
No me preocupan las pérdidas de la industria del cava. A lo sumo, me puedo sentir solidario con los efectos que un boicot pueda tener en los puestos de trabajo de dicha industria, donde hay trabajadoras y trabajadores que tienen opiniones de todo tipo sobre el Estatut.
Carod y Zapatero sabrán defenderse a ellos mismos,
supongo; tampoco me quitan el sueño. Lo que sí me preocupa, y mucho, es la penetración en cada vez más gente de los mensajes sesgados, populistas y demagógicos de la derecha más rancia y más rastrera sin que por nuestra parte, la de quienes estamos en esta otra mitad, no hagamos gran cosa para dar respuestas contundentes. Les estamos dejando el camino libre.
Mi única preocupación por la posibilidad de que ese boicot tenga éxito es a lo que se atreverán después. Tras los ladridos de la derecha
casposa y ultraconservadora sobre los matrimonios de lesbianas y gays, sobre la reforma educativa, sobre el archivo de Salamanca, sobre el proceso de paz en Euskal-herria... ¿a qué se van a atrever?, ¿qué es lo próximo que van a buitrear utilizando las pulsiones más
primarias de todo un sector de población que por egoismo, por conservadurismo o por desinformación, van a seguir sus mensajes con cada vez más rabia, más agresividad y más falta de respeto?
Os propongo que estas navidades compremos el doble de cava de lo habitual, de lo que teníamos previsto. Si sobra -aunque lo más probable es que os lo bebáis todo, pillines- lo guardáis para el cumpleaños
o el aniversario.
Que no se note ni una décima de descenso en la demanda de cava. Más aún: que suba, que estas navidades se venda más que nunca. Y con ese cava, brindemos para que el año 2006 sea cuando la gente progresista volvamos a protagonizar movilizaciones.